06 | Festín de Bienvenida

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❝Welcoming Feast❞

❝Welcoming Feast❞

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La niña que tenía alambre de chocolate como cabello caminaba detrás de Ronald y un niño de lentes que parecía el nuevo mejor amigo del hermano menor de los gemelos. Eran los únicos que reconocí en el instante en que los de Primero entraron al Gran Comedor, junto con el niño pálido y regordete que vi junto a la niña enfadosa en el tren. La piel ya me había dejado de doler, tan pronto como había empezado a hacerlo, por lo que el suceso quedó olvidado en mi cabeza como lo hacían la mayoría de las cosas.

La profesora McGonagall, mi abuela 2.0, ordenó a los alumnos nuevos a quedarse de pie entre las cuatro mesas de las Casas y el taburete de tres patas donde el Sombrero Seleccionador (mi compañero de pláticas cuando estaba aburrida y el director Dumbledore, mi abuelo 2.0, no me hacía caso) descansaba. Como siempre, éste comenzó a cantar y pude deleitarme de la sorpresa en el rostro de los alumnos de Primero que no se esperaban para nada aquello.

Cuando mi compañero de pláticas terminó su canción, todos aplaudimos. Pronto tendría que ir a la oficina de Dumbledore para felicitar al sombrero por su canción, como lo hacía cada año.

—Cuando yo los llame, deberán ponerse el sombrero y sentarse en el taburete para que los seleccionen —informó la profesora McGonagall, con el pergamino donde venían todos los nombres de los de Primero en mano.

Comenzó con una Hufflepuff... y me perdí entre los nombres. Los niños pasaban nerviosos hacia el taburete y esperaban que les tocara su Casa deseada. No podía ver sus rostros cuando el sombrero gritaba el nombre de la Casa en la que habían sido seleccionados, pero ya me daría cuenta durante el Festín de Bienvenida quiénes habían quedado en una Casa que, por lo menos, les gustaba un poco.

—¡Longbottom, Neville! —pronunció McGonagall.

—Oye, ese tiene un nombre parecido al de Tina —le susurré a papá, enderezando mi espalda por primera vez en un buen rato.

Neville Longbottom era el niño robusto que iba con Hermione Granger, la niña enfadosa que necesitaba más unos lentes que yo.

Me di cuenta que más de un alumno de Primero miró en mi dirección cuando me moví y sus rostros se fruncieron en una completa confusión, seguramente preguntándose qué hacía una niña en la mesa de los profesores. Esperaba que nadie les explicara nada durante el festín, así podría fingir ser profesora y asustar a los niños en sus primeras clases. Era mi último año como niña libre y no esclava de las materias escolares que daban en Hogwarts, así que debía dar una gran despedida antes de poder ser amenazada con que me quitaran puntos de mi Casa.

—¡Potter, Harry!

Me encogí en mi asiento cuando vi que el niño de lentes que estaba con Ronald se movió hacia el taburete. Sus lentes tenían la misma forma que los míos y casi pude distinguir que compartíamos el mismo color de ojos (¡por Dios, tengo el mismo color de ojos que el niño que sobrevivió!). Tenía curiosidad por ver la cicatriz, pero su oscuro cabello no me dejaba ni un espacio libre para ver la piel de su frente.

Adelaide SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora