— ¿Quieres escaparte? —Una sonrisa traviesa se posó en los labios del alfa quien se encogió de hombros.—

— Un par de horas solamente, volveremos para antes de que las clases terminen.

El de cabellos rosados se sintió un poco nervioso, inseguro de hacer aquello. Jamás se había escapado de la escuela. Tal vez se había saltado unas pocas clases en su vida pero quedándose dentro de la institución. Nunca había salido de esta y menos había trepado una pared. Volvió su vista a los ojos del alfa quien esperaba pacientemente una respuesta. Era una locura pero toda su relación lo era, sonrió ampliamente y aceptó.

Ambos se escondieron hasta que el timbre sonó y todos volvieron a sus salones. Asegurándose de que no había nadie cerca, Jeno salió con cuidado mirando hacia todos lados. Una vez que lo consideró seguro llamó al omega para que fuera a su lado. Jaemin miró el alto muro que debía tener un poco más de tres metros. El pelinegro le instruyó que él le subiría primero. Con cuidado cargó al menor, le hizo pararse sobre sus hombros para que pudiera subirse al muro y sentarse sobre este.

Allí arriba sintió un poco de pánico y no solo por la altura. Estaba completamente expuesto y podría ser fácilmente visto. En la escuela había cámaras que, aunque filmaran siempre, solo eran revisadas si ocurría algún problema en la institución pero si alguien llegaba a ver por curiosidad las mismas estarían en un serio problema. Jeno subió fácilmente, había saltado y sus manos sujetaron el borde del muro. No le costó mucho subir y sentarse a su lado.

— Muy bien, voy a bajar y una vez que me encuentre abajo saltaras. Yo voy a agarrarte abajo.

Jaemin estaba sin habla así que solo asintió con su cabeza mientras le miraba saltar esos tres metros como si no fuera nada, al igual que cuando se escapó por su balcón. Jeno quitó el polvo de sus pantalones y observó a su novio para decirle que saltara pues estaba listo para atraparlo. Claro que él no estaba tan seguro como el mayor. Cerró sus ojos y aguantó la respiración antes de dejarse caer. Esperó sentir el golpe de su cuerpo contra el suelo pero lo único que percibió fueron unos brazos sujetándole firmemente para dejarle cuidadosamente parado sobre el suelo.

El pelirosa abrió sus ojos notando el rostro sonriente a escasos centímetros del suyo. Volteó su cabeza mirando hacia el muro y luego a su novio terminando por soltar una pequeña risa emocionada por lo que había hecho, similar a cuando era un niño y hacia travesuras acompañado de su padre.

Se dieron un pequeño beso antes de separarse para quitar una parte de sus uniformes. El saco, la corbata y el chaleco los dejaron detrás de unos arbustos pegados al muro rogando porque nadie los encontrara. Desabrocharon los primeros botones de sus camisas y se miraron un poco. En esencia no lucían demasiado jóvenes por estar en su último año, de hecho Jeno siempre había parecido un poco mayor al resto. Podrían pasar como estudiantes universitarios en su primer o segundo año. Entrelazando sus manos comenzaron a correr para alejarse de la institución soltando pequeñas risas en el camino.

No mentiría diciendo que no se había puesto sumamente nervioso al escaparse así, temiendo que alguien pudiera verle pero luego de replantearse como por cuarta vez la situación noto que realmente no había mucho de lo cual preocuparse. Su madre trabajaba lejos de la ciudad, o al menos del centro de la misma. Si bien tenían una pequeña cede por esa zona ella no la visitaba si no era por una emergencia y tampoco es como si fueran a ir por esos lados así que se permitió relajarse. Jeno en cambio a su lado lucía tan tranquilo.

— ¿No tienes miedo de que nos atrapen?

— ¿A quién le importaría que me haya saltado las clases?

Supo que su respuesta había sido un poco ruda cuando sintió la mirada pesada y herida del omega sobre su cuerpo. Suspirando tomó la mano de su novio para llevarla a sus labios y besar sus nudillos. Le encantaba hacer eso.

Opuestos En Común. NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora