PARTE II. CAPÍTULO XX. Mi tío jesuita

Začít od začátku
                                    

- ¡Ver para creer! ¿Quién lo iba a decir?... bueno pero... lo que aquí pasó ya pasó, seguro en Méjico todo es diferente, ¡ven a mi brazos Miguel! que los jesuitas siempre han sido los que más me han gustado.

- Y por lo que a nosotros respecta tampoco hay problema –dijo mi padre con seriedad -, aquí Juan José está con los jesuitas en el colegio, que le han dado beca y pues bueno, a que negar... es la mejor escuela, lo que sí te digo es que yo soy anticlerical y no asisto a misa, así que quien puede tener alguna reserva puedes ser tú que no yo.

- Pues no, yo tampoco, ¿te pidieron alguna condición para aceptar a tu hijo en el colegio?

- No.

- Pues ahí tienes, lo importante es que seas hombre de bien y respetes los mandamientos, que lo de ir a misa... pues... ya iras, cuando te deje de doler lo que aquí hicieron muchos curas.

- Entonces ¡A festejar –Dijo mi padre-, que toda mi vida he estado esperando este momento!

En diciendo esto empezó a servir vino en unos vasos de cristal cortado que yo no había visto antes.

De repente empezaron a llegar algunos vecinos con comida y más vino. Al poco ya había guitarras y cantos que se dejaron escuchar hasta las tres de la madrugada.

A mí me permitieron desvelarme porque era sábado y tendría el domingo para reponerme, sin embargo la emoción de tener dos visitantes de Méjico no me permitió quedarme en la cama más allá de las ocho de la mañana y aún modorro salí al patio para desperezarme con la frescura de ese día de fines de invierno.

Ahí me encontré con mi tocayo, todo ojeroso pero de muy buen talante.

- ¡Quiubo tocayo!

Me dijo, y por el tono y modo sentí que estaba viendo una película mejicana.

- Pos quiubo manito –le dije tratando de no cambiar de estilo-

- No creí que alguien más se despertaría tan temprano –respondió mi tocayo-

- Pues tengo sueño, pero ya me botó la cama.

- Pues eso es bueno porque me permite platicar contigo un poco. Ayer eso no fue posible.

- Pues no, con lo que hablan mis padres y mi abuela, cualquier día hubiera podido yo abrir la boca.

- ¡Son fantásticos!, ¡todos ustedes lo son!, ¿sabes?, son mucho mejores de lo que imaginé.

- Pues gracias, pero bueno, ahora que podemos platicar ¿de qué platicamos?

- Pues mira, no tengo un tema en especial, pero sí quiero decirte que no sé porque extraña razón siento que tú y yo debemos ser amigos, muy buenos amigos, hay algo en ti... una energía interna... que bueno, no sé como explicártelo... ¿has escuchado que la energía interna de cada quién se ve en una luz que rodea el cuerpo?

- Sí, un amigo hindú algo me ha platicado, pero yo siempre me he reído, ¿existe eso?

- Pues bueno, yo he estudiado algo de eso, pero contigo es la primera vez que puedo ver el aura de alguien, la tuya es tan intensa que me hace estar seguro que estás predestinado para grandes cosas.

- ¿Y que se supone que tengo que hacer ahora?, ¿le doy gracias a la Virgen de Begoña de mi Abuela o la Virgen del Pilar de mi madre?

- No es necesario nada de eso, solo sigue siendo lo que eres, pero yo sí daré gracias a Dios por haberte encontrado y le pediré que me permita seguir de cerca tu desarrollo y ayudar a que encuentres tu misión en la vida, cualquiera que sea.

RECUERDOS TRASCENDENTALESKde žijí příběhy. Začni objevovat