PARTE II. CAPÍTULO XXIII. La recuperación de mi memoria

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   Después de la traumática experiencia que incluyó asalto, riesgo de perder la vida, drama de convertirme en asesino, resurrecciones y mensaje del más allá, se inició en mi interior un proceso de cambio que se hacía más evidente conforme recuperaba la tranquilidad que perdí aquella noche.

- Oye tocayo, más que en estado de meditación te veo perdido en tus pensamientos –Me indicó Juan Ignacio-

- Sí tocayo, yo también lo siento así, pero fíjate que de repente me llegan destellos de situaciones y circunstancias no vividas pero que no me son extrañas.

Cuando comenté esto lo hice con total apertura, pero esperando una respuesta de esas que Juan Ignacio empleaba para aterrizar mi ego y abonar a mi desarrollo. Pero en lugar de eso se puso serio y noté que en sus ojos traslucía un brillo de alegría.

- Entonces vamos bien –dijo sonriente-, no temas, tú eres más de lo que tocas y más que el espacio que llenas, pronto serás dueño de tu verdad y espero que me ayudes a encontrar la mía.

- ¿No la has encontrado aún? –Inquirí sorprendido-

- No que va, pero creo oportuno comentarte que cuando siendo tú un niño te conocí en Madrid, sentí que tú eras la llave para encontrar mi camino. Y a que negar que desde entonces las circunstancias han sido propicias para que coincidamos en nuestra búsqueda, de otra manera no estaríamos aquí.

Me sentí tan abrumado por los pensamientos que se dispararon en mi mente tras lo comentado por Juan, que en forma automática me refugié en la actitud sarcástica que uso siempre que me siento ridículo.

- ¿Seré yo Cristo y tú Juan el Bautista?

Mi tocayo soltó una sonora carcajada y me propinó un manazo en la nuca para después dirigirse a su recámara e iniciar su rutina de meditación.

Yo también me dispuse a meditar, pero tuve que hacer un esfuerzo adicional para eliminar de mi ánimo la hilaridad que me indujo el paternal correctivo de mi guía espiritual.

Ahora, cuando recuerdo esa etapa en que inició el despertar de mi memoria entiendo que la confrontación con mi monstruo interno fue lo que precipitó el proceso.

Y es que aun me aterra el tener que aceptar que si bien lo que sucedió no fue propiciado por mi, el apuñalar a otro ser humano sí fue una consecuencia de mi voluntad, yo me hice del puñal bajo el impulso de una desmesurara ira y cuando lo opuse al cuerpo del que me atacaba fue con la intención de hacerle daño, por eso mi mano sostuvo con firmeza el arma mientras penetraba literalmente asta la empuñadura rasgando tejidos y arrebatando vida.

Fue algo terrible y yo participé voluntariamente.

En adelante ya nada fue igual en mis actitudes, en adelante ya no actuaría bajo mis impulsos y me sujetaría únicamente a la razón. Mis impulsos me aterraban.

Mi energía interna estaba en desbalance. A pesar de mis esfuerzos no sentía que me estuviera convirtiendo en una mejor persona.

Continué visitando a mi tocayo en Tepoztlán y una tarde mientras meditaba sentí que estaba flotando en la nada, supongo que mi aura mostró alguna peculiar imagen porque Juan Ignacio me tomó por el hombro y me dijo con voz calmada y clara.

- Es tiempo que intentemos una regresión, ya no es conveniente que sigas avanzando solo en los pasillos de tu memoria, podrías perderte.

- Sí, eso creo yo también, las imágenes difusas e inverosímiles que pasan por mi mente incrementan mi desorientación y mi temor de perder la razón.

- ¿Te parece bien que empecemos en el lugar en donde te quedaste? –Propuso Juan Ignacio y sin esperar mi respuesta continuó-, cierra nuevamente tus ojos y regresa a donde estabas.

RECUERDOS TRASCENDENTALESWhere stories live. Discover now