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Capítulo doce: "R e y e s".

─No me parece buena idea dejarlos a su cuenta, Cata ─discute Leonardo de espaldas a sus nuevos "prisioneros"

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─No me parece buena idea dejarlos a su cuenta, Cata ─discute Leonardo de espaldas a sus nuevos "prisioneros".

Las mazmorras son un lugar muy... opaco. Las rejas están hechas del material más abundante en las minas de Amexter: onix, encantados, que facilitan el labor de los carceleros ya que impiden el uso de cualquier poder detrás de éstas.
Rhosa y Jasges no demuestran resistencia, mas bien una especie de adormecimiento por los efectos del sitio.

─Él no es mi problema ─responde, exhausta.

─Lo entiendo, pero Anthony no está solo ─realza serio.

La pelinegra se muerde el labio inferior, razonando.
Por un lado está el Raimbark cuyo rencor no puede evitar al tenerlo cerca, al cual destrozaría teniendo los chances y por el otro...

─Te odio, maldita sea ─se queja con el ceño fruncido─. ¿Qué haremos con nuestro padre? No ha llegado al castillo y cuando sepa que desobedecim─

─Yo me encargo de Lexter ─la corta.

El Crativ pareciera estar atento a la conversación, su amada está acostada en su regazo mientras descansa de su larga jornada emocional.
Desde hace semanas ninguno ha podido tener ese gramo de tranquilidad tan extraña que sienten estando bajo el mando de dos "enemigos".

Las reglas de los mundos son claras, concisas desde la masacre. Ninguna criatura puede relacionarse con una del otro lado de la frontera, está tan prohibido como dejar vivir a un Raimbark. Muy pocas veces se deja pasar y es cuando se hace un intercambio de guardias que,  por lo general, solo se comunican con los reyes.

─Mejor no... Es una mala idea ─se retracta─, aunque usemos nuestra magia para ir, no tenemos idea de a dónde los mandó el portal y ese maldito fenómeno cambia su destino en cada anochecer, no tiene caso...

─Para ser la hija de un soberano te falta valentía ─se burla un tercero repentino a su disputa.

─No te metas ─avisa, enseñando con ferocidad sus garras.

─Tus amigos tienen un objetivo en común conmigo ─prosigue bajando con suavidad a la mujer dormida de sí─, que es detener este desastre creado por el heredero, ¿o me equivoco?

Leonardo baja la muñeca de Catalina, atento a lo que podría ser una oferta─. Continúa.

─Hay un modo en el que podemos ir justo al lugar donde están.

Antes de interrogar cómo, Leo anticipa la contesta.

─La cortada de Danielle... Tiene tu magia.

Jasges acierta.

─Eso no está permitido, los hechizos de ese tipo deben tener un permiso especial de parte de sus jefes.

Danielle: Reina Perdida.Where stories live. Discover now