Capítulo 13

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Milán, Italia

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Milán, Italia

Aeropuerto de Malpensa

Los tres acababan de salir de la aduana cuando un sujeto con lentes de sol sobre la cabeza los saludaba con la mano. El dueño de la escudería se acercó a él y las otras dos personas hicieron lo mismo.

―Buenos días, Tassone ―estrechó su mano.

―Buen día, Cassiragghi.

―Hola, ragazza ―le dedicó una sonrisa.

―Hola de nuevo, Luka ―fue seria en sus palabras.

Al salir del aeropuerto, el italiano se ofreció a subir la maleta de la joven y su padre al baúl del coche, cuando entraron, el hombre encendió el motor y condujo con tranquilidad hacia el nuevo departamento donde vivirían los Tassone.

Fiorella estaba absorta a la conversación de los tres hombres, pero Luka la miraba furtivamente por el espejo retrovisor. La joven miraba la ciudad como si habría estado hacía años allí por última vez, la observaba con otros ojos y la veía cambiada, sonrió cuando divisó la fachada de la universidad de Bellas Artes, donde había estudiado, y luego apoyó la espalda suspirando con nostalgia. Haber vuelto a Milán había producido en ella un cúmulo de sensaciones y recuerdos.

Se habían adentrado a una de las zonas más exclusivas de la ciudad.

―No conozco la zona, ¿cuál es? ―quiso saber por curiosidad la muchacha.

―Es el barrio Moscova-Reppublica, seremos vecinos ―sonrió mirándola a través del espejo retrovisor del parabrisas.

―No pensé que viviríamos en un barrio tan costoso ―miró al dueño dela escudería y luego a su padre.

―El reglamento desde el año pasado ha cambiado y se decidió que lo mejor era que las personas de la misma escudería residieran en un mismo edificio ―comentó el presidente de la escudería.

―Yo vivo frente a su nuevo piso ―acotó el italiano con una sonrisa.

―Qué casualidad ―murmuró Fiorella por lo bajo.

Luka la escuchó pero no dijo una palabra.

Cuando aparcaron en la imponente entrada del condominio, los cuatro se bajaron del coche y el baúl se abrió de manera automática. La argentina estaba a punto de tomar en sus manos su maleta cuando fue el italiano quien se adelantó.

―No necesitas hacer esto, Luka ―lo miró detenidamente a los ojos.

―Lo sé, no es ninguna molestia y no me siento obligado a hacerlo, solo lo quiero hacer ―respondió él.

―Me incomoda de verdad todo esto, y tengo miedo que mi padre repita lo mismo ―habló con vergüenza.

―No tienes que pensar en eso, te aseguro que no sucederá lo mismo ―le afirmó.

Noches de Tormenta ©Where stories live. Discover now