XI

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Durante todo el día Tony se mantuvo al lado de sus hijos, se prometió que sería así varias veces. Por más trabajo que tuviera lo dejaría a un lado, estaría con sus niños y luego continuaría. — Papi, ¿mami está bien? — Preguntó Morgan mientras estaba sentada sobre los muslos de su padre y veía a Harley jugar en la tierra.

— Claro que sí, princesa.

— ¿Y volverá pronto?

— Eso espero, tiene que ver las travesuras que tu hermano hace — En ese momento volteó hacia donde estaba su hijo y sintió horror y risa al verlo. La camisa del niño era blanca, sí, era, porque ahora se había hecho negra por tanto lodo. Igual su short, era azul. — ¡HARLEY!, ¡ven acá!

— ¡No!

— ¡Te estoy hablando, ven aquí, te vas a enfermar!

— ¡No quiero!

— ¡Ahí hay muchas cucarachas y te van a comer!

— ¡Nooo! — Rápidamente el niño salió corriendo en dirección a su padre, quien se rió por la reacción del niño. Sinceramente le gustaba asustarlos, esa era la solución para que le obedecieran. — Que asco, Harley, quién diría que eres un Stark — El niño tenía incluso lodo seco en las mejillas y cabello.

— ¡Que asco, Harley! — Ésta vez fue Morgan la que habló, repitió lo que dijo su progenitor fingiendo que su hermano realmente apestaba.

— Iremos a bañarte, no puedes andar así por toda la casa — Estaba por agarrar al niño de la mano cuando éste nuevamente se echó a correr, haciendo que Anthony le siguiera a toda prisa. Harley iba hacia La Casa Blanca, tenía los pies mugrosos de lodo, si entraba convertiría el lugar en algo que no quería imaginarse. — ¡Detengan a ese niño! — Exclamó Tony siendo escuchado por los guardias, ellos estaban más cerca y por lo tanto tenían una mejor oportunidad de atrapar al menor.

Pero no, el pequeño niño de cabellos rizos y rubios logró esquivar las manos de los guardias. Además de eso era muy rápido, nadie sabía cómo alguien tan chiquito podía correr a esa velocidad.
Stark se apresuró al ver que el menor ya había cruzado las puertas de la casa. Entró y enseguida varios de los hombres de seguridad le indicaban el camino por el que pasó el niño. Así estuvo durante varios minutos hasta que finalmente llegó a la sala donde Harley estaba detrás de uno de los sillones. Ya sudado, cansado y algo tembloro de las piernas, logró atrapar a su travieso objetivo. Lo tomó del pantalón, lo alzó y así en el aire se lo llevó sin apegarlo a él. El niño reía porque veía el piso sin poder pisarlo, se sentía como si fuera un avión, según él.

Anthony se lo llevó a la habitación y le quitó la ropa con mucho esfuerzo y dolor al recibir varias patadas en el cuerpo, una justo en la entrepierna. — ¡No me quiero bañar! — Exclamó el pequeño con un tierno puchero al ver cómo su padre abría las llaves de la tina que comenzó a llenarse de agua. Corrió hacia la puerta para abrirla y escaparse, pero no pudo. Stark le había puesto seguro.

— No te lo pregunté, te vas a bañar — Tony regresó viendo a su chamaco intentar huír. Soltó un suspiro y caminó hacia él esperando no recibir más golpes. — Si no te bañas no compraré ningún perro — Hasta hace un par de meses, Morgan y Harley le pidieron un cachorro a Stark. Necesitaban un amigo para jugar, y qué mejor que un pequeño can.

— ¡Siiii! — Apenas escuchó a su papá, corrió directo y derecho hasta la tina. Solo y sin ayuda se metió en esta, haciendo que Anthony sonriera triunfante. Ojalá se le hubiera ocurrido decir eso al principio y no hasta ahora.
Afuera estaban las empleadas limpiando las huellitas de lodo en el piso. Ninguna se molestó, al contrario, rieron porque les alegraba ver al presidente jugar con sus niños. Algo que no se veía a diario.

Las ropas de Stark se encontraban tan empapadas ya que cierto niño salpicaba chorros y chorros dejando un tiradero de agua por todo el piso del baño. Camisa, pantalón y zapatos de Tony necesitarían ser puestos por un buen rato en la secadora.
Mientras el buen padre hacía a su querido y travieso hijo en un taco con la toalla, la puerta fue tocada. — Voy — Dejó al menor sobre la cama, le miró amenazante y con su dedo índice le apuntó. — No te muevas o no hay perro — Harley asintió calladito, dejando que Anthony fuera a abrir la puerta.

— Sí, ¿qué pas...? — No terminó de hablar porque el que había tocado era Steve, quien se distrajo un instante cuando bajó ligeramente la vista notando que se transparentaban los pezones del castaño a través de la camisa mojada. — ¿Steve?

— Sí, hmm, llegó información del infiltrado, no es mucho pero es lo que hasta ahora tienen.

The President | STONYWhere stories live. Discover now