Capítulo 5 - Conexión

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Capítulo 5 – Conexión

Estaba en un lugar extraño. A pesar de que lo rodeaban la oscuridad y las sombras, que eran aliadas suyas, también estaba presente en la sala su enemiga: la luz. La parpadeante llama era lo único que sobresalía en la negrura tras la cual el Demonio se escudaba.

Esto es ridículo, se dijo, yo no necesito ocultarme. Domino el fuego y la luz no me daña. Fingiendo que su instinto no le aconsejaba lo contrario y que su cuerpo no temblaba, se acercó a la vela lentamente. Sin embargo, no llegó a tocarla, el fuego estalló y, por un instante, Minos pudo ver la habitación en detalle. Vislumbró el cuarto de un niño (o quizá de un adolescente que aún no había acabado de deshacerse de todos los rastros de su niñez), juguetes y libros infantiles por doquier.

Luego la oscuridad volvió, esta vez acompañada de una ráfaga gélida. Entonces la criatura ya no se sintió tan cómoda como antes. Sintió una mano (si es que eso era) aferrarse a su brazo con saña, y mientras una voz gutural pronunciaba su nombre, él volteó a mirar...



Otra vez estaba entre las sombras, pero esta vez estaba casi seguro de que eran las suyas que le eran tan familiares. Su consciencia sabía que había pasado de un lugar a otro, del sueño a la realidad, pero su cuerpo no le hacía caso. Temblaba, sudaba, ¿y qué era eso que subía y bajaba dentro de su pecho, oprimiendo su respiración? No se detuvo a pensarlo, simplemente se repitió que era absurdo, absurdo de verdad, rayaba lo patético y era para reírse, temer a un monstruo siendo uno. ¡Ni siquiera recordaba lo que había visto, así que tan espantoso no podía haber sido! Además, los sueños son sueños, nada más, y lo real es... otra cosa muy distinta, sin duda.

Todo había estado bien, todo lo estaba y todo lo estaría porque estaba claro, clarísimo, que si alguien debía tener miedo no era él sino todo el resto, ¿no? Nadie podía ponerle un dedo encima siquiera, tampoco ese falso rey, así que cualquier susto era irracional.

Con estos pensamientos calmó su mente y se dispuso a retomar su descanso. No obstante, el leve rastro de una presencia (dos demasiado parecidas, estrictamente) se hizo sentir. Las reconoció, por supuesto, pese a que hubiese preferido no hacerlo.

Él no lo sabía, pero se levantó con el mal humor que los humanos adquieren tras una noche de mal sueño.



Un breve vistazo muy superficial le informó que la tal Sara (o algo así) había quedado más que sorprendida al verlo abrir la puerta, pero su mirada pronto se centró en la joven de los ojos celestes. Quien, como era de esperarse, simplemente lo observaba con esa indiferencia contaminada de un odio nada personal. No parecía ser un desafío para ella reconocer que aquella mujer que tenía en frente era el Demonio que había ido a buscar.

—¿Qué desea? —preguntó, y él mismo oyó el desgano en su voz. Nunca se había sentido tan poco motivado.

—Recordarás que dije que te llevaría a cierto lugar. Necesitamos información para saber cómo abordar aquella parte del plan.

—Oh. El plan. Claro —Como si supiera de lo que hablas, mujer. Aunque no tenía la más mínima intención de ser sincero, si lo hubieran obligado a serlo hubiera admitido que no había oído ni una palabra del "plan" que aquella morocha se había esforzado por contarle la vez anterior—. Sabe, tengo una sugerencia, si me lo permite. Diría que pasarlo para otro día sería conveniente, ¡tan solo mire el clima! Se podría echar a llover, si usted entiende...

—Pues no permito tu sugerencia. Tu promesa fue que nos encontráramos este día. Creí que los de tu tipo estaban atados a los tratos que hacían, ¿me equivoco? —Su tono rígido y su mirada bastaron para transmitirle a Minos más de lo que él deseaba. Cuatro palabras estaban escritas en el gesto de la joven: ni se te ocurra.

Pactos OscurosWhere stories live. Discover now