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~Brave POV~

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~Brave POV~.
No tenía un plan.

Le había saltado encima como un animal desbocado, hambriento. Tal vez había sido la manera en que me había gritado que me amaba minutos atrás, tal vez fue la desfachatez con la que me retó a atreverme, a tentarlo a hacer algo.

No lo sabía, no sabía lo que estaba haciendo, pero si sabía perfectamente que lo que hacía, se sentía jodidamente bien.

Killian había retrocedido de la impresión, yo había cerrado la puerta con el pie antes de enredarme en su torso desnudo. Él estaba desorientado y no sabía muy bien a donde ir o donde colocarme. Estábamos rebotando de lugar en lugar, pared a pared sin rumbo o dirección.

No sabía como se sentía Killian ante semejante asalto, no sabía lo que estaba pensando y ni quería imaginar tal cosa. Besarlo se sentía demasiado bien para pensar en algo que no fuera la suavidad de sus labios o la agilidad de su lengua dentro de mi boca.

Había pasado mucho tiempo, demasiado tiempo sin sentir este contacto, sin sentirlo tan cerca. Estaba consciente de que esto arruinaba por completo mi batalla interna de no caer en tentaciones ante el ogro, pero, ¿Qué podía hacer? Lo quería, lo quería cerca.

Lo más cerca que pudiera tenerlo.

— ¿Qué estás haciendo? — Killian preguntó agitado, sorprendido en un buen sentido. Como alguien que se acaba de encontrar dinero en un pantalón viejo.

— Cállate — le dije cuando por fin llegamos a un lugar solido.

Killian me puso encima de su escritorio. Él se apartó, pero logré enlazar mis pies a su alrededor de nuevo.

— No entiendo. — dijo poniendo sus manos sobre la mesa. — ¿A qué estás jugando intrusa? Dime para terminar con mi sufrimiento.

Ladeé la cabeza, mordiendo mi labio inferior. — No estoy jugando a nada. — llevé sus manos a mi rostro dejando mis palmas frías sobre las suyas cálidas.
Killian podía parecer la persona más fria del mundo pero, irónicamente él siempre estaba cálido.

— Dijiste que me querías.— le recordé.

Estrechó mi rostro por un segundo. — ¿No me digas que no lo sabías? Era bastante obvio.

— Yo también te quiero, creo. —agaché la cabeza y entonces podría decir que caí en cuenta de todo lo que había hecho.

Me había dejado llevar por mis más profundos deseos. Me había vuelto loca y lujuriosa, y estaba bien con eso. No me daba pena. Ya estaba todo perdido, la carrera ya había comenzado. Solo quedaba llegar hasta el final.

Miré a Killian a los ojos y pude ver que no era la única que tenía ganas de llegar hasta el final. Él estaba rojo como un tómate, calmado y esperando a que hiciera algo. A que lo besara, tal vez.

Estaba Esperándote ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora