Capítulo 7

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Milán, Italia

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Milán, Italia

Departamento de los Tassone


La mañana del siguiente día, Fiorella se despertó con un dolor punzante en el hombro, enseguida tuvo que tomarse un calmante y desde las ocho estuvo dando vueltas dentro de la cama, no podía dormir más y no sabía el porqué. Salió de la cama y se aseó para luego vestirse y tratar de armar la cama. Se perfumó y luego se retiró del dormitorio para prepararse el desayuno.

Vio el desayuno preparado por su padre y se sentó en el banco individual que tenía la barra de la cocina. Su progenitor le comentó que a las nueve en punto llegarían los abogados y Luka para terminar de tramitar los papeles, por lo que ella cuando vio el horario, se levantó y se dio media vuelta para dirigirse a su habitación, pero él le habló;

―Me pidió que te quedaras en la reunión ―le contestó haciendo referencia al piloto.

―¿Por qué? No tengo nada que ver en sus asuntos ―dijo con molestia.

―Por favor, quédate ―le pidió casi en súplica.

―Está bien ―le respondió asintiéndole con la cabeza también.

A las nueve en punto, tocaron el timbre del departamento y Fiorella se puso nerviosa de inmediato. Cuando su padre abrió la puerta para dejarlos pasar, ella permaneció quieta y de pie. Los dos abogados estrecharon la mano con él y luego con la joven pero Luka Cassiragghi con ninguno de los dos. Mientras los cuatro hombres discutían en la sala de estar que estaba a corta distancia de la cocina, ella preparaba café para servirles una taza a cada uno.

Se quedó petrificada cuando escuchó de la boca del italiano que le pedía a su padre la escritura del departamento también. Pocos minutos después, ella llevaba las tazas y algo dulce para comer sobre una bandeja. Apenas Cassiragghi la vio acercarse a ellos, se levantó y tomó la bandeja con sus manos.

Fiorella se sorprendió que hiciera aquello, levantó la cara para mirarlo.

―Gracias ―le dijo soltando la bandeja.

―De nada ―le contestó con neutralidad.

Media hora después, los abogados se retiraron del departamento y Ernesto salió para comprar algunas cosas que necesitaba para el viaje. Quedaron Fiorella y Luka a solas y la incomodidad fue terrible. Hasta que la muchacha rompió el silencio.

―Siento que te debo una disculpa ―le confesó estando sentada frente a él.

Luka frunció el ceño porque no la estaba entendiendo del todo.

―¿Por qué tendrías que darme tú una disculpa? ―interrogó asombrado.

―Porque me siento culpable también ―le respondió tragando saliva con dificultad y sintió que casi se le asomaban algunas lágrimas.

Noches de Tormenta ©Where stories live. Discover now