VI

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La camioneta se fue del lugar y Tony estiró sus brazos hacia arriba para desentumirse de todo el tiempo que había estado sentado. Se dió la media vuelta y entonces notó que ya estaba Rogers ahí; se acercó quedando a un par de centímetros de él y le miró con seriedad cruzándose de brazos. — ¿Dónde estabas?

— Un compañero enfermó y lo llevé al hospital.

— ¿Y te costaba mucho venir a decírmelo?

— No tenía tiempo.

Stark frunció ligeramente el ceño y continuó caminando. — Ven conmigo — Sin decir nada, Steve le obedeció llendo tras él sin poder evitar mirar el redondo trasero del presidente, el cuál se marcaba muy bien con ese pantalón que le quedaba un poco apretado. Caminaban por los pasillos de la casa y de repente se escucharon pisadas que parecían ir a toda velocidad.

— ¡Papá! — Era el pequeño Harley Stark, quien se aferró de la cintura del castaño con gran desesperación. — H-Harley, ¿qué pasa, hijo? — Tony se detuvo y miró con atención al niño, el menor estaba agitado, sudaba y sus ojitos estaban algo rojos, como si hubiera llorado.

— Mamá, e-ella está... — Ocultó su rostro en la pierna de Anthony, temblaba y sólo señaló con su dedito índice por donde vino corriendo. En ese momento, Steve supo que algo no estaba bien, así que retrocedió y corrió apresuradamente por donde el niño había venido. No vió nada hasta que del lado derecho estaba una puerta abierta, al asomarse vió ahí tirada e inconsciente a Pepper Potts. — ¡UNA AMBULANCIA A LA HABITACIÓN 9 DE INVITADOS! — Activó su micrófono para que lo escucharan mientras buscaba signos vitales, los cuales eran débiles, la mujer se encontraba totalmente inconsciente. Rogers sólo aguardó a que la ayuda paramédica de la Casa Blanca llegara.

— Stev...! — Stark llevó a Harley con Linna y ahora buscaba a su guardaespaldas, se alejó tan pronto de donde estaban que lo había perdido de vista. Caminó por los pasillos por donde creyó que había ido el rubio y al querer nombrarlo lo vió hincado al lado de su esposa. — ¿¡Qué pasó!? — Inmediatamente entró preocupado a la habitación y comenzó a revisar a la fémina.

— No lo sé, pero está ardiendo en fiebre — Contestó el musculoso con gran preocupación; nadie llegaba y estaba frustrándose, así que rápidamente decidió en tomar a Pepper, cargarla en brazos y correr hasta la salida, donde ya se encontraba una ambulancia junto a varios paramédicos con una camilla.
Steve la recostó ahí dejando que los especialistas hicieran su labor.

-— Pide una camioneta, vamos a ir al hospital — Fue el mismo presidente el que le ordenó aquello a su escolta, quien asintió sin dudarlo ni por un instante.

— Sam y Barton, con el presidente — Anthony era el jefe de todos y Rogers el de toda la escolta, podía mandar a su gusto.
El hombre de piel súper morena al igual que su compañero, obedecieron sin replicar ni preguntar. Sin embargo, el mandatario negó rotundamente.

— ¡No!, sólo tú y yo — Esto último lo dijo en un tono bastante fuerte, lo suficiente como para que todos lo escucharan. — Pero... — Rogers sabía que era muy peligroso ir solamente 2, siendo él qcomo el único escolta. Si de día solía ser peligroso, ahora en la noche era peor. — Es por seguridad, no puedo permitir eso.

— ¿Olvidas que yo soy el presidente, Steve? — El fornido no dijo nada y soltó un suspiro antes de hacerle una seña a Clint y a Sam de que no vinieran, pero que sí les trajeran un carro. Inmediatamente el agente Barton condujo la camioneta hasta Steve y el presidente; bajó de ella y dejó que Rogers subiera.

— Señor, debe ir en el asiento trasero — Casi podría decirse que el rubio se lo había ordenado, causando una notable molestia en el castaño. — ¡No molestes con eso ahora, Steve! — Se sentó en el asiento de copiloto dándole una mirada seria al rubio . — ¡Date prisa! — Estaba desesperado. Ciertamente, ya no quería a Pepper, fue traicionado de la peor manera y eso jamás podría olvidarlo. Pero ella seguía siendo la madre de sus hijos y por ellos quería que la mujer estuviera bien.

La ambulancia ya había partido desde el momento en que subieron a Potts, Rogers aceleró tomando la ruta más corta para llegar al Hospital General de la ciudad.
Luego de unos minutos ya se encontraban en el interior de la gran construcción; normalmente cuando Anthony salía a la calle y no por cosas de trabajo, se ponía una gorra, lentes oscuros e iba vistiendo ropas que no llamaran la atención como los trajes. Pero ahora no hizo nada de eso, apenas entraron al hospital, toda la gente se le quedaba viendo con sorpresa. ¿Qué carajo hacía el presidente en ese lugar y a esas horas?

Rogers estaba en recepción preguntando por Potts, cuando de repente sintió algo suave y redondo chocar contra él. Al voltear se dió cuenta de que era el mismo presidente y que lo suave que sintió fue el trasero de éste. — ¿Quieres darte prisa? — Susurró Stark que empezaba a ser acorralado por las personas tan emocionadas, incluso los reporteros ya estaban ahí. Nadie podía creer lo que veían.

— Acaba de llegar, ahora mismo la están atendiendo, si gustan...! — La mujer encargada de dar informes a las personas, no pudo terminar de hablar porque apenas estaba notando que mucha gente, la mayoría de ahí del hospital se acercaban a donde estaba ella. No entendía el por qué hasta que ladeó la cabeza y notó que alguien estaba detrás del atractivo hombre frente a ella.

— ¿E-Es el presi-dente? — Preguntó con cierto nerviosismo y Steve negó rotundamente con la cabeza. — No, es su hermano gemelo — Tomó de la muñeca a Stark y comenzó a caminar en dirección a la sala de espera, donde ahí aguardarían por noticias. El chisme de que habían visto a la primera dama inconsciente en el Hospital Sibley, corrió tan rápido por las redes sociales que Rogers no tuvo de otra mas que llamar a los demás escoltas a que vinieran a respaldar a Anthony. Hacerlo solo ante mucha gente no era imposible, pero sí complicado.

Varios minutos después, miembros de la escolta y otros compañeros de seguridad llegaron. Fue ahí cuando salió un doctor y llamó a Stark, ese médico era el encargado de atender a la familia presidencial, nadie más. Anthony le tenía una gran confianza y por ello hasta eran amigos. — Pasa, por favor — Stark se puso de pie y avanzó hasta él, siendo tomado del hombro por el de la bata blanca que en su expresión no había ni una pizca de felicidad.

— ¿La señorita Potts no te mencionó nada? — Stark negó con seriedad mientras recordaba que Pepper quería decirle algo hoy, pero él se lo impidió. — Ella se encuentra en una situación bastante crítica, es muy peligroso.

— Bueno, dime de qué se trata.

— Tu esposa tiene SIDA.

The President | STONYWhere stories live. Discover now