Algo más (Mini-fic Stony)

29. Nuevo comienzo (II) FINAL.

Tony:

— ¿Y? ¿Ya se besaron?

Siempre tan indiscreta Nat, aunque debo admitir que tu urgencia por saber todo lo que pasó anoche se me hace muy graciosa.

—Hoy no, pero ayer…

—¡Habla de una maldita vez!

Deja su bolsa de frituras a un lado de la cama y se pone de pie, yo sigo concentrado guardando algunas de mis cosas en el morral, fingiendo que la ignoro.

—Anthony… Te Lo advierto. No quieres verme enojada.

Sí, sí, ya; cuanta intensidad.

—Ok, nos besamos. Yo lo besé, pero hasta ahí, no pasó nada más.

—¿Estás seguro? Es que tu estabas muy ebrio y él pudo haber aprovechado tu estado para… Tony, sabes que puedes contarme lo que sea.

Oh Natasha, así que era eso. Tus muestras de afecto y preocupación genuinas son tan raras de presenciar que no sé cómo reaccionar, pero de verdad estoy muy conmovido y…

Creo que voy a llorar.

—Si estás pensando en abrazarme ni siquiera lo intentes, Tony.

—¿Por qué piensas que quiero abrazarte?

Tengo que bajar los brazos ante su mirada despectiva, pero Tony Stark nunca se ha rendido…

—¿Uno chiquito?

—Oh no Tony, ni lo pienses.

—Vamos, por lo viejos tiempos ¿eh?

Nat desvía la mirada y tuerce los labios, esa es la señal que necesito para acercarme.

—Lo sé Nat, sé que también querías esto, un abrazo de tu mejor amigo para calentar un poco ese iceberg que traes por corazón y… ¡Auch!

—No te pases de listo conmigo.

Ok, sí, tal vez me merecía esa patada. ¿Pero por qué en mi amiguito? Él no te hizo nada Nat, demonios…

—Eres cruel.

—Gracias.

—Ok bien, ya me iré si tanto te fastidia mi compañía.

—No tienes idea, eres insoportable.

Ni creas que esa sonrisita tuya alivianará lo que has dicho, estoy de verdad herido.

—Me ganas, siento muchísima lastima por Bucky.

—Sí, ajá. ¿No se te hace tarde para ir con Steve?

¡Mierda! Ya casi son las 3, por poco lo olvido…

—Si tanto quieres que me vaya solo dímelo. Eres una horrible amiga. Te odio tanto.

—Yo también te odio, muchísimo.

—Como sea, me voy.

—Tony…

Es interesante como el tono de su voz cambia de repente y se suaviza. Me giro a mirarla.

—Cuidate. Y no olvides llamarme en la noche.

—¿Como podría? Adiós, bruja.

Nat suelta una pequeña carcajada que logro escuchar antes de cerrar la puerta. Puedo adivinar qué masculló un par de insultos que no entendí, y sonrío también mientras salgo de su casa.