XXII

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— ¿Qué te hicieron, Steve?

Su cuerpo se tensó inmediatamente al ver la espalda tan malherida de su guardaespaldas y en su mente no dejaba de preguntarse el por qué había pasado eso, en quién fue el responsable de ello.

— Dime dónde está Howard...

— ¿Qué?

— Dime dónde está Howard y tú y tus hijos estarán bien.

— Te dije que no te lo diría. Y aunque lo haga ahora, no podrás salir asi — El castaño frunció el entrecejo con cierta molestia. El shock que por un minuto tuvo, se fue al momento en que Rogers le ordenó la ubicación de su padre, algo que obviamente no le diría. — Tengo a más de cien hombres en esta casa y ninguno de ellos dudará en darte un tiro si así lo ordeno, con tal de que no te vayas.

— ¿Serás capaz de hacer que le disparen a tu mejor guardaespaldas? — Preguntó Steve con un ligero tono de burla, tono que Stark no pasó por alto.

— Antes de ser el hombre con el que tienes sexo, soy el presidente de los Estados Unidos. Así que sí, soy muy capaz de todo. Y te lo advierto Rogers, no vuelvas a amenazarme ni a mí ni a mis hijos. — El mayor se apartó y se dirigió al baño de la habitación para abrir las llaves de la tina. — Ahora te darás un baño, apestas a muerte, después atenderé tu espalda — Enseguida regresó hacia donde se encontraba el contrario y prosiguió con ser nuevamente su apoyo para levantarse.

— ¿Y tú piensas curarme?, ¿aquí?, sí que eres un estúpido. Deberías ahorrarte estas tonterías y decirme dónde está Howard Stark.

Las palabras de Steve no estaban bien, nunca antes le había llamado estúpido, ni mucho menos había despreciado sus acciones para ayudarlo. Algo estaba mal y era muy incómodo; la forma en la que el rubio le hablaba le dolía en cierta forma y no entendía por qué Rogers tenía ese drástico cambio en su actitud con él desde el momento en que ambos entraron al cuarto presidencial.

— Sí... Asi que solo entra a la bañera — Tony ya no quería decir más, simplemente se dispuso a acomodar a Steve en la orilla de la tina para poder acabar de desnudarlo, asegurándose también de quitar cuidadosamente las vendas que se encontraban un poco adheridas a la piel dañada de la espalda ajena.

Al terminar, se puso completamente de pie e inclinó ligeramente la cabeza antes de darse la media vuelta y marcharse del cuarto de baño. Ninguno de los dos se dirigió la palabra; silencio, otra vez estaba ese silencio que llegaba a ser abrumador.

Pero no pudo irse, no porque cambiara de opinión, sino porque un par de brazos se enrrollaron alrededor de su cintura, impidiéndole irse. — No te vayas... — La voz de Steve era tan baja que al principio le costó trabajo entender lo que decía. Sin embargo al agacharse un poco más con el objetivo de saber qué era lo que realmente decía, logró comprenderlo. — No te vayas... — Y entonces sus reflejos le fallaron al no poder evadir el gran beso que comenzó cuando Rogers alzó la cabeza y atrapó en sus labios los del castaño.
Ambos se sumergieron en el delicioso sabor de sus labios, en los movimientos sensuales que sus lenguas bailaban al compás de una con la otra. Y Tony no se dio ni quiera cuenta de que el hombre con él, cerró las llaves de la bañera atrás de él.

Stark colocó sus manos en los hombros del hombre bajo él, y poco a poco fue pasando estas al cuello del mismo, haciendo que aquel beso se hiciera más y más profundo. Por su parte, Steve se las arregló para hacer que Tony se sentara en sus piernas y así lograr que la posición fuera de mayor comodidad para ambos. Sus manos se repartieron el trabajo de repartir caricias por la espalda del presidente, por su firme y notable trasero hasta bajar un poco más hacia adelante y apretar con sus dedos los muslos del contrario. Lo deseaba más que a nadie en el mundo, quería arrancarle la ropa y tenerlo completamente desnudo sobre él.

— Mnhg... — Cuando acababa un beso empezaba uno nuevo, cada uno con mayor intensidad y lujuria. Los labios de Rogers no se estancaban en los de su amante, también les gustaba jugar en su mentón, bajando poco más y seguir en su cuello, dejando en este una notable cantidad de pequeñas marcas que con el paso de los minutos se harían notar más.
Sus manos no se quedaron tampoco atrás, pues fueron ellas las que además de acariciar al mandatario, harían una de las partes favoritas del rubio, desvestirlo.

Comenzó con la camisa, prenda que con calma y paciencia, desabotonó hasta dejar al descubierto el torso del mayor. — Se nota que este par me extraño — Susurró en un tono provocativo y pervertido antes de pegar sus labios a uno de los pezones de Anthony, cuya zona lamía y succionaba por varios segundos. — Ahh... — Luego pasaba al siguiente, jugando su lengua con este hasta dejarlo totalmente lubricado por su saliba. El cuerpo de Stark reaccionaba ante cada estímulo que su querido guardaespaldas le daba, era tan excitante, tanto que inclusive con el solo hecho de sentir el duro pene de Steve bajo su trasero, le provocó una gran erección. Una terrible erección que dolía bajo la ropa interior y el pantalón.

Un breve momento después, el mismo mandatario se puso de pie para deshacerse de esas mismas prendas, ya no lo soportaba, necesitaba liberarse de ellas al igual que sentir a Rogers. Más de dos días sin ese hombre, sin ser tocado ni besado, con tanto estrés encima... Hoy definitivamente debía aprovecharlo al máximo.

Traviesamente, Tony tomó la mano derecha del rubio, la acercó a sus labios y con ellos agarró el dedo anular para metérselo en la boca. Su lengua se deslizó por el largo de este y la saliba no tardó en humedecerlo por varios segundos.

A la vista de Steve, el reciente acto fue tan caliente que las ganas de hacer suyo al castaño se incrementaron demasiado. Sacó su dedo de la boca ajena e inmediatamente lo llevó al orificio anal del contrario; prosiguiendo con introducirlo y abriendo paso en ese interior en el que ya antes había estado.
Una vez que se hizo sencillo con un dedo, continuó con un segundo, y en este punto, ambos largos se movían abriéndose y cerrándose entre sí; buscando hacer que el interior de Stark dejara de estar tan apretado.

Ninguno tenía la intención de parar, y menos ahora que empezaba realmente lo mejor del sexo.

Cuando Edward estuvo finalmente listo, elevó sus caderas, dejando que Rogers acomodara y alineara su erecto miembro en la entrada anal del mayor, quien solo bajó de un sentón hasta autopenetrarse, soltando un audible gemido de placer.
De ahí en adelante, dio inicio a sus muy complacientes movimientos de cadera que enloquecían a Steve, quien disfrutaba cómo su pene entraba más a fondo en ese caliente y húmedo lugar que lo apretaba con demasiada delicia.

Stark no dejaba de dar brincos mientras jadeaba de puro placer. Le encantaba, extrañaba tener sexo con este grandioso hombre, ojalá nunca tuviera que irse, pensó sin dejar de aferrar los dedos de su diestra a la cabellera del menor.
Los besos continuaron por todas partes, ambos masculinos sudaban, hacía bastante calor y lo único en lo que podían seguir pensando era en tener más sexo.

— Ahh, S-Ste... Steve... Mnhg...! — Las embestidas se volvieron fuertes y profundas al igual que la rapidez de las mismas. Tony se sentía muy cerca, Rogers igual; ambos anhelaban venirse. Uno dentro del otro y este en el torso del contrario, mierda... El hecho de hacerlo sonaba tan bien que logró que el par de hombres tuvieran uno de sus mejores orgasmos. Como se dijo, Rogers expulsó el semen en el interior de su presidente. Mientras que Anthony, eyaculó soltando el líquido seminal en la piel ajena.
Stark respiraba agitado, su cuerpo llegó al clímax y necesitaba tomar aire. El guardaespaldas se encontraba igual, solo que su cabeza estaba apoyada en el pecho del castaño sobre él.

Los dos soltaron un corto suspiro antes de incorporar sus cabezas y mirarse directamente a los ojos...

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⏰ Last updated: Sep 18, 2021 ⏰

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The President | STONYWhere stories live. Discover now