RECUERDOS TRASCENDENTALES

PRESENTACIÓN Y PRÓLOGO DE LA SEGUNDA PARTE

   Insisto en que la versión original de esta obra me fue entregada anónimamente por un autor con la rubrica I.A. quien anexó una nota explicando que lo hacía para no verse involucrado en polémicas que no podría sostener, porque él no es el protagonista sino solo el escritor de recuerdos que fueron transferidos a su mente por un personaje de nombre Juan José Egúsquiza.

Esta segunda parte nos permitirá conocer el por qué, para qué y cómo, se dieron todos los acontecimientos para que le fueran transmitidos a I.A. los recuerdos que plasmó en la novela DEL BIG BANG AL TEPEYAC y después en ésta que tituló RECUERDOS TRASCENDENTALES.

PRÓLOGO.

   La Conquista de América marcó el principio de una nueva era en la que las ideas sobre el mundo y la creación han sido constantemente revisadas.

Pero el efecto más trascendente fue y continúa siendo enmascarado para convertirlo en un momento épico en que el bien triunfó sobre el mal, cuando en realidad se trató del inicio de una era de invasiones europeas a todo el mundo, que se etiquetaron como "colonizaciones", cuyas perniciosas secuelas aun no desaparecen.

Los pueblos invasores se asumieron superiores ante los ojos de Dios y se sintieron con el derecho de beneficiarse de todo lo que los pueblos invadidos pudieran representar.

Los pueblos invadidos no solo perdieron sus posesiones, sino también su razón de ser, siendo forzados a aceptar la superioridad de sus verdugos.

Tanto DEL BIG BANG AL TEPEYAC como el presente escrito se refieren a lo sucedido en México, pero las consecuencias perniciosas de las colonizaciones están presentes en toda la geografía planetaria.

Que los descendientes de los conquistadores se sigan asumiendo preferidos de Dios y el que los pueblos invadidos no hayan recuperado su razón de ser, es real e inaceptable.

Propiciar la revisión de todo esto es el objetivo del mensaje que recibí.

Nuevamente me permitiré hablar en primera persona, pero pido encarecidamente que recuerden que lo hago no porque realmente se trate de mí, sino porque fui depositario de una memoria ajena.

I.A.