Treinta

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¿Estás bien?, ¿Necesitas algo?, ¡Deja eso! Lo haré por ti... esas y un sin fin de frases más fueron las que más acompañaron a Temari durante el último tiempo, durante los últimos meses.

Siendo sincera estaba bastante aburrida, sabía que debía ser cuidadosa y eso no lo ponía en duda ni un sólo segundo, aún así su vida había tomado un rumbo diferente al que ya tenía planeado, todos sabían que la vida de Temari ya no podía ser como antes y eso no dejaba de rondar por su cabeza.

Siempre había sido una chica tranquila y de gustos calmados, no salía a fiestas normalmente, tampoco contaba con demasiados amigos y siempre había sido así: la hermana mayor responsable que siempre debía mostrar la mejor imagen, Temari simplemente había tenido una careta que debía cuidar... Aquello que siempre había temido ocurrió de la peor manera que pudo imaginar, en una de las peores situaciones, ni siquiera podía imaginar que todo terminaría así.

Nunca en su vida pensó en tener hijos, las relaciones amorosas siempre fueron una segunda o última opción en su vida, nunca supo si no sabía escoger bien a la persona correcta o es que simplemente la indicada no era ella, ¿Y cómo saberlo a esas alturas de su vida? Todo se había dado vuelta, nada de lo que hasta ese momento sabía seguía igual.

Era irónico y hasta un poco estúpido pensar en ese tipo de cosas, ¿Nunca tener hijos? Estaba a la nada misma de dar a luz a su hijo, ¿No encontraba a la persona correcta o simplemente ella era el problema?, pues, en ese mismo momento estaba abrazada a ella un hombre al que consideraba maravilloso, alguien que llegó a su vida para cambiarla, para cambiarla a ella, para cambiar todo lo que tenía significado. Llegó a enseñarle lo que era amar y ser amada. Sonrió, sintiéndose realmente afortunada.

Temari llevaba noches sin poder conciliar el sueño, no se sentía cómoda, pero para ella era peor estar durmiendo sola en aquella cama tan grande y extrañándolo. Se sentía acompañada al sentir los brazos de Shikamaru rodeándola durante la noche, oír su respiración tan tranquila mientras dormía le brindaba toda la calma que necesitaba, una paz así no cualquiera podría dársela y ella lo sabía muy bien.

Shikamaru Nara sin duda alguna era la persona correcta, era el hombre indicado.

Dejó escapar de su boca un fuerte suspiro mientras buscaba su celular entre tanta oscuridad, sabía que era de madrugada, pero le gustaba saber cuando tiempo le faltaba para poder levantarse y al menos caminar.

4:27 a.m

Aún faltaba mucho tiempo, podía sentirse ahogada en ocasiones, pero sabía que no estaba sola, Shikamaru estaba ahí siempre, la familia de él constantemente preguntaba por su estado, y sus hermanos no dejaban de llamarla. Se había vuelto una especie de costumbre, tenía al menos tres llanadas de cada uno preguntándole si necesitaba algo o si tenía algún malestar.

—¿Qué pasa?

—Me asustaste... —Murmuró al descubrir que Shikamaru estaba despierto.—Lo siento, ¿Te desperté?

Shikamaru negó con la cabeza un par de veces mientras se acomodaba sobre la cama, obviamente, sin dejar de abrazar a Temari. De alguna manera le gustaba saber que iba a estar ahí para ver sus ojos cada mañana.

—¿Te duele algo? ¿Te sientes mal?

—No...

—No me mientas...

—No te estoy mintiendo... —Aclaró su garganta, mordiéndose el interior de la mejilla. No se sentía del todo bien, mientras más noches pasaban más extraña se sentía.

—Temari, te conozco, ¿Quieres que haga algo por ti?

Temari resoplo y se sentó sobre la cama, segundos después quitó las frazadas y trató de ponerse pie, todo bajo la atenta mirada de Shikamaru quien no le quitaba el ojo de encima. Ella no despreciaba la ayuda de Shikamaru ni de nadie, pero ya había sido mucho tiempo dependiendo del resto, pero, ¿Qué más podía hacer?

The father of my son┊Shikatema Donde viven las historias. Descúbrelo ahora