[•Shadow•]#M.Y.G✓|Omegaverse|+18| EDITANDO

|•THREE•|

Alzando su rostro con las rodillas en tierra agarró su cabello para sujetar la goma de pelo en su mano con sus dientes y haciéndose una coleta alta cerró sus azulados ojos pretendiendo así hacer que su alma regresara a su cuerpo, pues después de haber corrido el maratón de su vida y por su vida al parecer ésta había abandonado el cuerpo de la chica junto con su aliento.

Era la primera vez en todo lo que llevaba de vida que no podía dar un paso sin temer a besar el suelo; La fuerza de sus piernas se había esfumado y sentía que dentro de sus pulmones se estaba llevando a cabo una rara especie incendio a gran escala.

Cuando digo que estaba por echar llamas por sus fosas nasales no bromeo, Megan respiraba con dificultad y cuando lo hacía sentía fuego recorrer su sistema respiratorio. No exagero al decir que ella sentía haber salido recientemente de una sesión de bailo terapia intensa en las ardientes flamas de las mismísimas profundidades del Ades.

Sudor, mucho sudor.

Sentía mucho calor.

La brisa dejó de soplar y con ella el sonido de las hojas de los arboles que se movían con el viento; todo ruido animal Cesó de golpe y hubo un silencio súbito aun cuando ese era el bosque mas grande y habitado de especies animales en Corea del Sur, y la del Norte.

Un aullido lejano.

El susurro del viento asustado.

«Se acercan»

La ojos Cielo soportó su peso sobre sus pies estando hincada y retrocedió lo mas cautelosa posible hasta poder agarrar una pierna del pálido chico que llevaba arrastrando desde que comenzó su persecución. Los pantalones del peliplata estaban sucios y rasgados de tanto hacer fricción con la tierra por donde la chica lo arrastraba, pero lejos de sentirse mal por ello, Megan sonreía para sus adentros imaginando la cara de éste cuando viese su estado de pordiosero.

Tal y como el había trapeado el piso con ella, ella lo estaba haciendo con él, solo que peor pues los estaba pasando por tierra como si fuese escoba.

Hojas secas siendo pisadas.

Alaridos ahogados y agónicos.

«No... no te muevas»

La tensión en el ambiente podía cortarse con un cuchillo y palparse sin esfuerzo alguno. Pánico, adrenalina y sangre eran los principales aromas que reinaban en el aquietado aire y para más mala suerte de la chica estaba en medio del campo de caza. La estaban rodeando cual manada de Lobos sedientos de sangre.

Y exactamente eso era lo que eran.

Retrocedió un milímetro con la guardia por todo lo alto agudizando su vista que divagaba desde el tronco de los altos pinos del bosque hasta sus mas pequeñas y nuevas hojas de la punta en busca de cualquier cosas sospechosa que amenazara su vida, o que quisiera matarla.