Capítulo 10

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A la mañana siguiente, ella despertó adolorida pero más relajada

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A la mañana siguiente, ella despertó adolorida pero más relajada. Se levantó de la cama, la armó y salió del dormitorio, se sorprendió quedándose perpleja cuando lo vio dormido en el sillón, con la manta a la cintura y el torso desnudo. Su pelo negro con mechas castañas oscuras y completamente despeinado le caía en la cara y lo hacía ver como a alguien fuera de su alcance. Frunció el ceño cuando se dio cuenta que estaba pensando cosas indebidas. Tragó saliva percibiendo que él jamás iría a tener algo con ella, mucho menos sabiendo que su padre era el responsable de intentar matarlo. Tomó un bloc pequeño de notas que encontró cerca y un bolígrafo y escribiendo una nota, para dejársela sobre la mesada, agarró las llaves del auto y el teléfono móvil e intentó salir del departamento. No pudo salir y se desesperó, cuando giró la cabeza vio que había un tablero digital. Revoleó los ojos frustrada. Se acercó a él y le tocó el hombro que estaba accesible a ella y él le sujetó la mano. Tragó saliva varias veces porque la boca se le había secado. Abrió los ojos observándola con atención a través de los mechones oscuros. Segundos fueron los que se quedaron en silencio, una calma tan profunda que sintió que el ambiente se había puesto en sintonía con ellos. La joven habló;

―Buen día, no puedo abrir la puerta, quiero irme, por favor ―contestó.

Luka quitó sus cabellos de la cara con la otra mano, mientras que la otra la mantenía sobre el antebrazo de la chica. Ella lo quitó enseguida.

―Buenos días, ¿cómo amaneciste? ―preguntó pestañeando un poco y entrecerrando los ojos ante la claridad que se traslucía a través de las cortinas.

―Bien, bien... gracias. Necesito irme ―dijo en súplica.

―¿No quieres desayunar algo? ―formuló.

―No, te lo agradezco.

Fue cortante y le habló con algo de seriedad. No era de maldad, era de nervios y cuando se ponía nerviosa, sobre todo con él, terminaba siendo algo petulante.

Cassiragghi se puso de pie y caminó hacia el tablero para desactivar la alarma y el seguro con su dedo pulgar izquierdo.

―¿Segura que no quieres comer algo?

―No, no, estoy bien. En algún otro momento, te devolveré la ropa. Gracias por todo lo de anoche ―respondió mirándolo a la cara al fin.

―No fue nada... si puedes, avísame cuando llegues y dime cómo está el departamento, ¿si? ―cuestionó con preocupación.

―De acuerdo. Lo haré ―dijo en un apuro por irse de allí.

Cuando él abrió la puerta, la vecina de enfrente del departamento, una señora muy coqueta, los miró de arriba hacia abajo. Fiorella quiso esconder su cabeza en la tierra y Luka le dedicó una socarrona sonrisa.

―Buenos días, señora Anetta ―articuló él con amabilidad.

―Buen día, Luka. Me parece que es poco ético que alguien que no pertenece al condominio, haya pasado la noche en su departamento ―expresó con antipatía.

Noches de Tormenta ©حيث تعيش القصص. اكتشف الآن