Dolor

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Allí estaba yo, aterrorizada debajo de la cama, confusa, sin saber que estaba pasando ni que iba a pasar.

De pronto, comence a escuchar fuertes colpes, y un quejido entre dientes, reconoci la voz y de pronto todo encajó, el padre de Castiel estaba pegandole con el cinturón.

Mi corazón se encogió, y empecé a temblar de una manera que nunca había sentido. Me tape los oídos, desesperada, sintiendo una inmensa culpa por estar tan aterrorizada que no podía salir a impedir aquella locura.

Me encogí debajo de aquella cama, y de pronto vislumbre una pequeña caja. Los latigazos proseguian, y yo me encontraba delante de aquella caja misteriosa. No pude evitarlo, no se por que motivo, la abrí.

Tuve que contener un grito cuando vi lo que había dentro, una pistola con varias balas. Me quedé congelada.

-Bien, es suficiente. Espero que no se repita nada parecido, y no te vuelvas a acercar a esa jovencita. - Dijo la voz del padre de Castiel.

Aquello me hizo reaccionar, como que estaba viendo algo que no debía, pero necesitaba prueba de ello. Cogí una bala y la guarde en mi sujetador.

Escuche el ruido de la puerta. El padre de Castiel se había ido. Poco a poco, salí de la cama.

Allí estaba el, arrodillado en el suelo, cabizbajo. Su melena roja cubría su rostro, y no pude evitar mirar su torso desnudo, aunque no era el momento apropiado para eso.

Me acerque -C-castiel... ¿Estás bien?- medio susurré, acercando mi mano hacia el.

-¡No me toques! - me gritó, mientras me apartaba la mano de un guantazo. -¡Ya has oido a mi padre, todo esto es culpa tuya!- Sus ojos grises y llenos de lagrimas se clavaron en los mios. En sus pupilas pude ver todo su dolor, haciendo que mi corazon doliese junto a él.

Sentí mis lágrimas brotar, asique antes de que Castiel pudiese notarlo, me levante y corri hacia la puerta. Antes de que pudiese darme cuenta, habia llegado a mi cuarto cerrando de un portazo.

Allí me derrumbe, cai al suelo de rodillas y comence a llorar. Me sentía tan culpable.

De pronto, note algo duro y lo recorde, la bala que habia cogido de aquella cajita...

La saque de mi pecho y la observe, se me pusieron los pelos de punta al pensar en que sirven las balas... Exclusivamente para matar.

Una sorpresa pelirrojaWhere stories live. Discover now