- Magnus. - Llama Keriel. - Ten cuidado.

- Soy Magnus Lacrontte. - Le digo sonriente. - Nada va a pasarme.

Salto hacia el otro lado y las rodillas duelen cuando caigo. Tomo el maletín y corro por las calles de Mirellfolw hasta mi lugar de destino.

Admito que jamás me ha gustado el olor o aspecto de las plazas de mercado. Son lugares putrefactos que odio visitar, pero que recorro en nombre de la amistad.

Camino en medio de los puestos de frutas, carnes y quesos. Veo a los pobladores mirarme con asombro al notar la presencia del príncipe en su nefasto barrio y los esquivo cuando intentan tocarme.

Le diré a papá que debe poner orden en este lugar, pero antes debo inventarme una excusa que me ayude a justificar mi pedido.

- Hola. - Saludo cuando mi vista lo detecta.

- ¡Magnus! - Responde alegre, tomándome por el hombro.

Su mano esta sucia y mancha mi traje. Me asqueo pero no comento nada al respecto, puedo tolerarlo.

- Ven por aquí para que mi madre no te vea.

Caminamos hacia la parte trasera del mercado, lejos de todos, especialmente de su mamá y una vez que estamos allí, le hago entrega de todo lo que hay en la valija.

- Gracias por esto. - Dice al ver los trajes.

Él es algunos centímetros más alto que yo, por lo que le pido al sastre que haga la ropa un poco más grande para que él pueda usarla.

- Yo también te traje algo. - Avisa, sacándole una manzana del bolsillo de su pantalón para extenderla hacia mi.

Por lo general nunca consumo lo que me regala, siempre son frutas en mal estado que resultan poco apetitosas.

La tarde pasa rápido mientras merodeamos jugando por el mercado, los charcos de agua sucia mojan mi pantalón y no entiendo como puede disfrutar el jugar en medio de esta suciedad, pero resisto solo por nuestra amistad.

- Podemos ir a mi casa si quieres. - Propone al ver mi cara de asco.

Su hogar es otro lugar que no me gusta; quizás soy algo quisquilloso, pero odio ver paredes descascaradas y muebles rotos o viejos.

Cuando llegamos, abrimos la puerta de madera que esta a punto de caerse a pedazos y pasamos al interior, donde el olor a humedad se vuelve insoportable.

No sé que haría si tuviese que vivir fuera del palacio o alejado de mis padres y más aún si mi nueva residencia fuese este lugar.

Mientras jugamos en la pequeña sala de la vivienda, un prominente ruido se hace presente a nuestra espalda. La puerta es abierta con fuerza, haciendo la madera añicos. Se trata de los guardias del palacio.

- Aléjese de su alteza el príncipe Magnus. - Le advierten, al tiempo que me arrastran fuera de la casa.

Los ojos de mi compañero se llenan de dolor, lo hacen sentir inferior y así me han enseñado a verlo, pero yo no he sido capaz y creo que jamás lo haré.

Los guardias me suben al transporte con fuerza, omitiendo mis suplicas o patadas. Puedo observar en medio de la batalla como lo sostienen para que no se acerque a mi. Estamos completamente perdidos.

- ¿Vas a regresar? - Pregunta temeroso, pero yo no puedo responderle.

Cierran la puerta con violencia, dejándome en medio de dos hombres mientras mi voz se diluye al interior del carruaje, privándolo de escucharme por última vez.

El corazón del Rey. [Rey 3]Where stories live. Discover now