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Capítulo dos: "C a t a l i n a".

Capítulo dos: "C a t a l i n a"

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─Yo... Simplemente no puedo decirlo, perdona.

El oji-azul hace un mohín funesto por el vocablo entristecido, su garganta se esfuerza por soltar el consuelo adecuado pero... ella lo impide.

─Gracias, Anthony. Ya debo irme ─informa tras levantar la vista.

─Estás sola, no deberías ir a Lelia estándolo ─comenta el muchacho, aspirando ayudarla.

Ahora que profundizaba, ¿cuánto tiempo lleva esa Raimbark sin compañía? ¿Cuántos meses llevaba en el bosque con las heridas sin tratar? ¿Y si no hubiera llevado esas vendas consigo? ¿Qué le ha pasado antes de aparecer en frente de él?

─Las estrellas no me dejan estarlo ─responde, sin demasiado optimismo.

De repente...

Un sonido.

Un crujido de parte del silencio abismal. Ambos permanecen inmóviles al enigma, esperando que haya sido el viento pasando en oleadas.

Para su desdicha, no tienen tanta suerte.

─Maldito desleal... ─afrenta una sombra saliendo de los árboles.

La pelinegra es una Coulde, Danielle lo adivina por la tonalidad oscura de su tez y sus ojos rubíes.

Los couldes son Criartarks, pequeñas especies nacidas en Amexter encargadas de la desgracia humana, les carcomen la mente; en resumen, parásitos acabadores de sus existencias.

─¿L-la conoces? ─duda la albina retrocediendo al mismo ritmo que él.

Sus facciones, aunque algo delicadas como una femenina atractiva, no demuestran más que odio al insultado. Su vestidura es azabache, una camiseta hasta el cuello de mangas largas y cerradas, con algunas protecciones de onix resplandeciendo a su tenebroso caminar.

─La conocía ─afirma con un gesto de decepción y acto seguido se dirige a la presencia advenediza─. Catalina, por favor. No quiero pelear.

~¿Catalina?~

Sus palabras se colocan en mute, con lentitud se van y el ambiente es cambiado en las profundidades de su saber.

─¡Catalina calma! ─ordena un pelinegro a la niña de unos nueve años que camina sin parar de un lado a otro.

─¡Papá le va a matar! ¡Voy a... Voy a perderle! ─chilla alarmada─. ¡Leonardo, debemos decirle!

─Si le decimos, las consecuencias van a ser peores, debes calmarte.

─¿Por qué quieren asesinar... Por qué quieren...? ─sus oraciones son borrosas cual radio en emisión.

"Tendrá que escapar" es lo último que se percibe antes de que todo el lugar se haga polvo.

Danielle: Reina Perdida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora