12 | Halloween

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❝Halloween❞

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Tal vez fue porque se rumoreó que la hija del profesor Snape se había atrevido a acercarse al sauce boxeador y había salido casi ilesa que, al llegar el día de Halloween, me había convertido en toda una celebridad dentro de Hogwarts. Los alumnos de Gryffindor –sin contar a los gemelos, Angelina, Lee, Alicia, Harry, Ronald y Hermione– habían dejado de alejarse de mí como si fuera portadora de un virus mortal; los de Ravenclaw me preguntaban qué método había usado para lograrlo y si había un truco para hacerlo; Hufflepuff, por otro lado, quería asegurarse que mi recuperación fuera completa y, aunque eran los que menos me hablaban, me saludaban de vez en cuando por los pasillos y preguntaban sobre mi salud; finalmente, Slytherin, mi favorita y futura casa, me acompañaba por largos tramos hacia mis distintas clases.

Por supuesto, yo disfruté de toda la atención que recibía durante los primeros días..., hasta que comencé a agobiarme y esconderme en los baños durante mis ratos libres. Fred y George, conscientes de mi repentino disgusto por la atención de ser la niña que sobrevivió al sauce boxeador, me escabullían en ciertas ocasiones a su dormitorio en la torre de Gryffindor, donde pasaba las tardes haciendo tarea y jugando con ellos antes de volver al despacho de papá. Lamentablemente, durante las comidas no podía escapar y, en más de una ocasión, mi presencia provocó una discusión entre las Casas para saber con quién me sentaría aquel día.

Lo único que no esperaba, naturalmente teniendo mi edad, era enterarme de la verdadera razón por la que todos me querían tan de repente.

El día de Halloween, tras pasar toda la mañana y parte de la tarde sonriéndole a casi todo Hogwarts para no parecer una malagradecida, me disponía a regresar al interior del castillo, después de mi clase de Inglés con la profesora Hooch, cuando recordé que había olvidado mi pluma favorita. Casi corriendo, ya que sólo faltaban unos minutos para que la clase de Vuelo de Gryffindor y Slytherin comenzara, regresé por el mismo camino que había seguido hacia el campo de entrenamiento. Sin embargo, unos murmullos me detuvieron antes de salir por las puertas que daban al exterior:

—Lo mejor de todo es que mini-Snape se lo sigue creyendo —dijo una chica, para después reírse.

—¿Qué esperabas de una niñita? —le respondió un chico. Por sus voces, supuse que eran de cursos mayores—. No sé cómo es hija de Snape, si es bien tonta.

Fruncí mi ceño, sintiendo la cólera recorrer mi cuerpo. Dejé mi mochila en el suelo, dispuesta a salir y darle un buen puñetazo en la cara a las dos personas que hablaban mal de mí, cuando dijeron algo que me congeló:

—Lo sé —concordó la chica, con aire de fastidio—. Todavía piensa que todos la adoran por acercarse al sauce.

¿Cómo que «todavía piensa»?

Adelaide SnapeWhere stories live. Discover now