Capítulo 23

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Después de despedirnos de nuestros padres, Alex y yo nos dirigimos a nuestra habitación. Ellos seguían en el bar conversando muy divertidos y no quisimos quedarnos a interrumpir su momento.

Me lavé los dientes y salí del baño con la remera de Alex ya puesta.

La televisión encendida era lo único que iluminaba la habitación.

-En diez minutos empieza el conjuro, podemos verla juntos si quieres- me ofreció Alex.

-Claro- acepté-, yo ví la dos y me encantó.

"Encantar", buena palabra para describir como grité. Las películas de terror y yo no éramos amigas.

Me senté al lado de Alex evitando tocarlo. Estaba bastante complicado ya que él ocupaba parte de mi espacio. Estaba a poco de caerme y no me movía, parecía una estatua.

Lo miré y él estaba de lo más tranquilo. Parecía no darse cuenta de lo que provocaba en mí.

-¿Qué?- me preguntó. Lo estaba mirando fijamente y no me había dado cuenta.

Premio para la mejor disimulando: ¡Wendy! Sí, yo, a la que le decían "mira disimuladamente" y giraba la cabeza como la del exorcista.

-Nada- le respondí apresuradamente y miré al frente.

Sentía la mirada de Alex sobre mí y eso me ponía más nerviosa.

Me acosté mirando al techo y acto seguido miré a Alex, sus ojos avellana seguían puestos en mí.

-Tengo una duda- dije-, por lo que tengo entendido cuando un chico le dice a una chica de ver una película no es con esa intención, ¿es verdad?

-No siempre- me respondió-. Supongo que si la chica nos gusta vemos la película.

-¿En serio?, ¿así funciona?- le pregunté.

-No lo sé, Wendy, nunca hice eso.

-Oh...

Alex me sonrió de boca cerrada y agarró su celular. Yo aproveché para mirarlo libremente, subí mis ojos por su abdomen hasta llegar a su cara y enfocarme en sus labios.

Extendí mi brazo y pasé mis dedos por su labio inferior hasta llegar al arito y agarrarlo entre mis dedos.

Alex había dejado su celular para mirarme, estaba analizando con deseo cada gesto que yo hacía.

-¿Qué haces?- me preguntó con voz grave y las mariposas en mi estómago empezaron a revolotear.

-¿Te duele?- pregunté moviendo su arito. Lo miré y sonreí de una forma sensual.

¿Qué estaba haciendo? Eso no iba a terminar bien.

-No- respondió sin despegar sus ojos de mí.

Saqué mi mano de su boca y él agarró mi muñeca. Estaba mirándome los labios de una manera descarada.

-Nosotros tenemos algo pendiente- dijo.

-¿De verdad?- pregunté mientras me incorporaba-. ¿Qué cosa?- me senté en sus piernas. Él me miró con sorpresa y después sonrió.

-Acércate- me ordenó apoyando sus manos en mis muslos.

Hice lo que me decía y él gruñó. Apoyé mi mano en su nuca y acerqué mis labios a los suyos, apenas rozándolos.

-No vas a hacerme eso otra vez- susurró.

Agarró mi cara con su mano y presionó sus labios contra los míos.

Apoyó sus manos en mis caderas y me acercó aún más a él. Nos estábamos besando con claro deseo.

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