Uno.

2.3K 153 64
                                    


•El primer día•Capri

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

•El primer día•
Capri

El único deseo que bailaba en mi mente a estas alturas era poder tener un respiro. Mi vida estaba ya agobiando el poco juicio que me quedaba. Necesitaba poder ser alguien más. Quería serlo, pero sin perder la esencia de mi verdadera yo. Mi existencia se limitó a seguir las estrictas reglas de mi padre, así como las creencias religiosas de mi madre. Un completo martirio si lo ves desde cierto punto de vista. Es decir, no me quejo, mi vida solía ser mucho mejor que buena; pero yo quería más. Necesitaba más. Por primera vez, quería sentirme libre.

Observaba con ojos de dulce esperanza el paisaje que se vislumbraba a través del vidrio del auto en la solitaria carretera. Me dirigía con emoción hacia una nueva aventura que prometía tanto... me sentía feliz, ansiosa y voraz. Aprendería cosas nuevas y, sin duda, mi objetivo era hacer muchas más. Todo aquello que siempre quise, pero que de alguna u otra manera jamás tuve la oportunidad de realizar. Esta vez, nada ni nadie podrían detenerlo. Lo haría, y me prometía ser feliz con ello. Las palabras estaban de más a partir de la asombrosa decisión que tomé: ver por mí.

🐌

La gran casona apareció al frente después de unas horas, y una magnífica sonrisa me inundó el rostro. Por fin, el lugar que suponía brindarme la ventura que tanto había pedido yacía a tan solo unos cuantos metros de distancia. Chillé emocionada cuando me percaté de ello y bajé del auto entusiasmada, pegando un sonoro suspiro.

—Vida, sorpréndeme.

Tomé la enorme maleta y la conduje hacia la entrada donde, pronto, una linda mujer de etnia subsahariana apareció. Su vibra era alegre, tranquila y, sobre todo, agradable.

—Bienvenida, señorita Montalbán —pronunció, esbozando una sonrisa Duchenne mientras hacía una corta reverencia, lo que me hizo sentir una pizca de incomodidad—. Mi nombre es Tara, para servirle.

—Gracias, Tara; pero sólo soy Capri, y en verdad apreciaría que todos lo supieran —rogué, mostrando mis dientes al sonreír en respuesta.

—Por supuesto. —Observó mi equipaje solamente para impedirme continuar con él—. Enseguida mandaré a mi hijo por sus pertenencias, no se preocupe. Adelante, le mostraré su habitación.

—Solo soy Capri —repetí.

—Claro, lo lamento, es solo que no estoy acostumbrada. Adelante, cariño.

Detallé el marco de madera en la entrada principal un segundo, antes de inspirar gran cantidad de aire; inhalé la fe, las ambiciones y la expectativa. Lentamente, atravesé la puerta y cerré mis ojos cuando saqué el mismo aire que acababa de entrar. Mi nuevo comienzo daba inicio justo ahora.

—El señor me pidió que le diera su habitación destinada, si así lo desea, pero adecué la del tercer piso también por si gusta...

—La del tercer piso —respondí rápidamente, vivaz. Ella asintió e inició el camino. Apreté mis labios antes de seguirle el paso, reprimiendo la sonrisa de emoción que añoraba formarse en mi rostro y, de esta manera, subí las escaleras junto a Tara.

LA PRIMERA VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora