Capítulo 1. Periódico puro.

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Una voz a su espalda hizo que se detuviera de golpe y girara poco a poco, moviendo sus pies pero nada, absolutamente nada, de cintura para arriba. Parecía un robot. 


- ¡Alba! ¡Te dejabas la calculadora! 


África corría hacia ella como Phoebe corría por Central Park, es decir, hecha un cuadro. Se notaba que su mejor amiga y el ejercicio físico no eran compatibles. Alba rodó los ojos y se puso roja como un tomate. Odiaba llamar la atención y, con ese esperpento descoordinado que avanzaba hacia ella como si estuviera apartando matorrales de su camino cual amazona intrépida, estaba consiguiendo que muchos ojos se desviaran en su dirección. 

La morena llegó hasta ella y se dobló por la mitad, poniendo las manos en sus rodillas y adueñándose de todo el oxígeno que rodeaba la facultad. 


- Alba... si alguna vez... -intentaba acompasar su respiración con aspiraciones de búfalo- me ves correr... sin motivo aparente... corre tú también... porque algo grave... está pasando... 

- ¿Algo grave como qué? -bajó el tono de voz y escondió su cabeza entre los hombros para ocultarse de los curiosos que miraban hacia ellas. Se subió las gafas cuando se escurrieron hasta la punta de su menuda nariz y soltó una risita por la cara sudada de su amiga. Apenas había corrido veinte metros y parecía a punto de sufrir un infarto. 

- Como una... explosión... nuclear... o un... ataque zombie... 


Alba soltó una risotada que retumbó contra la pared cercana del edificio que consiguió sobrecogerla a ella misma. Enseguida volvió a ponerse colorada y a guardar silencio. Demasiadas miradas por un día. 


- Gracias -tomó la calculadora que África le tendía y le dio un besito antes de guardarla en su mochila-. No sé que habría hecho toda la tarde sin mi bebé. 

- A lo mejor, no sé, ¿salir a merendar conmigo? 

- ¿O tomar una cerveza? -bromeó la rubia mirando con picardía a su amiga. Ambas soltaron una carcajada a la vez que silenciaron enseguida. 

- Cerveza, ¿te imaginas? -negaba su cabeza como si fuera la mayor locura que se les pudiera haber ocurrido mientras rebuscaba algo en su mochila. 

- Qué asco, ni me la menciones -puso una mueca de disgusto y arrugó su nariz. Aprovechó para volver a colocarse las gafas en su lugar. 

- Puaj -asintió África al tiempo que removía su inhalador. Se lo llevó a la boca e hizo dos aspiraciones para calmar su asma-. Pero a una shandy no le diría yo que no. 

- Afri, tenemos ensayo de la tuna. 

- Después -probó, poniendo su mejor cara de no haber roto un plato. 


Alba meditó viendo cómo Noelia se acercaba a ellas dando mil pasos pequeñitos con el ceño fruncido y los puños apretados. 


- ¿Qué pasa? -preguntó la rubia nada más verla plantarse a su lado y cruzarse de brazos. 

- La gente es imbécil. 

- ¿Qué ha sido esta vez? -Afri rodó los ojos. 

- ¿Os acordáis del chico este que fue a Eurovision y le salió un gallo al final de la canción? 

- ¿El surfero? 

- Sí, ese -bufó-. Pues me han hecho un meme quitando su cara y poniendo la mía -le temblaban las aletas de la nariz. 

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