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Luego de que Tony terminara de ducharse, salió y empezó a secarse para poder vestirse. Estaba molesto por la reciente discusión con Potts, ella ya no valía nada para él. Lo que sucedió hace 8 meses fue el quiebre total. Hasta la fecha no sabe ni quiere saber el por qué Pepper hizo eso, revolcarse tan felizmente con un terrorista.

Sí, durante los días después de que sucediara aquel acontecimiento tan desagradable, las noticias no se hicieron esperar, pronto fue cosa a nivel mundial y se armó un caos. La gente quería saber qué había pasado, pero no hubieron respuestas hasta que se hizo la aclaración en una conferencia de prensa dada por el vice presidente James Rhodes porque obviamente Stark no deseaba ser señalado cara a cara y además de que sería terriblemente incómodo.

— Dados los hechos del pasado 25 de diciembre, hemos de aclarar que se realizó una investigación. Los resultados son que la señora Pepper Potts no está implicada. Lo que se vió fue un video editado y controlado por efectos especiales, tal como lo es el rostro de la primera dama. Ella no ha salido de la Casa Blanca más que a algunos lugares que visita y siempre ha sido bien escoltada por nuestros agentes. Esto confirma que ella nunca salió sola sin nadie que la acompañara. Con esto pido que dejen de divulgar todo tipo de cosas falsas, gracias — Eso fue lo dicho por Rhodes, lo cual calmó en su mayoría a la población, siendo detrás de eso un montón de mentiras. Pepper continuó viviendo en la Casa Blanca sin poder acercarse mucho a Tony porque enseguida éste se apartaba.

Él fue quien había ordenado que se dijeran mentiras para hacer creer a la gente que fue falso. Ya de por sí era un relajo, no quería más. No lo hizo por su esposa, lo hizo por él, porque no deseaba ser culpable ni que terminara metido en grandes problemas por culpa de ella.

— ¿Señor presidente?, ¿se encuentra aquí? — Se escuchó una voz desde afuera de la habitación, era uno de los escoltas.

— Sí, estoy aquí, ¿qué pasa?

— Señor, el primer ministro de Canadá ya está aquí.

— De acuerdo, ya salgo, ¿dónde está el agente especial Steven Rogers?

— No lo sé, señor, me parece que iba a cambiarse de ropa — Anthony no pudo evitar sonreír al imaginarse al rubio quitándose la camisa manchada por su semen. Realmente le atraía ese hombre que llegaba a ser muy misterioso; una vez pidió información sobre él, pero había muy poco y nada interesante.

Jamás imaginó que tendría relaciones sexuales con otro hombre, y menos que su primera vez fuera justamente un día después de que ocurriera lo de Potts en televisión. No recordaba cómo habían empezado, si el fue quien agarró a Rogers o viceversa; sólo sabía que se sintió muy bien.

Minutos después, terminó de arreglarse, abrió la puerta del cuarto y se dirigió hacia el despacho oval donde se suponía que ya estaría el ministro.
Fue acompañado por el mismo agente que hasta hace un rato le estaba hablando detrás de la puerta. No había rastro de Steve y eso levantó su curiosidad, nunca antes el escolta había desaparecido tan repentinamente por un buen tiempo.

— Señor presidente — Saludó el ministro poniéndose de pie y estrechando educadamente la mano con la del castaño.

— Ministro — Contestó Anthony con una sonrisa en los labios viendo cómo el otro hombre volvía a tomar asiento en el mismo sillón donde hace un par de horas había tenido sexo con su guardaespaldas. Las mejillas de Stark se prendieron ligeramente y finalmente se sentó en el de enfrente dando inicio a una plática acerca de negocios que duraría más de 5 horas.

El acuerdo fue unir sus países y hacer millones de despensas para dárselas a la gente necesitada. Se tuvieron que firmar varios papeles, comieron y al final tuvieron una grandiosa plática sobre sus vidas, ambos se llevaron perfectamente bien.

Eran las 7 pm cuando empezaron las despedidas. Afuera ya esperaba una camioneta blindada de color negro que transportaría al ministro a su propio avión para ir de vuelta a su país.  — Cuídate mucho, Stark, nos mantendremos en contacto — Sonrió el alto hombre de ojos marrones.

— Tú igual, Strange.

Varios metros atrás de Anthony, Steve Rogers observaba a ambos mandatarios sonreírse antes de que el invitado se alejara de la Casa Blanca.

The President | STONYWhere stories live. Discover now