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Capítulo tres: "L o s  H i j o s del R e y".

Los árboles muertos dejan caer parte de sus hojas secas sobre los brazos de Danielle, sus colas se arrastran entre el fango casi en completo silencio, sus orejas se estremecen con cada sonido animal proveniente de la nada y su piel brilla con dulz...

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Los árboles muertos dejan caer parte de sus hojas secas sobre los brazos de Danielle, sus colas se arrastran entre el fango casi en completo silencio, sus orejas se estremecen con cada sonido animal proveniente de la nada y su piel brilla con dulzura ante las luces lunares.

Por otro lado está él, Anthony, manteniéndose alerta a posibles ataques inesperados. Su mirada azulada y curiosa la detalla de vez en cuando.

Es baja, apenas le alcanza el pecho, su tez es gris clara y contrasta con su pálidez; tiene cabellos lisos que bailan a los lados de su cintura cuando camina; pestañas largas que cautivan a cualquiera que tenga la osadía de mirarle directamente y sin embargo sus ojos son el mayor aliciente...

No todo es una fantasía.

El vestido pastel que lleva es algo ajustado, gastado, marca sus discretas curvas y las rasgaduras con toques de tierra por innumerables caídas le decoran. Cubre un poco más arriba de las rodillas enseñando a plena luz sus cicatrices.

Marcas, moretones e hilos de sangre gris ya secadas en sus piernas.

No acaba.

Por más que el muchacho examine, está tintada con el dolor de un pasado incierto, ya sean del antebrazo o cuello, puede leer sobre sus heridas, sintiendo una lástima enorme por no saber borrarlas.

Y sin embargo, la joven le sonríe.

─¿Estás bien? No has dicho nada ─inquiere.

─Sí, es solo que ando pensativo. No te preocupes ─le devuelve el gesto, haciendo que sus hoyuelos sean mostrados.

Ella alza la cabeza hasta quedar fija al cielo, a ese que tanto le ha juzgado.

─¿Sabes? Las lunas de Amexter son muy bonitas, adornan su mundo con las estrellas ─musita─, aunque dicen que las de Lelia son más hermosas.

─Lo son ─afirma el peliblanco sonrientemente─. Son cuatro, van de mayor tamaño a menor y poseen los colores primarios de las Criarzus; cían, esmeralda, amarillo y rubí. Cada una representa sus labores.

La Raimbark endereza su postura y comienza a dar pequeños saltos sobre las piedras del camino.

─Sus tareas en el mundo humano son tan increíbles, ¿no crees? Algunos son consciencias positivas, otros fomentan la creatividad, contrarrestan pesadillas, cumplen las ilusiones de los niños... es tan hermoso ─comenta fascinada.

─Lástima que se hayan vuelto una especie igual de maligna que los Criartarks ─suspira.

─Nadie es malo en realidad. Cada historia tiene perspectivas diferentes, debes verlas todas.

Danielle ríe al resbalarse y volver a brincar.

─Tienes una forma interesante de ver ─alaga el oji-azul.

Danielle: Reina Perdida.Where stories live. Discover now