Su voz sonó dura para que no hubiera lugar a más preguntas. Estaba genuinamente incómodo y, aunque comprendía el rechazo y duda de los chicos, no se sentía apto para realmente exponerse ante ellos. Menos aún para contarle todo lo que cargaba sobre sus hombros y lo que realmente estaba pasando en su vida. La pesada mirada juzgadora de los chicos era insoportable, terminando por levantarse y perderse en los pasillos.

Jaemin apretó sus labios en una fina línea, queriendo decir muchas cosas a sus amigos pero guardando todo eso en su interior. No era el momento y en definitiva Jeno no necesitaba que él diera excusas o explicaciones en su nombre.

El alfa no entró a las últimas clases, haciendo que Jaemin se preocupara por ello. Tan solo recibió un mensaje de su parte que le citaba después de clases en la terraza de la escuela. Que necesitaban hablar ese mismo día. El estómago del omega se apretó en su cuerpo, haciendo que un pesado nudo se instalara en su garganta. Temía lo que este fuera a llegar a decirle, porque en definitiva no sería nada bueno.

Pero Jaemin no había sido el único en recibir un mensaje para verse después de clases ese día. Changbin había observado el texto en su teléfono con una mueca entre asustada y sorprendida. No sabía para que Jeno quería verle, desde el accidente de hace unos días se había mantenido mirándolo desde lejos, con un poco de temor a que pudiera decirle algo a alguien. Podría simplemente negar las acusaciones que este pudiera hacerle, la gente le conocía más a él. Podía argumentar que era solo una gran mentira para arruinarlo entre sus compañeros pero aún así se mantenía nervioso.

Había estado tamborileando con sus dedos sobre el escritorio hasta que el timbre anunciando el final de las clases sonó. Acomodó sus cosas sin mucha prisa y, por un segundo, se planteó la idea de no ir al encuentro con el otro alfa. Era una idea tentadora el dejarlo plantado pero un nuevo mensaje llegó a su celular diciéndole que si no aparecía, las cosas irían aún peor para él. En definitiva estaba asustado, aunque no lo admitiría nunca frente al pelinegro. Su orgullo estaba muy por encima de aquello.

Despidiéndose de sus amigos, trató de evitar ser visto mientras se dirigía hacia las canchas de la escuela. Miraba constantemente sobre su hombro como si alguien le estuviera vigilando, siendo realmente un poco ridículo pues las pocas personas que circulaban por donde andaba no parecían reparar en su existencia.

Finalmente vio al alfa pelinegro apoyado en una pared entre las gradas y el armario de suministros. Enderezó su espalda y trató de poner un rostro serio, no quería lucir asustado ante aquel sujeto porque había algo en él que le inquietaba. Jeno, al verle llegar, sonrió de manera altanera.

— Hasta que apareces, pensé que me harías esperar más cariño. —Dijo en un tono burlón.—

— No me llames de esa manera, es asqueroso y más viniendo de alguien como tú con...tus gustos.

El tono asqueado en su voz hizo que Jeno soltara una pequeña carcajada, cruzó los brazos sobre su pecho manteniendo una sonrisa confiada en su rostro. Changbin se sintió irritado por la confianza que este estaba demostrando.

— Tranquilo niño, no me metería contigo de esa manera ni estando drogado ¿Lo harías tú? Es una lástima que no hayas podido llevarte tu encargo, seguro eres mucho más divertido estando totalmente perdido.

El opuesto apretó sus manos en puños, había sido un error. Había querido comprar por un poco de diversión y casi pierde la cabeza cuando vio a Jeno allí presente. No había esperado que nadie conocido estuviera en el lugar y constantemente le había dado vueltas a su cabeza el asunto. No se había atrevido a hablar con nadie de ello, por más que quisiera cortar con esa imagen que Jeno tenía en la escuela, que hacía a muchos y muchas suspirar, no lograba entenderlo. Pero vender a Jeno, sería venderse a sí mismo.

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