Capítulo 34 - Entre las sombras

79 23 141
                                    

Capítulo 34  – Entre las sombras

Hemos ganado, pensó Sara sin mucho asombro. ¿Por qué habría de sorprenderse? No había tenido ni una pizca de duda. Lo habían tramado todo con cautela y, lo que era aún más importante, en secreto. Aquella era una de las ventajas de permanecer en la sombra de otro: nadie volteaba a verlos jamás.

Catos, sin embargo, no parecía tan alegre. Su compañera lo sentía vacilar, como si llegado a aquel punto comenzara a cuestionar lo que ya estaba hecho. Ella no pensaba permitirlo.

Ya no podrá molestarte más, lo animó. No deberías creer lo que dijo, nosotros sabemos que es un mentiroso. Nada de lo que dice es verdad.

Hmm, ¿nada?

Nada de nada.

Juntos miraron hacia donde yacía ahora su enemigo, inconsciente pero aún un poco vivo. Karen estaba con él, intentando despertarlo, algo que a Sara no dejaba de resultarle injusto. Al ver que ella había recuperado la conciencia, su hermana mayor no la había mirado con otra cosa que horror. Ya se encargaría de arreglar eso, pues ahora que había perdido a su juguete nuevo, tarde o temprano regresaría al más viejo.

¿Volverá a ti?

No le queda otra opción.

Aunque le permitiría a Karen deshacerse en llanto por un tiempo si eso era lo que deseaba, Sara estaba segura de que no se demoraría en superarlo y recordar quién había estado a su lado desde un principio.

No había nada que temer. Cualquiera fueran las consecuencias de lo que habían hecho, sea lo que fuera que estuvieran obligados a hacer a partir de entonces, lo harían juntos. Estaban atados el uno al otro para siempre, nada podía traerles a ambos más seguridad que eso.

Eso ha sido todo, entonces.

Uhm-huh, todo. Las dudas parecían haberse esfumado de la mente de Catos, que comenzaba a sonar complacido. Todo todo.



El despertar de Minos esta vez fue brusco y nada tranquilizador. Su conciencia regresó de manera parcial, difusa. Casi sentía deseos de volver al otro mundo, pero se lo impedía la voz de una mujer que llamaba su nombre y lo sacudía enérgicamente.

—Ten más cuidado, señorita. Ya me duele bastante así como estoy.

—No puedes haber perdido. No lo creo.

—Mejor que lo hagas, porque no duraré mucho más.

—No, no, no, no... no puedes morir. No ahora, no después de todo esto. ¡Con todo lo que hicimos...! ¡Todo lo que planeamos!

Minos abrió los ojos.

Le costó enfocar la vista, pero al lograrlo distinguió la silueta de Karen sujetándolo débilmente, sus manos temblando. El hombre nunca había visto semejante desesperación en el rostro de la mujer, que comenzó a llorar poco a poco, como si tardara en caer en cuenta de lo que sucedía. Él, en cambio, sentía a la muerte cernirse sobre él con toda certeza. Había sido repentino, pero en su interior comenzaba a creer que una pequeña parte de sí mismo había aceptado la posibilidad antes de siquiera entrar al castillo. De lo contrario, no podía comprender cómo su muerte le resultaba algo tan lógico y aceptable.

—Créeme, lo lamento más que tú pero... Mierda, el Rey sí que se debe haber sentido una porquería cuando le gané —dijo Minos intentando reír, buscando mostrar sus dientes afilados y sus ojos rojos, pensando que quizá ambos se sentirían mejor si moría como Demonio y no como humano. No obstante, no estaba seguro de haberlo logrado.

Pactos OscurosWhere stories live. Discover now