─¿Por? ─su total atención se centra en ella.

─Tuve un accidente, eso supongo. Es extraño y confuso, es que yo... no sé, un día desperté en el bosque de Amexter. Estaba sola y creo que mis padres me dejaron allí por huir de los guardias pero... No recuerdo sus rostros o sus voces, es como si solo se hubieran desvanecido. Tal vez fue por el golpe que me di en la cabeza. Después fui acogida por otra familia y el ciclo siguió... siguió... y siguió.

─Lamento oír eso ─él mira a un lado.

Danielle se muerde el labio considerando hacer la pregunta más personal del mundo: ¿Y tu hogar? ¿De dónde vienes? Sin embargo no la suelta, no quiere causarle un mal rato a su compañero como hace segundos.

─Nunca he pisado Lelia ─comenta repentina, buscando proseguir.

─¿De verdad? ─él abre los ojos, incrédulo.

─¡En serio! Solo conozco a las Criarzus por relatos, sus habilidades, apariencias, todo. Pero solo he visto a unos dos en persona y fue siendo atacada. ¿Cómo es?

─Es maravillosa, quitando el mandato de Amelia, claro ─explica contento─, todo es muy variado, comidas, ambiente, hay una cantidad de flores que te encantarían, de hecho, tus ojos me recuerdan mucho a las draellas.

─S-son las flores que cambian de color, ¿cierto?

Acierta ─. Existen desde hace muchos siglos, pero su tonalidad original es magenta.

─Amaría verlas alguna vez.

─Eso y un montón de cosas más. ¿Alguna vez has visto un Logazno?

Niega divertida.

─Es como un lobo granate, ¡con cuernos de gacela!

─¡Wow, que lindo! ─exclama─. Solo una duda...

─¿Si?

─¿Qué es una gacela?

Ambos se ríen.

─En verdad, es preciosa. Las draellas, la comida es deliciosa, su fauna, su flora son cosas impresionantes. Todas las tribus eran muy amigables antes de este enredo ─Anthony se pausa─, desearía volver a esa época.

─Pronto volverá a ser igual.

─Eso quisiera...

Ninguno lo sabe con firmeza, al menos ella no, pero el estar con compañía otra vez enciende su vela de luto con una dicha lejana, una casi invisible que aún así se siente a sobre la piel sin conocer el motivo.

─¡El camino se hace eterno! ─cambia el tema.

─¿Te gustaría hacer algo?

─¿Cómo qué?

Él extiende sus alas, despega tan rápido que con suerte le da oportunidad de verlo en los cielos, plumas negras azabache decoran las alturas con su encanto sutil. Él le da una enorme sonrisa en lo alto, seguro de su pretensión.
Dispuesto a revivirlo todo.

─El último en llegar es un Criartark.

─¡Hecho! ─acepta preparándose.

Los dos inician la carrera, Danielle pasa a lo que sabe hacer mejor y se aferra a los árboles con sus uñas, de salto en salto aumenta la velocidad y deja sentir el viento en sus pómulos con violencia.

La oscuridad del entorno pasa a amenizarse con las risas de libertad de parte de ambos Raimbarks.

Ella ausculta los sonidos de su corazón acelerado y dejando que se combinen con el ritmo de las maderas arañadas logra alcanzar la ventaja de Anthony por tierra.

─¡Eres rápida para no tener alas! ─alaga desde su vuelo.

─¡Gracias!

Por unos instantes vuelve a sentirse viva, por solo unos segundos consigue olvidarse de las promesas, de la masacre, de reyes o su pasado ambiguo, simplemente está ahí; corriendo, siendo libre estando aún condenada a morir e ignorando lo que alguna vez le ha dolido.

Sin darse cuenta el muchacho baja hasta rozar su cuerpo con los pinos, se posa aún en movimiento sobre la figura femenina, extendiendo sus brazos hacia Danielle con la inocencia más pura que puede existir, pidiéndole con esos ojos azules que los tome, que se aferre a él, a sus manos sin jindama alguna, casi como si lo conociese ya.

Ella alza su mano hasta percatarse con la de él y al sentir el tacto, éste la toma con dulzor, entrelazando sus dedos con los de la joven, imitando el gesto con la otra y de a poco ascendiéndola por los cielos.

¿Cómo llamar a esa sensación de conocer a alguien toda una vida aunque no sea así? Ese sentimiento tan afectuoso que causa solo unas horas de convivencia, empatía podría llamarse, atracción, no necesariamente romántica sino mucho más profundo que eso, solo fascinación a lo que es esa persona, a la primera pinta que te ha dado y de la cual no tienes dudas de que es sincera.

La Raimbark cierra los ojos, llenándose del momento mágico, temiendo a que sea otra pesadilla donde el escenario se vuelve trágico.

Y cuando los abre... Se da cuenta de que no, Anthony sigue ahí.

Despacio, él transforma la carrera en un paseo sereno, ambos se sumergen en el otro sin palabras y a la vez diciéndose todo, como un letargo en el que han caído juntos.

Nadie podría tener una conexión así sin conocerse y ese es el detalle, él la recuerda, ella no.

Sin embargo el sentimiento agradable permanece estancado.

~Extrañaba esto, Deny~ disfruta él, rechazando la posibilidad de ser atrapado.

─¿Quién ganó? ─interroga por fin ella, con tono alborozo.

─Yo. Créeme, he sido yo ─afirma, sin referirse a la carrera específicamente.

~Un empate, entonces~

─Volar es divertido, desearía tener alas al igual que tú.

─Danielle ─llama y la oración que pronuncia se revuelve en los pensamientos de la albina─, déjame ser tus alas.

─Quisiera poder volar ─se lamentó una pequeña con cabellos cortos ante el oji-azul─. Así podría ir contigo por el cielos.

El niño rió con ternura y se acercó a su amiga.

─Danielle ─con una sonrisa tomó sus manos─, déjame ser tus alas.

~¿Por qué todo esto...?~

—Denylla... —murmuró alguien diferente en imágenes y sonidos distorsionados—, deja que yo...

~¿Me es...?

Deja que yo vuele por ti.

~¿Tan familiar? 

~¿Tan familiar? 

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Danielle: Reina Perdida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora