I. La imagen de la victoria

21.2K 1.5K 650
                                    

'Cause I feel safe in your arms
And she's got dashes in her stars
I hope you both, come around
This way (this way)

Dasher, Gerard Way ft. Lydia Night

A veces me pregunto si eres capaz de verte de la misma manera que te ven los demás. No. Como te veo yo. ¿Te miras al espejo y reconoces en él a la persona que veo frente a mí?

Eres la gloria, Kacchan.

Antes de que supiera lo que significaba «gloria», tú ya eras la imagen de ella en mi mente. Eras mi propia imagen de la victoria y, por mucho que te odiara, reconocía en ti una fuerza que no veía en nadie más.

(Quizá, en All-Might, pero nunca te contaré eso, eres capaz de que se te suba a la cabeza).

Pasé gran parte de mi vida a tu sombra.

No te preocupes.

Yo mismo elegí ese lugar.

Te lo dije una vez, ¿no? Después de All-Might, siempre fuiste la figura a la que más admiré. Estabas a mi alcance, podía verte, casi podía sentirte. Además de las partes que odiaba y que me hacían daño, estaban las otras.

Hubo quien te admiró, quien te tuvo envidia. Quien vio tu singularidad y te dijo: «¡Un poder digno de un héroe!», «¡Serás un buen héroe en el futuro!». Muchas veces te vi sonreír ante la adulación fácil. Pero también sé que ahora te pesa.

Todas esas personas veían tu singularidad y nunca te miraban a ti. Nadie quería saber lo que estaba detrás de unas manos que explotaban porque su sudor era nitroglicerina. Veían el poder, no veían a la persona.

Yo siempre lo vi todo, Kacchan.

Quizá por eso te irrito. Te irritaba. Contigo, siempre es difícil saberlo.

Por eso tienes esa expresión en este momento: finges que no quieres estar donde estás, pero no te mueves. Aun así dejas que pase mis manos por tu cabello mientras re recargas en mis piernas. Tienes el ceño fruncido, pero el fantasma de una sonrisa se asoma por tus labios. ¿Te ha dicho alguien lo contradictorio que eres?

Probablemente.

No lo sé.

A veces no sé si es cierto o es sólo una fantasía lo que estoy viviendo. Siempre te he admirado, Kacchan. Nunca te atrevas a dudarlo. También te he odiado tanto que el odio se ha vuelto nauseas. Pero también te quiero. En todas tus facetas actuales.

—Izuku.

Alzas una mano, buscando mi rostro o mi cabello. No lo sé. Después de una vida, todavía no he aprendido a anticipar tus gestos de cariño. (No te preocupes, sé que son bienintencionados, aunque te cuesten).

—¿Mmm?

Mi mano se pasea por tu cabello, todavía.

—Izuku —repites.

Sé que no te gusta decir «Deku» en estos momentos. No te culpo. Si a mí el nombre me hizo fuerte porque lo resignifiqué, para ti está pintado de todo lo que fuiste y de lo que has intentando tantos meses quitarte de encima.

Me gusta cómo suena mi nombre en tus labios. Creo que todavía no te lo digo.

Me da miedo soltarte todos mis pensamientos de tirón y que te asustes. Hablo demasiado. Lo sé. Pienso demasiado. A veces mis labios reaccionan sin que yo me dé cuenta. Usualmente no me importa, porque contigo me contengo. Todavía no sé qué significan todas las cosas que siento.

Cada que tus dedos me tocan, me salto un latido.

Sé que no tocas a nadie. Siempre llevas las manos escondidas. Tampoco dejas que la gente lo haga. No la mayoría. La única manera de darte un abrazo es tomarte por sorpresa. Sé que aceptas los míos cuando estamos solos y nadie puede vernos. Los aceptas. No siempre los correspondes.

No te preocupes.

Lo entiendo.

Tienes el control perfecto sobre tu singularidad y sobre tus manos y todavía puedo ver la sombra del miedo que te da cagarla cuando alguien se acerca demasiado a ti. Lo veo cuando peleas. Tienes mucha boca y mucho diente, pero nunca hieres a los civiles ni a los que pelean a tu lado. Tienes cuidado y nadie lo nota por el tiempo que pasas gritándole a la gente que se muera.

—Estás anormalmente callado.

Sonrío.

Ya sé.

Todavía no me acostumbro a lo que sea que sea esto.

—Te ganaré la próxima vez —aseguras. Te incorporas y se sientas a mi lado.

Ah, eso. Claro. No es que lo haya olvidado. Es que las peleas y los combates son tan parte de nuestra rutina como cualquier otra cosa. Hubo un tiempo en el que desee con todas mis fuerzas superarte. ¿Lo recuerdas? Es una pregunta estúpida. Lo sé. Claro que lo recuerdas. Te aseguré que haría mío el poder de All-Might, aunque entonces no supieras exactamente de dónde había salido mi singularidad. Desde entonces me has perseguido con esa afirmación que hice, sin dejar que me eche para atrás.

—Sí —sonrío.

Incluso cuando pierdes, cuando acabas debajo de mí, con mis manos en tus muñecas y mis piernas una a cada lado de tu cadera, sigues representado la victoria para mí.

—Podrías cambiar tu finta, un poco —te digo. Eres adaptable, lo sé. Cada vez se hace más difícil sorprendernos, conozco tu estilo mejor que tú mismo, estoy acostumbrado a observar. A observarte—. Cuando levantas el brazo derecho y en realidad disparas con el izquierdo... Podrías intentar desestabilizarme si disparas hacia mis piernas.

Te veo fruncir los labios, pensar en ese escenario.

No te estoy ayudando, Kacchan. O sí. Es difícil definirlo, cuando se trata de ti. Quiero ganarte y a la vez quiero elevarme hasta la cima contigo. Quiero extenderme mi mano y que la tomes sin reservas cada vez.

—Buena idea —musitas. Tu mano busca mi mejilla, me haces voltear a verte.

¿Te has dado cuenta de todas las veces que me pierdo en tus ojos? Sé que observas. La gente no se da cuenta porque cuando te ven, sólo notan el ruido, la presencia, el poder. Otras cosas quedan perdidas. La delicadeza con la que observas a quienes consideras tus semejantes se pierde entre gritos y amenazas. Pero yo la veo, Kacchan. Siempre la he visto.

También, sé que no siempre me consideraste a tu altura.

Pero eso es una obviedad que no debería estar pensando ahora mismo.

«Tienes bonitos ojos» es algo que diría si no fuéramos tú y yo. Entre nosotros hay una inmensidad de cosas que no necesitamos decir, que no podemos decir, que simplemente damos por sentadas.

Algún día te lo volveré a decir, lo juro.

Que eres para mí la imagen de la victoria. En mis ojos, representas incluso la más inútil de las glorias. Mereces oírlo.

Pero hoy no puedo. No todavía. Apenas estoy acostumbrándome a tenerte para mí y a ahogarme en tu presencia, a esa intensidad con al que sientes, con la que me tocas, con la que peleas. Creí que estaba habituado a ti. He pasado a tu lado toda mi vida, después de todo, incluso cuando he deseado huir de lo que fuiste.

Siento tus labios sobre los míos.

¿Sabes que me ahogas, Kacchan?

Quizá, probablemente. También te lo preguntaré algún día. Ahora no. Ahora quiero sentirte. Nadie sabe la delicadeza con la que besas, con la que tus manos recorren mis brazos y se detienen para agarrar mi cintura. Esa parte de ti es sólo mía.

Kacchan [Katsudeku/Dekukatsu] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora