II. Matices

9.6K 1.1K 361
                                    


I can't believe what you said to me
Last night when we were alone
You threw your arms up
Baby you gave up, you gave up

Spechless, Lady Gaga

Sé manejar tu ira.

Sé que te asusta hacerme daño. Lo veo en la manera en la que huyes de las discusiones, las evitas. Tus ojos se llenan de remordimientos y a veces no sé si acabas más enojado contigo que conmigo. No puedes hacerme daño. Bueno, confío en eso.

Te quiero.

—Lo siento —murmuras, ante mi puerta, cuando la abres.

No recuerdo ni siquiera por qué estábamos discutiendo. Supongo que no era importante: cuando lo es no suelo olvidarlo con tanta facilidad.

Veo cómo te miras los pies y alcanzo a ver el enojo que estás esforzándote tanto por esconder.

«Lo siento».

¿Sabías que antes pensaba que tus labios nunca serían capaces de pronunciar aquellas palabras?

No es que hubiera importado. No para mí. Mis sentimientos no hubieran cambiado. Sé que no está bien, Kacchan, en serio, pero te perdoné antes de que me pidieras perdón. La primera vez fue antes de que nos besáramos por primera vez. Llevábamos semanas —quizá meses y no nos habíamos dado cuenta— danzando el uno en torno al otro. Y entonces tú dijiste «Lo siento». Lo escupiste de improviso, ante mí. No recuerdo el resto de tus palabras y creo que tú tampoco.

Eso tienen los momentos confusos: a veces, por más que queramos recordarlos, hay pedazos que se quedan perdidos en nuestra memoria.

Sé que dijiste que me merecía esas disculpas, que habías sido un idiota demasiado tiempo, que lo sentías. Por los golpes, por los empujones, por los cuadernos que tiraste a los charcos, que explotaste y dejaste marcados para siempre, por los que rompiste. Por todas las veces que me miraste desde arriba.

Y sé que dijiste que no importaba si no te perdonaba nunca.

Ya te había perdonado.

Pero siempre agradecí el gesto. Dentro de mí, siempre temí que no fueras capaz de decir «lo siento», que todas las palabras que alguna vez me dijiste fueran una mancha en una relación.

(Tus palabras siempre me parecieron peores que tus actos).

Y aquí estamos de nuevo.

—No importa —dijo. Sonrío.

Es en serio. No importa. No estábamos discutiendo por nada importante.

—Claro que sí. —Insistes en ello. Busco tus ojos que con tanta insistencia buscan el piso, mis zapatos, los tuyos. En ellos alcanzo a ver el miedo que tienes de volver a hacerme daño—. Importa, digo. Lo siento. No debí de haber gritado.

Alzo mi mano, busco tu mejilla.

Siempre soy el primero en buscar tu piel, en pasar las yemas de mis dedos por tus mejillas, en rogarte que te acuestes en mis piernas para poder enterrar mis manos en tu cabello.

—Está bien —respondo. Silencio. Me aclaro la garganta—. ¿Quieres pasar?

Cuando digo que sé manejar tu ira, lo digo en serio, Kacchan. No voy a dejar que vuelvas a convertirme nunca jamás en tu saco personal de boxeo. Lo digo con todo el amor del mundo, lo juro. Puedo manejar tus desplantes. La mitad del tiempo no hablas en serio. La otra mitad puedo ver como la ira da paso al miedo que tienes de hacerme daño.

Kacchan [Katsudeku/Dekukatsu] Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin