Capítulo 9: Meghan

850 55 1
                                    

—¿¡QUÉ TE HA PASADO en la cara Josh!? —le pregunto y paso mis dedos por sus heridas.

—No es nada. Ha sido en el gimnasio.

—Parece que te ha pasado un camión por encima.

Me coge la mano antes de que vuelva a pasar mis dedos por su cara y me mira a los ojos.

—Siento mucho lo de antes. Me refiero a lo que ha pasado con Freddy esta mañana, no pretendía molestarte —se disculpa.

—No es eso, me ha pillado por sorpresa y...

—¿Y qué? —me pregunta al ver que no termino la frase.

—¿Es que tú no lo notas?

—Si noto, ¿el qué?

Intento apartarlo pero me lo impide bloqueando mi cuerpo contra el suyo y la encimera, mi respiración se acelera y me falta el aire.

—¿Qué es lo que tendría que notar, Meghan? —insiste.

—Nada, déjalo, no tiene importancia.

—Peque, dilo.

—No puedo.

Consigo apartarlo y me escabullo hacia la habitación, pero antes de dar un paso más me coge por las muñecas y me atrae hacia él. Coloco mis manos en su pecho y él las suyas en mi cintura, luego sube una de ellas hasta mi nuca y me besa.

Sus labios son suaves tal y como los recordaba, lo que no recordaba tanto es lo bien que besa.

Es apasionado, salvaje y muy, muy entregado.

No puedo resistirme más y se lo devuelvo, le cojo del pelo para profundizar nuestro beso y él me abraza por la cintura para atraerme más contra él.

No sé cómo acabamos en su cama, el tumbado y yo encima de él. Le quito la camisa, él a mí el camisón, y cuando estoy desnuda de cintura para arriba se levanta conmigo aún sobre él y vuelve a besarme.

—Josh.

—¿Sí pequeña? —me pregunta mientras coge uno de mis pechos y se lo lleva a la boca.

Lo succiona, y con la otra mano coge el otro y aprieta el pezón entre sus dedos. Olvido todo lo que quería decirle y me centro en lo bien que sienta tenerlo debajo de mí, sintiendo su más que pronunciada erección entre mis piernas y mando todo a la mierda.

«Ya me arrepentiré más tarde».

Lo que parecía un polvo rápido se convierte en una lenta y fabulosa tortura. Me da la vuelta y se coloca sobre mí, me baja las braguitas muy despacio y me acaricia los muslos con la nariz.

—Eres preciosa, peque —me dice y yo dejo caer la cabeza hacia atrás.

—No me llames así por favor, ahora no.

—De acuerdo, pero eres preciosa, ¿te lo han dicho alguna vez?

Entierra su cara entre mis piernas y besa mi monte de Venus antes de introducir la lengua entre mis pliegues, juega con ellos y los succiona.

«Dios que bueno». No sabía que se le diera tan bien esto.

—Josh —gimo su nombre mientras disfruto de lo que me hace.

Suelta un gruñido antes de introducir uno de sus dedos en mi interior, luego lame mi clítoris hinchado y lo muerde haciéndome gritar cuando me lleva al orgasmo después de varias envestidas más.

—¡Joder! —grito mientras todo mi cuerpo se convulsiona.

—Eso mismo es lo que quiero hacer nena.

Aún no he terminado de sentir las últimas oleadas de placer cuando se pone de pie y empieza a quitarse la ropa. Tiene un cuerpo espectacular: un pecho lleno de musculos —los he contado son ocho si añado los pectorales—, y esos brazos grandes y fuertes que tiene me hacen salivar, y que decir de su espalda o esos hombros anchos, pero lo mejor de todo es esa cintura estrecha y el vientre plano que termina en esa perfecta V.

Decir que es un Dios es quedarse corta. ¿Y todo esto es para mí?

No tiene nada de malo, ¿no? Quiero decir, somos amigos y los amigos no sé acuestan juntos, ¿cambiará nuestra relación si fóllamos?

Me mira desde arriba con una mezcla de lujuria y amor, pero antes de quitarse los bóxers se para y se sienta a mi lado.

«¿Ha escuchado todos mis pensamientos?».

—Espera Meghan, no quiero estropearlo todavía más.

—¿Qué quieres decir? —le pregunto confundida.

—Me refiero a nuestra amistad, si esto no funciona no me gustaría perderte.

—Entiendo.

—No, no lo entiendes —me dice y hace una pausa—. Si seguimos adelante, luego no quiero que te arrepientas.

—¿Por qué iba a hacerlo?

—No lo sé, pero no sería la primera vez que algo así estropea una amistad.

Me arrodillo detrás de él y apoyo mi mentón en su hombro, él gira la cabeza y nos miramos a los ojos.

—Crees que después no podríamos seguir siendo amigos, ¿es eso? —le pregunto.

—Sí, algo así.

—Te quiero muchísimo Josh, lo sabes. Y no hay nada que pueda cambiar eso, jamás —le contesto y le acaricio la mejilla—. Pero si crees que no merece al pena, lo entiendo. Yo tampoco quiero que nada cambie entre nosotros.

Me levanto y me siento a horcajadas encima suyo, le abrazo por el cuello y él hace lo mismo con mi cintura.

—Yo también te quiero mucho, peque.

Nos quedamos así unos minutos, abrazados.

Una llamada interrumpe el momento y nos separamos. Me bajo y voy a buscar el teléfono, cuando miro la pantalla lo dejo caer de nuevo en mi bolso después de apagarlo.

—¿Qué pasa?

—Nada, se han equivocado —le digo y vuelvo para coger mi ropa.

—¿Es ese imbécil otra vez? ¿Te ha molestado?

—No merece la pena hablar de él.

Me pongo de nuevo el camisón y las bragas mientras siento su mirada clavada en mí, pero esta vez no tiene nada que ver con lo que ha pasado hace unos minutos, está es más fría y sé sin mirarlo que está cabreado.

—Pues yo sí quiero saber qué es lo que quiere ahora ese capullo.

—Josh por favor, no quiero hablar de eso ahora.

—Sí te ha hecho algo ese desgraciado lo mato.

Me pongo a llorar sin poder controlarme, he recordado lo que ha pasado este mediodía y no puedo evitar dejarme llevar cuando me abraza.

—Peque, no llores. Arreglaremos lo que haya pasado, confía en mí.

9 Meses para conquistarte [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora