[•Shadow•]#M.Y.G✓|Omegaverse|+18| EDITANDO

|•FOUR•|

La mandíbula inferior de Gabriel a cayó al suelo. Estaba atónita y desconcertada, nunca en su vida se imaginó que alguien fuese tan masoquista como para provocarse tal daño a si mismo por una persona con la que ni tan siquiera tres minutos puede aguantar en el mismo lugar sin querer huir. Pero bueno, Megan nunca dejaba de sorprenderla.

Iba a hacerlo.

Y Ni ella ni el otro tipo que tenia como su amigo, aunque mas bien parecía su guarda espaldas personal, podrían detenerla. Una vez tiene una idea en la cabeza no hay vuelta a atrás.

—«No Lo hagas, No lo hagas, No lo hagas. Megan no Lo hagas»—. Gruñía su enojada loba moviéndose de un lado a otro arañando el interior de la chica con sus fuertes garras.

La de cabellos cenizos cafés extendió su mano a encuentro de la blanca y tersa piel del ahora castaño que se encontraba tendido en la cama del cuarto de la fémina sin camisa. Una tremenda herida en el abdomen de unos treinta centímetros realmente profunda que ya no sangraba y rasguños en su rostro, además de los que tenía en sus brazos lo ponían en una crítica situación pues por más fuerte que fuese, ese surco en su pecho era demasiado difícil de curar por si mismo.

Se retorcía aun inconsciente y sudaba a mares lanzando gruñidos roncos y ahogados por el dolor, su frente hervía y ni hablar de su pecho; Obviamente su cuerpo se hallaba trabajando el cuátruple de lo acostumbrado intentando auto sanarse, Sin embargo, moriría de un paro cardíaco al forzar los sistemas y aparatos de su cuerpo a hacer algo que estaba fuera de sus limites.

Solo existía una persona en la tierra que podía burlar a la muerte y desafortunadamente no era él, sino ella.

—Megan...—Susurró la omega de cabellos rulos en tono de reproche desde el marco de la puerta.

Pero ésta hizo caso omiso posando su mano en el corte principal del chico cuyos cabellos azules platinados se tornaron un color Chocolate después de su transformación.

Bufó.—No lo dejaré morir.

El dolor era sumamente insoportable a medida que la herida se había en su estómago, era como si te pasaran un cuchillo que estuvo siendo sometido a las mas intensas llamas del infierno lentamente por el abdomen; Por otro lado, las heridas de aquel chico se cerraba poco a poco hasta ser pequeños rasguños.

Gruñó.

—«¡Maldicion!, ¡Sueltalo Megan!»

La nombrada resopló adolorida llevando su mano libre a su abdomen que seguía abriéndose. Para cuando las heridas de Park, El alfa en su cama, fueron pasadas al pequeño cuerpo de Megan, ella se hallaba sobre el alfa jadeando sin fuerzas.

Ahora era ella quien se retorcía de dolor.

—«Te dije que no lo hicieras...»