Capítulo 30: Josh

738 46 2
                                    

ESTÁ CLARO QUE SE HUELE algo, ¿por qué sino actúa así? Después de la llamada a mi hermana debe de haber atado cabos.

Pero que lista es mi chica, además, Patty me ha llamado después de que ella llamara al club preguntando por mí, así que sí, sabe algo. La abrazo por la cintura y le doy un beso en la boca, ella me lo devuelve con ganas y no puedo resistirme a ella, la abrazo más fuerte intentando no hacerle daño, y me la cargo a los brazos, ahora que sabe lo que pasa, no creo que le importe esperar un poco más.

Una vez en la habitación la dejo en el suelo y empiezo a desvestirla, primero dejo caer los tirantes de su vestido —que por cierto es bastante provocador—, y luego este cae al suelo. Debajo no lleva nada, como si hubiera estado esperándome, y yo disfruto de las vistas unos segundos antes de quitarme la camiseta y los pantalones seguido por los bóxers.

Cuando los dos estamos desnudos, nos dejo caer sobre la cama con cuidado de lo aplastarla, no quiero hacer daño a nuestro hijo, y por supuesto a ella tampoco.

—Te quiero, Meghan, y no quiero que lo olvides nunca —le digo mientras le beso por todas partes.

—Yo también te quiero, Josh.

—Eres la mujer más hermosa que he conocido nunca, y no quiero estar con nadie más que contigo.

La cojo por la cintura y la siento sobre mi regazo, quiero verle la cara mientras hacemos el amor, esta se ha convertido en mi postura favorita. Ella se mueve despacio, como si quisiera alargar este momento, y yo disfruto de mi mujer, sí, ya puedo llamarla así, por qué es así como será a partir de ahora. Será mi mujer en todos los sentidos de la palabra.

—Josh —jadea mi nombre mientras se mueve más deprisa.

—Sí nena, sigue así, no te pares ahora.

—No pensaba hacerlo.

Se coge de mis hombros para darse impulso y se mueve arriba y abajo sobre mi erección, yo la cojo por el culo para ayudarla, el peso cada vez es mayor y le cuesta moverse, aunque ella nunca se queja, pero yo lo sé. La levanto y la penetro más profundamente, desde abajo, me introduzco en ella una y otra vez hasta que ya no puede más y yo tampoco, nos corremos juntos como todas y cada una de las veces que lo hemos hecho, así de compenetrados estamos.

Cuando nuestras respiraciones se normalizan, me levanto y voy a por mi chaqueta, donde guardo algo muy especial para mí, y espero que para ella también lo sea. Vuelvo con ella un minuto después y me meto de nuevo entre las sábanas.

—Quería esperar a la cena, pero creo que este momento es el más apropiado. No me imagino otro escenario que no sea este, donde tú y yo empezamos nuestra relación hace algo más de cinco meses —le digo mientras ella empieza a emocionarse.

Y yo también, para que engañarnos.

—Llevo toda mi vida deseando que llegara este día —continúo como puedo—. Cuando pasó no podía creérmelo, y ahora tú y yo por fin estamos juntos, como debía ser. Nunca he dejado de amarte, Meghan.

—Josh... —me dice entre lágrimas, pero no la dejo continuar.

—Meghan, vas a hacerme el regalo más bonito que podías haberme dado, un hijo. Y después de conocerte es lo mejor que me ha pasado en la vida. Por eso, y porque quiero pasar el resto de mi vida a tu lado —hago una pausa para secarle una nueva lágrima que cae por su mejilla—: Mi amor, ¿quieres casarte conmigo?

Por un momento el mundo se detiene mientras espero ansioso su respuesta, y después de solo unos segundos de espera, por fin Meghan responde a mi pregunta.

—Sí, sí quiero, Josh. Claro que quiero casarme contigo.

—Te quiero tanto, nena.

—Yo también te quiero mi amor.

Le pongo el anillo en el dedo anular de su mano izquierda, y nos besamos. Luego volvemos a hacer el amor hasta quedarnos dormidos y abrazados.

Cuando me despierto solo han pasado dos horas, la miro mientras ella duerme y no quiero despertarla, es tan hermosa. Miro el anillo que le he puesto en el dedo y sonrío como un idiota, decir que estoy feliz es quedarse corto, estoy más que feliz, estoy rebosante de felicidad, mi sueño por fin se ha he go realidad, y Meghan es mía. Y encima voy a ser padre, ¿qué más se puede pedir?

Meghan abre un ojo y me sonríe.

—Hola nena.

—Hola Josh —me contesta y se mira el dedo.

Su sonrisa se amplía hasta llagarle a los ojos, ella también es feliz, y me lo demuestra cogiéndome por el cuello y atrayéndome hacia sus labios donde deposita un suave beso, y luego otro, y otro, hasta que nos separamos jadeando y excitados, pero no nos quedan fuerzas para otro asalto.

—¿No tienes que ir al club? —me pregunta ella con una sonrisa pícara.

—Sabes que no, solo era una excusa.

—Al menos me llevarás a cenar, ¿no? Me muero de hambre.

—Claro que sí, además, aun tenemos que celebrarlo.

—Celebrar, ¿el qué? —pregunta coqueta.

Más tarde, de camino al restaurante Meghan recibe una llamada, y su expresión cambia, la cara se le pone blanca.

—¿Qué pasa? —le pregunto pero no me contesta—. Meghan, ¿qué ha pasado?

Finalmente habla:

—Es Andrea, está... está...

—Dame el teléfono —le digo y cojo el teléfono antes de que este caiga al suelo.

Meghan se tapa la boca con la mano y empieza a llorar, está devastada y yo no entiendo que la ha puesto así, cuando pregunto quien es, solo escucho silencio, quien sea ya ha colgado. Miro el número en la pantalla y veo que es Freddy, ese capullo le ha dicho algo que la ha puesto en este estado.

—¿Qué te ha dicho?

No puede hablar, la cojo cuando veo que está a punto de desmayarse y la sostengo entre mis brazos, caemos lentamente hasta que me arrodillo junto a ella. Está destrozada y yo no sé cómo ayudarla, no sé qué le ha podido decir ese desgraciado para que ella esté así, pero me las va a pagar.

9 Meses para conquistarte [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora