Capítulo 18- Inicia La Batalla.

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—¿Listos? —preguntó Shiro, una vez todos estaban en sus Leones.

—Listos —contestaron todos.

Era hora de salvar a Allura.


Como Lotor lo había predijo, ya estaban esperándolos. El lugar estaba repleto de naves Galras, y en el centro, la nave más grande: la del Emperador.

Fue tan fácil pasar las otras naves que casi parecía un juego, como si Zarkon quisiera que estuvieran confiados en que podían entrar tan fácilmente.

Lotor, al ser el único que conocía a la perfección la nave, iba acompañando a Shiro en el León Negro. Zarkon aún no tenía idea de que él estaba con ellos, y eso era una ventaja.

Los Paladines se acercaron a la nave de Zarkon, bajando de sus Leones e infiltrandose en la nave. Probablemente Zarkon ya sabía que estaban ahí.

Coran activó la comunicación con los Paladines desde el Castillo no mucho después.

—Zarkon activó la barrera de partículas —informó—. Tendrán que buscar una manera de salir, los encerró.

Pidge miró a Lotor.

—¿Sabes cómo salir?

Lotor negó con la cabeza.

—No a menos que desactivemos la barrera de partículas.

—Podemos encargarnos de eso después —interrumpió Shiro—. Lotor, ¿a dónde?

—Hay dos posibles lugares donde puede estar Allura. Hay que dividirnos, un equipo debería ir a las celdas principales...

—¿Y el otro? —preguntó Keith. Lotor los miró, entornando los ojos.

—El otro debe ir con mi padre. Sé cómo es, y es posible que tenga a Allura con él, esperando a que vayamos a rescatarla.

Hunk pasó saliva, intimidado por el mero pensamiento de toparse de frente con Zarkon.

—Muy bien. Lance, Pidge y Hunk pueden ir a las celdas —Shiro le dedicó una mirada a Pidge, y ella lo entendió de inmediato. Shiro la había mandado ahí para que pudiera buscar a su hermano y a su padre también.

—Lotor, Keith y yo iremos por Zarkon.
Todos asintieron, estando de acuerdo con Shiro, y recibieron indicaciones de Lotor sobre cómo llegar a las celdas.

—Una cosa más —los detuvo Lotor antes de que se marcharan—. Si se topan con mi madre... Díganle que estoy aquí. Aunque temo que puede ya no ser completamente ella misma.

Lance sintió un escalofrío. No había considerado que Honerva iba a estar ahí, y ahora podía toparse con ella. Lance se obligó a sí mismo a relajarse, aún si se encontraba con Honerva, ella no podía saber que se trataba de Lance, ¿verdad?

Y con eso, cada quien fue a su destino. Era un milagro que aún no se encontraran con ningún Galra ni ningún centinela, pero sólo era cuestión de tiempo. Tenían que seguir atentos.

Claro que Zarkon les había tendido una emboscada cerca de las celdas, Lotor se los advirtió, pero no pensaron que fueran tantos los Galras que iban a atacarlos.

—¡Lance! —llamó Pidge, entre el estruendo de los disparos—. ¡Tengo una idea, ve a la derecha, Hunk, a la izquierda! ¡Yo iré recto!

—¡Ahí es donde están los Galras, Pidge! —respondió Hunk, alterado.

—¡Tengo que llegar a las celdas, papá y Matt podrían estar ahí! —y antes de dejarlos contestar, Pidge salió detrás de la pared donde se estaban escondiendo, cargando contra los centinelas frente a ella, electrocutado a varios de camino con su Bayard. Lance y Hunk no tuvieron más opción más que obedecer, cada uno yendo en la dirección que Pidge les indicó.

Varios centinelas los siguieron a ambos, pero otros también se quedaron para ir por Pidge. Habían logrado separarlos.

Lance siguió por varios pasillos, aún escuchando pasos y disparos detrás suyo. Finalmente llegó a un espacio abierto, que parecía ser el hangar, y se dio la vuelta, justo a tiempo para que lo alcanzaran los centinelas.

Lance empezó a disparar a diestra y siniestra con su Bayard, derribando centinelas uno tras otro, pero cada vez parecían llegar más. Lo tenían acorralado, y su Bayard parecía ya no ser suficiente para protegerse.

Si seguía, iban a capturarlo... O peor, a matarlo. Lance miró al rededor, no encontrando otra salida. Lanzarse a sí mismo al espacio no era una opción, especialmente porque la barrera de partículas iba a freírlo si se acercaba mucho.

Lance siguió disparando, y de pronto, su Bayard empezó a brillar. Antes de que Lance pudiera reaccionar, su Bayard se había transformado en algo totalmente diferente: era un arco. Un arco Alteano, idéntico al de su padre.

Lance tiró de la cuerda hacia atrás por puro instinto, una flecha de pura energía azul formándose. Lance apuntó y disparó, la flecha atravesando a 3 centinelas a la vez. Lance sonrió confiado, continuando disparando con su arco, moviéndose rápidamente para esquivar los disparos. Lance ni si quiera notó sus marcas y su cabello, denotando de nuevo sus genes Alteanos, apareciendo cuando su Bayard se transformó.

No mucho después, ya no había más enemigos.

Lance se detuvo a tomar aire, aliviado.

—Así que eres Alteano... —Lance se tensó, y aunque no había escuchado esa voz antes, sabía perfectamente de quién se trataba.

Lance se dio la vuelta lentamente, confirmando sus sospechas. Honerva... No, Haggar estaba frente a él ahora.


Lotor maldijo por lo bajo, marchando, ahora por su cuenta, directo a donde sabía estaba Zarkon. No podía ser una coincidencia que Zarkon mandara a casi todos sus oficiales a atacarlos, él sabía que estaba ahí. Y ahora, había logrado separarlo de Shiro y Keith.

Lotor sabía perfectamente que su padre quería hablar con él. Quería hablar con su hijo traidor.

Lotor se detuvo frente a la puerta, tomando aire antes de entrar.

Ahí, sentado en el trono del Emperador, estaba Zarkon. La sala estaba vacía, a excepción de una inconsciente Allura que se encontraba junto al trono.

—¡¿Qué le hiciste?! —Lotor se acercó a Allura. Sabía que Zarkon no lo atacaría por la espalda, si iba a atacarlo, lo haría de frente.

—Regresaste. Creí que estabas muerto —fue la única respuesta de Zarkon.

—No te alegres tanto por mi —contestó Lotor, revisando el pulso de la princesa. Parecía sólo estar inconsciente.

Lotor la dejó de nuevo con cuidado en el suelo, tenía que enfrentarse a Zarkon.

—Aún puedes jurarme lealtad. Tendrás tu propio planeta, serás uno de mis mejores soldados.

Lotor se levantó lentamente.

—Sí, ya que eso funcionó tan bien la última vez —gruñó Lotor—. Ese es exactamente el problema, siempre me haz tratado como uno más de tus generales. Nunca he sido tu hijo.

Con un sonido metálico, varios tubos de lo que parecía ser Quintaesencia aparentemente se desconectaron de la espalda de Zarkon, y empezó a cubrirse con su armadura.

Lotor frunció el ceño. Así que tenía razón, Zarkon sí estaba utilizando la Quintaesencia para poder sobrevivir.

Lotor preparó la espada que había tomado de un comandante Galra que intentó detenerlo, y en cuestión de segundos, la batalla ya había comenzado.

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Juro que sentí que este capítulo duró siglos, pero en realidad sigue siendo relativamente corto. Damn. No debí dejar para el sig capítulo los otros tres puntos importantes que tenían que pasar en este capítulo, pero bueno. Me largo a ver Flash.
Anyway, esperen el capítulo 23 bbs (eso sí no cambio la planeación otra vez) para saber quién más se va a enterar de la identidad de Lancey.

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