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Capítulo. 24: "F i n a l" .

Una vez más, Denylla en el cuerpo de la joven Danielle confronta una circunstancia errática que, por más que debía ocurrir es difícil de tragar

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Una vez más, Denylla en el cuerpo de la joven Danielle confronta una circunstancia errática que, por más que debía ocurrir es difícil de tragar.

Lexter cayó sobre el cuerpo de Amelia tras abalanzarse hacia ella en un asalto impulsivo, cubriendo a Danielle con su magia negra la protegió, al principio solo deseaba hablar pero... al ver el hechizo dirigido a la inocente, no le importó lo que planeaba.

No iba a seguir dejando que esa mujer se saliera con la suya, su hijo era la gota que había completado el mar, la soberana no debía estar ni un segundo más con vida y quiso terminar todo con su propia voluntad.

Así que, cuando la magia de Amelia rozó su espalda para volverlo polvo, usó su poder para embestirla en contra el suelo y atravesarle el corazón con las propias manos, con esas con las que Leonardo había sufrido, arrancando mas que venas, un vocifero y con ello, acariciando la dulce ciudad del fin.

El rey de las Tinieblas se ha hecho cenizas.

Y a su lado una divinidad del mismo rango muerta.

Sin palabras, sin aliento, sin nada.

Comenzaron un caos juntos y así lo han terminado.

—¡Lexter! —nombra a una pila de desgracia, tratando de unir todos los escombros con sus dedos—. ¡Lexter!

~Por favor, dile a Catalina que me perdone~ se oye una voz en los pensamientos de Danielle sin sitio del cual venir ~espero que tú también puedas hacerlo alguna vez, reina~

Se calla y observa a un ser que alguna vez creó, a la luz más brillante de todas que se ha extinguido por avaricia. Ha venido del brillo y ahí ha regresado tal como el hombre.

Porque se puede tener todo estando vivo, tanto material, tantas personas a tu ordenes y tanto poder como quieras pero, al momento en el que dejas de existir, que solo estás tú y una incertidumbre de a dónde vas que nadie contestará por ti... no eres nada.

La diminuta cantidad de fuerza que le resta, es elaborada en una cabizbaja valla de un milímetro rosada que resguarda las migas de lo que quedó del rey.

Solo falta una pizca de convencimiento para declarar que ha hecho su promesa: el portal.

—¡Ahg! —se queja, sin adquirir la libertad de movilidad que desea.

Cualquier rastro de optimismo es hundido en el contexto de su etapa moribunda, no basta con dar brincos desde su casi tumba para llegar a la terraza a solo unos pasos del trono y así observar la frontera, es malogrado el deseo con más sequedad.

Ni siquiera puede mantenerse perspicaz.

—¡Danielle! —vocea una Illasionist, entrando en un correteo sostenido por su amado oji-verde—. ¡Jasges! ¡¿Qué le hiciste?!

Danielle: Reina Perdida.Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin