|•ONE•|

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Le daba mucha risa todo lo que estaba pasando a decir verdad. Tan concentrada estaba en mirar la basura que había dentro e su casillero, que no hizo la más mínima mueca de dolor cuando alguien le apretó el brazo.

—Miles.

—¡Santo cielo!—. Exclamó la más baja, sus pulmones parecían estar por reventar por como se agarró el pecho. Las palabras que decía, salían atropelladas una por la otra.— He corrido por toda la instalación buscándote Megan.

—Respira. Te va a dar algo a este paso.— Se estaba asustando de sus jadeos tan ruidosos, si bien sabía que las cualidades físicas de Miles no eran muy buenas, tampoco se imaginó que era para incluso preocuparse porque le dé un infarto.— Habla más de espacio, tranquila. No me voy a esfumar de aquí.

Lo último, lo dijo por la forma en la que Miles de aferraba a su brazo tan desesperada. Se desconcertó cuando la chica alzó sus ojos avellana completamente cristalizados y de la nada, le apretó en un fuerte abrazo. Megan no supo cómo reaccionar, quedó estática en su lugar unos segundos antes de atreverse a hablar.

—¿Pasa algo?—. Si bien conocía a la otra muchacha, no tenían la suficiente confianza como para demostrarse afecto de esa manera. A penas hacía un mes ni siquiera sabían que existían.

Pero ahí estaba Miles, aferrándose cuál pulga a Megan.

—Grandísima estúpida.— No podía ser verdad, estaba llorando. Megan se tensó ¿Y ahora qué? Alguien que le dijera cómo se actúa cuando alguien llora.— ¿En qué momento te pedí ayuda?

—Ahora sí me perdí.

Alzó una de sus cejas, y tomando a una descongestionada Miles por los hombros, buscó detrás de sus lentes algún indicio de lo que se trataba ese alto drama que estaba montando la más baja. Recibió un golpe en sus manos, lo que la sorprendió.

—¡No te hagas!—. Maldición, Megan hacía señas con sus manos para que bajara la voz. Les iban a llamar la atención, había clases en algunos salones todavía.— Tú... Tú tomaste mi lugar, y ni siquiera me dijiste.

Lágrimas, la pobre metía sus dedos bajó sus lentes y empujaba a los lados las lágrimas que bajaban, pero nada. Seguían saliendo, pero entre sus lágrimas y la confusión en el rostro de Megan se estaba estableciendo una competencia entre cuál era mayor en cantidad.

—No te pedí ayuda nunca.

En definitiva iba ganando el desconcierto en Megan, casi le salían tatuado un signo de interrogación en la frente.

—No logro comprenderte.

—¡Dejar que te golpeen!—. Gritó con sus manos echa puños a sus lados y sus ojos rojos e hinchados completamente cerrados por un instante. La expresión en la más alta se relajó a la vez que sus ojos se abrieron en sorpresa.— Dime la verdad, la razón por la que no te defiendes, la razón por la que dejas que te den esas golpizas cada vez... Es por mí, ¿No es así?

Ah, con que se trataba de eso. Rascó su cabeza y exhaló pesadamente antes de dar un asentimiento muy pequeño. Un leve inclinar de cabeza para afirmar, eso fue lo que Miles recibió de respuesta. Una chispa de enojo creció en la de lentes, y le golpeó sin mucha fuerza a puño cerrado el hombro izquierdo a su adolorida compañera.

—¿Te crees defensor de las víctimas de Bullying o qué? Si antes pensaba que eras estúpida, ahora lo pienso más. Yo estaba bien, me había acostumbrado a sus bromas y a hacer lo que me pedían.— Comentó de manera suave, su rostro iba bajando a la altura de sus manos que se habían sostenido otra vez de los brazos de Megan. Con toda la calidez del universo, esbozó una sonrisa para Megan, las lágrimas no habían cesado aún, sin embargo, tampoco estaba llorando a mares comí hacía unos minutos atrás.—Ve y diles que no vas a seguir con esto, y las cosas volverán a la normalidad.

[•Shadow•]#M.Y.G✓|Omegaverse|+18| EDITANDOΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα