22 | Noche en el Bosque Prohibido

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❝Night in the Forbidden Forest❞

❝Night in the Forbidden Forest❞

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Uno de mis primeros recuerdos era de cuando era muy pequeña y tenía pesadillas. Me despertaba y golpeaba la cama de mi papá, que en aquel entonces dormía en la misma habitación que yo. Él se despertaba, acostumbrado a aquella rutina, y en silencio me extendía la mano a través de los barrotes de mi cama (los cuales usaba para no caerme). Yo la tomaba y, sólo entonces, podía volver a dormir con tranquilidad. Era uno de esos recuerdos vagos y difuminados que se atesoraban en tu memoria a pesar de los años.

Así que, calmando mi miedo como solía hacerlo mi padre, Hermione me sujetaba con firmeza la mano derecha. Habíamos elegido el camino de la izquierda, con Hagrid y Harry, buscando pistas sobre el unicornio moribundo cuya sangre plateada relucía entre la oscuridad.

—¿Podría ser un hombre lobo el que mata los unicornios? —preguntó Harry, rompiendo el sepulcral silencio que se había formado.

—No son bastante rápidos —le respondió el guardabosques—. No es tan fácil cazar un unicornio, son criaturas poderosamente mágicas. Nunca había oído que hubieran hecho daño a ninguno.

El silencio volvió, con un sonido de fondo: un pequeño arroyo que corría en la cercanía.

—¿Están bien, Hermione, Adelaide? —nos preguntó Hagrid, en un susurro—. No se preocupen, no puede estar muy lejos si está tan malherido, y entonces podremos... ¡PÓNGANSE DETRÁS DE ESE ÁRBOL!

Algo me alzó en el aire y tardé un segundo en darme cuenta de que se trataba de Hagrid, justo a tiempo para no soltar un estridente grito de terror. Nos había arrastrado fuera del sendero, ocultándonos detrás de un grueso árbol. Le vi preparar su ballesta y me aferré a lo primero que vi, temblando, resultando ser la túnica de Harry. El chico no dijo nada sobre que lo molestara; en realidad, hasta me puso una mano sobre las mías para tranquilizarme. Hermione, al otro lado, también se agazapó con nosotros.

Escuchamos, tan silenciosos que ni siquiera nuestra respiración se oía, el sonido de una tela siendo arrastrada por el suelo del bosque. Se asemejaba al ruido que hacía una serpiente al deslizarse, y me pregunté si no era una serpiente aquello que había atacado al unicornio, pero luego me dije a mí misma que una serpiente era demasiado lenta.

Mi mente trabajaba demasiado rápido por la adrenalina... y a veces parecía tan lenta, que no me di cuenta que el sonido había desaparecido hasta que Hagrid volvió a hablar.

—Lo sabía —dijo, en un murmullo—. Aquí hay alguien que no debería estar.

—¿Un hombre lobo? —preguntó Harry.

—Eso no era un hombre lobo, ni tampoco un unicornio. Bien, síganme, pero tengan cuidado.

Volvimos a salir al sendero y Hermione fue quien buscó mi mano en esta ocasión. Continuamos caminando, hasta que Hagrid volvió a detenerse y me tensé; pero no era algo de qué preocuparse: sólo era un centauro, cuya raza era generalmente tranquila, a menos que los atacaras primero.

Adelaide SnapeOnde histórias criam vida. Descubra agora