Capítulo 8 - Palabras

214 50 388
                                    


Capítulo 8 – Palabras

Minos, por primera vez en su vida, despertó junto a una persona que conocía. A su vez, era la primera vez que se arrepentía de haberse acostado con alguien.

Ya era de mañana y había un poco de luz en la habitación, lo que le permitía ver perfectamente a la mujer a su lado y comprobar lo que parecía increíble: se trataba de esa Karen. Estaba de costado, en una posición tensa, como si no estuviera dormida del todo. Los mechones de cabello negro caían desordenados sobre la almohada, pero sus labios formaban una línea apretada y su ceño parecía estar fruncido incluso mientras dormía.

Deseando que no fuera cierto, tocó con cautela el rostro de la joven como si así pudiera descubrir que no era ella. Los ojos de la chica se abrieron al instante y apartó todo el cuerpo hacia atrás, alejándose del tacto del hombre todo lo que fuera posible. Tan solo entonces miró la mano que la había tocado y el rostro del Demonio, luego de lo cual bajó la guardia de modo notable.

—Así que solo eres tú. No me asustes así —diciendo esto, la mujer se sentó en el lugar y se desperezó.

—Por desgracia sí, soy yo —y como ella se levantó sin responder, él sintió la necesidad de agregar algo—. Estas son las cosas que te hacen poco atractiva.

Ella lo miró de reojo. Lo sucedido la noche anterior no la había cambiado en absoluto: sus ojos celestes solo reflejaban desinterés y frialdad. A diferencia de su compañero, no se veía sorprendida, confundida o arrepentida.

—No me interesa ser atractiva, Demonio. Tengo todo lo que me hace falta para sobrevivir. No necesito nada más.

Bueno, al menos lo admitía. De algún modo, él siempre había creído que la joven no era consciente de ello.

—Es por esas cosas que... —Estaba a punto de decir nadie debe querer llevarte a la cama, pero luego se mordió la lengua. Ya no estaba en posición de poder decirle esas cosas. La Inmortal lo miró con su media sonrisa de burla. Aunque no tenía ningún poder de Demonio, sin duda le había leído el pensamiento.

La mujer caminó hacia la puerta, aún desnuda. A la noche Minos la había oído levantarse para ir al baño, y había vuelto bañada pero sin haberse vestido siquiera un poco. Ninguna de las personas con que había tenido sexo, fueran hombres o mujeres, habían sobrevivido hasta la mañana siguiente... por lo que no sabía cómo funcionaba el asunto, pero en las películas que había visto al menos se colocaban la ropa interior. La muchacha, sin embargo, no se veía demasiado consciente de su desnudez.

—Iré a preparar café. Aún no me has contado nada de lo que viste en esas visiones.

Se fue de la habitación antes de que Minos pudiera contestar nada. Estaba seguro de que esta parte tampoco estaba yendo según lo convencional. Se levantó él también, indeciso de si debía imitar la actitud de la Inmortal. Al principio se dijo que si ella jugaría ese juego entonces él se lo seguiría, pero poco después se arrepintió y adoptó la solución intermedia de colocarse solo ropa interior.




—Aquí tienes tu café. Ahora comienza a hablar, Demonio.

Sentado en la mesa frente a Karen, el hombre bajó la mirada hacia su taza. Con solo pensar en lo que había visto durante ese período de trance, su estómago se revolvía y le quitaba todo deseo de beber.

Sin siquiera tocar su bebida, comenzó a hablar:

—Había una casa vieja y rota, bastante pequeña. Dentro había dos niños...

—¿De qué edad?

—¿Eso importa? —se quejó Minos, pero luego se lo pensó mejor y decidió que tal vez sí importaba—. Uno creo que tendría seis... u ocho años... o algo así. No lo sé, solo lo vi y pensé está en edad de usar juguetes. El otro era mucho mayor, era más bien un adolescente.

Pactos OscurosWhere stories live. Discover now