Capítulo 21

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-Estás demorando un montón- se quejó Alex del otro lado de la puerta.

-Es la tercera vez que me lo decís, ya entendí-respondí.

Teníamos que bañarnos y yo le había robado el baño aunque él lo había pedido antes, por eso no había dejado de insistir en que me apurara.

-¿Te falta mucho?- me preguntó.

-No, me falta vestirme.

Me envolví en la toalla y salí de la bañera. Me sequé el cuerpo y luego las puntas del pelo.

Yo tenía dos toallas, una para el pelo y otra para el cuerpo, pero pasaron cosas (mi torpeza) y una de ellas terminó dentro de la bañera.

-¡Wendy!- exclamó Alex.

-¡Espera un poco!

-Voy a entrar- aseguró.

-Sí, claro- murmuré mientras agarraba mis jeans.

Se abrió la puerta y yo grité mientras me tapaba con el pantalón. Alex cerró la puerta detrás de él y me miró de arriba a abajo.

-Te lo advertí- me recordó.

Seguramente estaba roja como un tomate.

En ese momento recordé el enorme espejo detrás de mí y corrí hasta al lado de Alex para apagar la luz.

-Debería aprender a trancar las puertas- me reproché en voz alta.

-Deberías, las personas pueden creer que es una invitación a entrar- agregó Alex y yo rodé los ojos aunque él no podía verme.

-¿Podrías irte así me visto en paz?- le pregunté de mala gana.

-No.

-Son cinco minutos, Alex.

-No.

-Bien, pues me voy yo- le dije.

Tanteé en la oscuridad y logré encontrar mi remera.
Después pasando mi mano por la pared llegué hasta la puerta, pero Alex se interpuso en mi camino, impidiéndome salir.

-¿A dónde crees que vas?- me preguntó. Parecía que él era el depredador y yo su presa.

-Estamos perdiendo el tiempo- me quejé mientras sostenía los jeans entre mis piernas y me ponía la remera.

Mi pantalón tenía agujeros y encima una tiras que recorrían todo el costado de ambas piernas. Si me complicaba ponérmelo con luz, más me costaría en la oscuridad.

Encendí la luz para terminar de vestirme, pero Alex la volvió a apagar, volví a encenderla y Alex volvió a apagarla.

-¡¿Cuál es tu problema?!- le pregunté perdiendo la paciencia.

Alex volvió a prender la luz y yo suspiré.

-Vos sos mi problema.

Antes de que pudiera hacer o decir nada sus manos rodearon mi cintura y me atrajeron hacia él, luego bajaron hasta mis muslos y me levantaron.

-¡¿Qué estás haciendo?!- exclamé.

Logré liberarme y corrí hasta la puerta, pero él me rodeó con sus brazos y luego me agarró como si fuéramos recién casados, qué conveniente.

-¡Suéltame!- exclamé.

Él me bajó en la bañera. 

Mi corazón estaba demasiado acelerado.

Alex abrió el agua y me dejó, literalmente, toda mojada.

-¡Sos un idiota!- le grité.

Cerré el grifo y observé mi remera empapada.

-Esto tiene que ser una broma- murmuré.

Alex entró en la bañera y se sentó frente a mí.

-Te ves linda enojada- dijo y mi corazón se aceleró todavía más, si es que eso era posible.

-Créeme, no te gustaría verme completamente enojada- le advertí.

-Tal vez sí- sonrió.

Se acercó a mí y abrió el grifo otra vez, el agua nos caía en la cabeza a los dos. Bajé la mirada de sus ojos a sus labios, si me movía un centímetro hacia adelante podía besarlo.

Alex se alejó de mí y volvió a sentarse. Puso el tapón de la bañera y me miró a los ojos.

-Deja de mirarme así o voy a tener que hacer algo que ninguno quiere, princesa.

La forma en que dijo "princesa" me provocó escalofríos.

-¿Ninguno quiere?- pregunté y miré sus labios.

Alex empezó a jugar con el arito de su labio para
provocarme, quería que yo cayera y faltaba poco para que eso pasara.

Me mordí los labios y me puse a gatear hasta él.

-Así me gusta- susurró él. Sus ojos avellana observaban con atención cómo me acercaba hasta dejar nuestras bocas a centímetros.

-Querías que cayera primero- dije y rocé nuestros labios-, pero eso no va a pasar.

Intenté irme, pero él me lo impidió.

-Provocar a las personas y dejarlas sin nada no está bien- me reclamó.

-Deberías mirarte en un espejo y decir lo mismo- contraataqué.

Él sonrió y se lamió los labios.

Agarró mi cara entre sus manos y en cuanto nuestros labios se tocaron mi celular empezó a sonar.

Me levanté molesta, envolví mi cuerpo en una toalla y agarré mi celular.

Respiré profundamente y contesté:

-Hola, mamá.

Puse el celular en altavoz para poder sacarme la remera empapada.

-Wen, estamos en el bar y una muchacha va a cantar en unos minutos, deberían venir.

-Ahora vamos, Alex recién se entró a bañar- dije y él levantó una ceja.

-¿Recién?- preguntó ella.

-Sí, es un boludo- dije y Alex me miró indignado.

-No digas eso.- Me respondió ella riendo-. Bueno, nos vemos en un rato.

-Nos vemos, mamá.

-¿Boludo?- repitió Alex sentado en el borde de la bañera. 

-A veces lo sos- agregué y sonreí.

Tiré la remera mojada a la pileta y me até mejor la toalla.

-Voy a tener que buscar otra ropa por tu culpa- me quejé.

-El pantalón no se mojó- dijo.

-¡Qué suerte tengo! Una de cuatro prendas está seca, ¡qué bien!- exclamé.

Agarré mis cosas y me acerqué a la puerta.

-¿Te vas?- me preguntó.

-Sí, yo tengo que cambiarme y vos bañarte.

-¿Vas a dejarme así?- me preguntó poniendo ojos de perrito.

-Báñate de una vez- le ordené y salí del baño.

Cerré la puerta y me apoyé en ella mordiéndome los labios y sonriendo.

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