III

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Intentando caminar con normalidad, Anthony salió de su oficina para irse directamente a su lujosa habitación donde tenía también un muy amplio baño.
Necesitaba bañarse, sentía que el olor al reciente sexo estaba impregnado en sus ropas.

Normalmente era Linna la que le alistaba el traje que usaría durante el día, lo sacudía y se lo dejaba en la cama; pero ésta vez no quería llamarla, sería muy raro que le preparara un traje más. Ella posiblemente se preguntaría qué había de malo con el que usaba si no tenía ninguna mancha.

— Puedo hacerlo yo solo — Susurró entre dientes ya estando humedeciéndose por el agua que salía de la regadera. Eso empezó a tranquilizarlo, lo tibio le ayudaba a relajarse y a eliminar la tensión que se acumulaba en sus músculos. Realmente el trabajo como presidente no era nada sencillo, muy seguido debía asistir a reuniones de suma importancia, si no eran juntas eran viajes de ciudad a ciudad ó de país a país, lo cuál siempre terminaba siendo cansado y hasta aburrido. No podía hacer tampoco lo que él quisiera porque ahí estaban sus queridísimos escoltas cuidándolo. Día tras día debía estár activo, incluso a veces pasada la media noche.

Mientras el agua recorría su cuerpo, cerró por un momento los ojos empezando a imaginar varias cosas, y no de las cosas normales, claro. Era más sucio, ¿pervertido?, cómo explicarlo. — Steve... — Susurró con suavidad antes de que mordiera ligeramente su labio inferior.
En su imaginación, Rogers le tocaba cada parte de su cuerpo sobre la gran cama en la que dormía.

Deslizó su mano derecha desde su pecho hasta aquella zona que para cierto rubio era fácil de estimular. Pensaba en que su guardaespaldas no pasaba por alto ningún extremo de su suave piel.
Tomó su virilidad comenzando a masturbarse lentamente, conforme aumentaba la velocidad, apretaba aún más aquel pedazo de carne atrapado entre la palma de su mano. — Ghnm... — Los segundos pasaban y todo iba perfectamente bien, sentía que pronto llegaría al cielo.

— ¿Tony? — Para su muy mala suerte, Pepper había entrado porque la puerta no estaba cerrada. Stark siempre era descuidado en esos detalles. — ¿Te encuentras bien? — Como si el fuerte viento apagara una vela, al castaño se le había acabado su imaginación. Con tan solo oír a la primera dama, todo se había ido a la mierda. Fue interrumpido tan abruptamente que desde ese instante comenzó con un pequeño mal humor que después se incrementó. — Tengo que hablar contigo.

Retiró su mano de lo que era una buena erección y mejor continuó duchándose. — Estoy bien, ¿qué es lo que quieres? — Molesto le respondió mientras mentalmente maldecía no haber podido llegar al clímax.

— Ya te lo dije, quiero hablar contigo, necesito decirte algo — La puerta con cortina oscura se interponía entre la pareja casada; Tony se tallaba el cabello lleno de shampoo antes de que dejara que el agua callera sobre su cabeza para eliminar toda la espuma en ella.

— Ya estás hablando conmigo, ¿no?

— ¡Maldita sea, Tony!, ¡¿por qué eres tan grosero?! — Justo en el momento en que Potts le gritó a Stark, éste abrió un poco la puerta y retiró la cortina para poder ver y gritarle a la mujer con rencor.

— ¡¿GROSERO YO?!, ¡TÚ ERES LA ÚNICA MALDITA GROSERA AQUÍ!, ¡¿YA OLVIDASTE LA MIERDA QUE ME HICISTE A MI?!, ¡NO TIENES EL MÁS MÍNIMO DERECHO DE QUEJARTE DE MI! — Fastidiado cerró la puerta de un golpe y siguió bañándose. Pepper no logró controlar su llanto, salió del baño, del cuarto y se fue a otra de las habitaciones en donde se encerró.
Estaba consciente que lo que le había hecho a Edward hace varios meses no tenía posiblemente ningún perdón. Ahora solamente quería aclarar una cosa y no encontraba la forma de hacerlo sin que discutiera con su marido. Hoy se reprime y paga duramente por lo que hizo. Todo está hecho y nada ni nadie lo puede cambiar; sí, era cada vez más doloroso, pero no podía hacer absolutamente nada, solamente seguir así hasta el final.

Apenas cerró la puerta del cuarto con seguro, Pepper Potts corrió al baño a vomitar lo poco que había comido en el transcurso del día.

The President | STONYWhere stories live. Discover now