4. Algo mejor

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Cruzar la puerta de la academia y tomar asiento en mi lugar habitual ahora mismo se me hace extraño, más que nada después de tantos días faltando por estar enfermo, sintiéndome algo mejor para venir hoy aquí a pesar de la petición de mi madre para que descansase un poco más hasta estar completamente recuperado.

— Seonghwa que sorpresa tenerte aquí tan pronto —miro a la señorita Jang, asintiendo despacio —¿te sientes con fuerzas de verdad? No tienes que forzarte en absoluto.

— Lo se señorita Jang y estoy algo mejor. Sin problema puedo quedarme aquí y participar —aseguro aunque me moleste un poco la garganta aún, doliendo incluso cuando hablo —¿hoy no vendrá Yeosang?

— Ha llamado su madre diciéndonos que estaría con su abuela —me dice —luego podréis quedar seguro. Ahora empezaremos la clase.

La clase no tarda en dar comienzo, siendo de forma más tranquila a diferencia de la última a la que asistí, ese día en que todo se volvió del revés, día en el que me enfadé con Yeosang, el mismo en el que previamente se apoderaba de mi el indicio de un resfriado que me mantuvo en la cama todos estos días, sintiéndome algo mejor ahora como para atender, tomar apuntes para mi, dispuesto con esperanza a ver más tarde a Yeosang y contarle todo cuanto estamos haciendo.


— Bien chicos —los pocos que estamos miramos a la señorita Jang —lo habéis hecho muy bien hoy. Os veré mañana.

Recogiendo mis cosas salgo el primero del aula y de la academia, tomando mi camino hacia la parada más cercana, subiendo a la linea correcta, sentándome como de costumbre en las últimas filas a la espera de llegar a la parada cercana a la casa de Yeosang donde me supongo que ya estará, no conozco el lugar donde está su abuela asique no me queda de otra que ir allí, con la esperanza de encontrármelo por supuesto.

El viaje es un largo, de unas ocho paradas antes de llegar a mi destino, mirando en todo momento por la enorme ventana a mi lado, deteniendo mi atención en un punto exacto, llamando rápido al timbre de parada cuando le veo, reconociendo rápidamente a Yeosang, quien evidentemente ni está con su abuela ni en su casa, bajando nada más se detiene el autobús, volviendo en la dirección ya recorrida.

— Yeosang —ambos nos detenemos —¿no estabas con tu abuela?

— Lo estaba pero ya hace unos minutos que salí de allí —asiento despacio —¿tu que haces aquí en lugar de estar en casa? Tienes que descansar Seonghwa.

— Estoy bien —aparto sus manos de mi cara, sin soltarlas —si no tienes nada que hacer podríamos ir a tomar algo. Yo invito.

— Seonghwa me encantaría pero no puedo ahora —suelta sus manos de entre las mías —tengo cosas que hacer. Vete a casa y luego te llamo o voy a verte.

Intento negar, convencerle para que no rechace tan rápido mi invitación, sin tiempo para nada de eso cuando se aleja, entrando en un edificio cerca de donde nos encontramos.

Mirando en todas las direcciones, decidiendo en si es mejor que me marche o le siga, busco una parada, sentándome a la espera una vez más en menos de una hora, pensando en el porque de su rechazo si ayer se quedo hasta la noche conmigo, parpadeando varias veces, conteniendo las inmensas ganas de llorar, tragándome dolorosamente el nudo que se forma en mi garganta, en mi pecho, soportando la presión en la boca de mi estomago, en mi pecho, respirando con cierta dificultad cuando me siento en el interior del transporte que me llevará a casa, a donde debí ir en un principio y ahora no me sentiría así.

Arrastrando mis pies una vez estoy ya en ese único lugar que puedo considerar un refugio, dejándome caer sobre mi cama, boca abajo, golpeando el colchón hasta que las fuerzas me fallan, dirigiéndome una vez en pie al cuarto de baño donde me deshago de mi ropa, metiéndome bajo el chorro de agua fría donde me quedo por casi una hora, obligándome a mi mismo a salir, secándome tan rápido como mis congeladas manos me permiten, vistiéndome un pantalón negro, calcetines, una camiseta blanca de manga larga y una sudadera del mismo color que mi pantalón, yendo a la cocina donde me preparo una simple ensalada, comiéndola de forma lenta, viendo las horas pasar tan lentas también que casi no me doy cuenta de la hora en la que me tengo que me tengo que ir a trabajar, entrando en la floristería donde me recibe mi tía, forzando una sonrisa, quedándome en mi puesto, pasando el tiempo de esta forma, atendiendo a todo el que entra.


— Seonghwa —miro a la señorita Jang frente a mi —que sorpresa encontrarte aún aquí.

— Aún quedan veinte minutos para cerrar —miro mi reloj —¿le puedo ayudar en algo?

— Un par de cosas que quiero confiarte —asiento despacio, escuchando con atención —mañana no hará falta que vayas a la academia. Os doy un día libre por asuntos personales y lo otro es que me gustaría que me hicieses con total libertad un bonito ramo. Es el cumpleaños de mi madre y me encantaría sorprenderla.

Aceptando el encargo recién recibido, saliendo de detrás del mostrador, acercándome a uno de los muchos paneles, lejos por supuesto de las orquídeas, deteniéndome frente a dos, comenzando a montar el ramo perfecto, dejando que la señorita Jang vaya libremente por la tienda en lo que yo me ocupo con mi labor, deteniéndome en un momento al ver frente a mi, al otro lado del ventanal a Yeosang mirando en mi dirección, saludándome con la mano, incapaz de reaccionar más que para seguir con el regalo para la madre de mi maestra, siguiéndola a penas diez minutos después a la puerta, despidiéndola con una reverencia, cerrando finalmente después de desearle buena suerte y una bonita velada con su madre, disponiéndome a recoger todo ahora, cogiendo la escoba para barrer los restos en el suelo.

— Seonghwa ¿has terminado ya amigo?

Asintiendo sigo con lo mio, sin decir una sola palabra, recorriendo así la tienda, hasta el armario donde todo lo guardo, cerrando la tienda cuando sale, conectando antes la alarma.

— ¿Vienes a cenar conmigo? —giro hacia Yeosang, mirándole —¿por qué me miras así amigo?

— Pensaba ir a casa directamente —señalo la dirección a la parada —estoy cansado.

— No seas aburrido y vamos a cenar.

Negándome al tiempo que me ignora llevándome con su mano unida a la mia, no me queda de otra que seguirle, recordando el rechazo suyo de esta mañana, siendo incapaz de resistirme, imponerme incluso, sintiendo esa sensación invadiéndome internamente, cada vez con más fuerza con cada paso que damos hasta que llegamos a donde al parecer tiene una reserva, manteniéndome ahora cabizbajo cuando nos sentamos en una mesa lejos de la puerta, apretando mis manos bajo la mesa, tratando como sea de no hacer notar los nervios y como me siento ahora mismo estando los dos a solas.

FriendzoneWhere stories live. Discover now