11. ¿Amigo O Enemigo?🌸

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Tony despertó muy temprano, con algo de resaca y un ligero dolor de cabeza, nada que no se le quitara con una buena ducha. 

Mientras el agua resbalaba por su piel se puso a pensar en lo que había sucedido esa noche. 

Sí, lo recordaba todo. 

Ese beso, aunque no estaba muy seguro de llamarlo así ya que apenas se rozaron los labios, pero se había sentido tan bien, que si Nat no llamaba seguramente él no se hubiese despegado de Steve. Cerró los ojos recordando ese momento y reviviendo aquella sensación de placer que despertó la piel del rubio en él, tuvo que detenerse cuando sintió algo despertar en su entrepierna. 

—Maldición Tony, eres un pervertido. —Cerró el agua caliente y dejó que el agua helada lo calmara un poco. —¿¡Pero en qué rayos estoy pensando?! Ok, ok, sí me gusta, tal vez demasiado, y sí, anoche estaba muy consciente de lo que hacía pero creo que él no ¿O sí? Como sea, se lo diré, sé que también le agrado, parece alguien con buenos gustos así que... ¿Por qué no? Ambos estamos solteros y podría funcionar. —Cerró la llave del agua y empezó a secarse —. Lo sé, lo sé, apenas nos conocemos, ¿pero eso qué? Hay química, y creo que ambos lo hemos notado, aunque tal vez... —Agarró su ropa para vestirse —... ¿Debería hablarlo primero con Nat? Estoy seguro que ella me dirá que se lo diga, que no perdería nada intentando, además ¿que es lo peor que podría pasar? —Se miró en el espejo mientras se arreglaba un poco el cabello —. ¡Al diablo! Se lo diré ahora. —Abrió la puerta dispuesto a buscar a Steve, pero no fue necesario ya que el rubio estaba justo frente a él, entonces olvidó todo su monólogo de hace unos segundos y entró en pánico al pensar en que Steve lo pudo haber escuchado, así que lo único que hizo fue huir. 

—De verdad que eres idiota. —Se dijo, mientras caminaba de un lado a otro en su habitación, cuál gato enjaulado. —. Ok, no pasa nada, solo me agarró desprevenido, tal vez ahora no sea buen momento para hacerlo y no quiero que sospeche de mis intenciones así que... —Se sentó en la cama. —... Lo ignoraré el resto de la mañana, y entonces cuando ambos regresemos por la tarde... ¡Se lo diré! —Golpeó la palma de su mano con un puño. —. Sí, así será. 

°°°

Tony no podía estar más aburrido en su primer día de clases. 

A primera hora les dieron un recorrido por toda la universidad, y fue ahí donde conoció a Stephen, un muchacho bastante agradable que se le acercó con la excusa de que estaba perdido, sea por coincidencia o destino, a ambos les tocó su primera clase juntos. 

Stephen era de esos chicos que te hacían sentir cómodo enseguida, y de los que te inspiraban confianza solo con verlo. Tenían muchas cosas en común, como su gusto por la música y la tecnología, y su plática era tan amena que esas dos horas pasaron en un abrir y cerrar de ojos. 

Para la siguiente clase se separaron. 

Esas siguientes dos horas fueron bastante aburridas para Tony, presentación del profesor, presentación de los alumnos y bla, bla, bla. 

Extrañó un poco a Stephen, ya que sin él parloteando a su alrededor solo pudo pensar en Steve y en lo que estaba dispuesto a hacer esa tarde, sintiéndose ansioso y muy inquieto. 

La campana de receso resonó en todo el pabellón, los alumnos se dispersaron por todo el lugar como si de hormigas se tratara. 

Tony salió con un grupo de ellos, que se aglomeraron alrededor del profesor pidiendo indicaciones y demás. 

Pero en esos momentos sus ojos detectaron una silueta familiar. 

Una rubia, de ojos verdes y mejillas sonrosadas, lo tenía rodeado con sus pequeños brazos y tenía la cabeza recostada en su hombro. Sí, parecía su tipo y combinaban muy bien, y sí, Tony sólo se pudo fijar en eso. 

"Entonces sí tenía novia, maldito mentiroso" pensó. 

Algo tironeó con fuerza su corazón. 

Pero entonces Stephen llegó al rescate, y la sonrisa que le dio fue de verdad sincera, jamás había estado tan feliz de ver a alguien. 

°°°

—Me toca en el 202. —Le dijo Tony revisando su horario, mientras terminaban de almorzar en la cafetería. 

—¡A mi también! Que suerte que la mayoría de clases las llevemos juntos. —Stephen sonreía frente a él. 

Pero Tony era otra historia, a pesar de que su amigo era un buen distractor, no podía sacarse de la cabeza aquella imagen de Steve con esa rubia. 

—Sí, qué suerte... —Dejó escapar un suspiro.

—Me parece que... Estás triste por algo. —comentó, captando la atención del castaño. —. En la mañana te veías más alegre, ¿pasó algo malo? —Le preguntó, con sincera preocupación. 

Tony lo miró largamente en silencio, ¡al diablo! Necesitaba desahogarse. 

—Pues... Sí pasó algo. 

—Soy todo oídos. 

—Hace un par de días conocí a alguien, es mi compañero de piso en realidad y... —Tony le narró todo, desde su primer encuentro hasta lo que había pasado hace unas horas, Stephen lo escuchaba con suma atención y asentía de vez en cuando como analizando la historia. —... creo que me siento un poco decepcionado, no porque esté con esa persona, sino porque me mintió, pensé que éramos amigos. 

—Umm... —La expresión de Stephen era de total asombro —. Yo creo que no es solo por eso, tal vez comenzaste a sentir algo por él. 

—No, ya te dije. Solo me gusta, así como me gustan las hamburguesas. Y lo que no logro entender es porque me afecta que esté con alguien más. Digo, si voy a un restaurante y no tienen hamburguesas busco otro y listo, problema resuelto. 

—Entonces... ¿Steve es tu hamburguesa? 

—Algo así, ya que no me puedo comer esa hamburguesa simplemente buscaré otra. ¡Ya está! ¿Cómo no se me ocurrió antes? Soy un genio. 

–Oye pero... ¿No crees que te estás adelantando un poco? No estás seguro de que esa chica con la que lo viste sea su novia. 

—Eso es cierto, pero tampoco tengo forma de averiguarlo así que prefiero no involucrarme más. 

—Tal vez tú no, pero yo sí. 

—¿A qué te refieres? 

—Yo podría averiguarlo para ti, tengo mis contactos. 

—¿De verdad harías eso? 

—¡Por supuesto! 

—Mañana te invitaré el almuerzo. 

—Esta bien y... Tony, si resulta que sí es su novia, ¿yo podría ser tu hamburguesa de reemplazo? 

Tony comenzó a reír tomando su pregunta como una broma —De verdad que eres divertido. —Le dijo, recuperando el aliento. 

Una sonrisita fingida se dibujó en el rostro del pelinegro. 

 

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