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~Brave POV~ En una repetida melodía, la lluvia me despertó

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~Brave POV~
En una repetida melodía, la lluvia me despertó.

Killian estaba de espaldas a mi, su cuerpo estaba envuelto de una extraña manera en la tela gruesa del edredón y yo estaba consumida en un agujero que él mismo había creado en el centro de la cama.

Estaba acurrucada detrás de él, sudando por el calor que su cuerpo emitía.

Abrí los ojos y comencé a contar los lunares que tenía en la espalda. Veía su piel suave, completamente lisa, decorada con pequeños grupos de lunares oscuros. Parecían constelaciones, me preguntaba que forma crearía si tomara un marcador y enlazara cada uno de ellos.

Él era un artista y su misma piel podría formar parte de un hermoso lienzo. Pensé.

Mi alarma no había sonado, había dormido dos horas completas; tal vez menos. No estaba soñolienta ni cansada, solo estaba sorprendida de la manera en que mi cumpleaños había concluido.

Dejé un beso sobre su hombro antes de levantarme. Quería pensar y creer que mi madre no había notado el hecho de que no dormí en mi cama.

Probablemente ella ya estaba despierta y yo no tenía mucho tiempo para regresar a mi habitación. ¿Pero acaso eso importaba?

— ¿Ya estás huyendo de nuevo? — Killian se removió debajo del edredón, sacando la cabeza de la almohada y mirándome con los ojos enrojecidos.

Tenía todo el pelo alborotado y bolsas negras debajo de sus ojos. Sus labios estaban secos y sus cejas despeinadas. Tenía esa cara de recién levantado, una imagen completamente adorable.

— No estoy huyendo. — aclaré, vistiéndome avergonzada de espaldas a él.— Tengo exámen hoy. Es el primer final del semestre. Quiero llegar temprano a la universidad.

— ¿Habláremos después? — se apoyó en sus codos y me observó algo preocupado.

— Si.— le aseguré. — Luces adorable. ¿Lo sabías? — dije acercándome a la cama.

Killian sonrió con picardía. — Lo sé. — dijo.

Mi cuerpo me pedía que cayera sobre él y que durmiera a su lado por el resto del día. Yo tenía ganas de besarlo, de sentir sus manos a mi alrededor de nuevo. Lo extrañaba y ni siquiera había salido de la habitación.

Killian producía eso en mi. Un sentimiento insaciable, algo de lo que jamás puedo tener suficiente.

— Hablamos después.— lo besé en la mejilla, pero me detuvo. Quitó el espacio entre nosotros y me hizo caer sentada en su regazo, al borde de la cama. Por un segundo parecía que nos caeríamos al suelo, pero encontramos finalmente un punto de equilibrio. — Me tengo que ir. — susurré contra sus labios.

Lo deseaba más de lo que él me deseaba a mi. Pero eso él no lo podía saber.

— Ya lo sé.— besó mi frente. — Hablamos después. — gruñó con resignación antes de soltarme.

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