Capítulo 38

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         Habíamos pasado una hora sin hacer nada. La cara de Alan ya tenía mejor aspecto, aun le quedaban los pómulos rojos y los ojos brillosos. Me levanto despacio del sofá y le cojo la mano.

-   Vamos- le digo tirando de él.

-   ¿A dónde?

-   Tú te vas a dar una ducha- le digo dándole con el dedo índice en su pecho- y yo mientras voy a preparar algo de comer.

-   No.

-   Alan no podemos pasarnos el día así, porque no vamos a solucionar nada.

-   Digo que tú no vas a cocinar, te he invitado a comer fuera- me dice-. Vamos a ducharnos y luego pediremos algo de comer.

         Sin decir nada más me coge de la mano y me lleva al baño.

         Miro como se comienza a llenar la bañera, abre el armario, coge una pastilla de sales y la pone en la bañera luego coge el jabón y echa un buen chorro. No puedo dejar de verlo, cuando comienza a quitarse la ropa. Se mete en el agua mientras yo no dejo de verle.

-   ¿Vienes?- me dice.

-   Claro, ahora me desnudo.

         Comienzo sacando los tenis y los calcetines, luego me subo cuidadosamente la camiseta y la dejo en el lavamanos. Alan no deja de verme. Luego me quito el pentalón y lo apoyo también.

-   ¿Quieres que te ayude?- me dice sacando el pecho del agua.

-   No- le digo riéndome-, puedo yo. ¿Ves?- y dejo caer el sujetador al suelo.

-   Te va a coger el frío- dice riendo.

-   Me arriesgaré, es verano- dejo la braga en el lavamanos y rejo y pongo el sujetador allí también.

         Me acerco a la bañera y toco el agua, está muy caliente. Entro y me siento a los pies de Alan. Que gusto, hacía muchísimo que no me daba un baño, siempre me duchaba corriendo. Estiro la pierna hacia el pecho de Alan y el me agarra el pie y comienza a darme un masaje. Comienzo a reírme y él para.

-   Me haces cosquillas- le digo soltándome el pie.

-   Ahora vas a ver lo que son las cosquillas de verdad- dice poniéndose sobre mí.

-   No, no, no. Alan para por favor…-le digo mientras me retuerzo en carcajadas.

-   Voy a parar, pero no porque me lo pidas, sino porque quiero besarte.

         Fue un beso dulce, lleno de cariño. Luego él se sentó en su sitio y yo me recosté sobre su cuerpo mientras me ponía sus manos sobre la cadera. Comencé a pasar mis dedos por los suyos, hundí mi cabeza en su pecho y apoyé mis brazos en los suyos. Escuchaba su corazón latir una y otra vez, despacio, con fuerza. Comencé a sentir que su corazón latía más rápido, no entendía el motivo hasta que me abrazó.

-   Empieza a estar fría el agua- le digo al rato.

-   ¿Quieres salir?- dice soltándome.

-   No, quiero estar más tiempo así. ¿Abro el agua caliente?

-   Claro amor- dice sonriendo.

         Tardo apenas unos segundos en abrir el agua caliente y abrir los desagües laterales de la bañera para que no desborde. Me deslizo sobre el cuerpo de Alan hasta que tengo mi cara en su cuello. Esta vez me pongo boca abajo pero en la misma posición.

-   Te quiero- le digo al oído-, te quiero más de lo que te puedes imaginar.

-   ¿Y si no tengo imaginación?- dice riéndose.

-   ¡Boh!

-   No seas tonta, lo sé.

         Me agarra y hace que me siente sobre su cintura y yo rodeo su cuerpo con mis piernas. El me comienza a besar mientras recorre mi espalda con sus manos. Yo recorro su pecho y cada uno de sus abdominales. Cada vez noto ese foco de calor más cerca de mí, haciendo presión. Es entonces cuando decido tomar el foco y meterlo tan dentro de mí como lo deseo. Alan lo estaba deseando tanto como yo y no pretendía disimularlo. Ambos nos besábamos y nos acariciábamos mientras seguíamos inmóviles, solo unidos.

         Al rato cerré el grifo, saqué el tapón y me separe muy despacio de la cadera de Alan. Él quiso retenerme pero yo solo quería ir con él a su cama y estar más cómodos.

         Fuimos mojados hasta su cama, él no quería soltarme. Seguía sintiendo aquel foco en mi espalda mientras caminábamos y ahora lo seguía sintiendo pero en mi pelvis. Alan me acariciaba y besaba mis pechos, mi abdomen, mi clítoris… yo solo podía retorcerme de placer. Entonces lo agarro por los hombros e intento con todas mis fuerzas que suba. Cuando está sobre mi noto toda la presión de su cuerpo sobre el mío, casi no podía moverme y aunque no me importaba seguir así mientras nos besamos, quería hacerle sentir lo que él me había hecho sentir antes. Me giré con todas mis fuerzas y conseguí ponerme sobre él. Sentía cada centímetro de su piel y él sentía cada centímetro de la mía. Comencé a besarle el cuello, recorrí todo su pecho, besé cada uno de sus abdominales, tracé la V más bella del mundo y besé cada centímetro de la zona que rodeaba aquel foco que yo tanto ansiaba. Medí la distancia de la punta a la base de aquel foco mientras Alan se estremecía y gemía, él se incorporó al rato y yo paré. Su reacción fue brusca, llena de desenfreno. Me agarró por la cardera, me atrajo contra su pecho, me besó con tanta fuerza que sentía la lengua clavada en mi boca una y otra vez. Luego se abalanzó sobre mí dejándome debajo. Me besó fuerte el cuello, un beso que duró más de lo habitual, caliente y lleno de pasión. Después se intentó incorporar pero no lo dejé, lo agarré con mis piernas por su cadera. Él me vio y se echó a reír.

-       ¿Cuánto más me vas a tener así?- me dice mientras se acerca a besarme haciendo que su foco roce mi clítoris fuertemente.

         Ante esto yo gimo y se da cuenta. Repite la misma acción me besa y se roza, agarro sus hombros desesperada y lo repite otra vez.

-       Creo que ya no te voy a tener más así- intento decirle.

-       ¿Por qué?- dice mientras se vuelve a rozar, yo me agarro más a sus hombros-. ¿Ya no te gusta?

         Sigue rozándome, lo hace tantas veces que termino aflojando el agarre de mis piernas. No parábamos de besarnos. Entonces el vuelve a rozarme muy, muy, muy lento, tanto que le agarro fuerte el cuello, lo más fuerte que puedo y le beso en un intento por no gemir. Entonces coge mis piernas sin dejar de besarme y hace que se doblen hacia mi pecho. Emitimos un gemido a la vez cuando se mete fuerte dentro de mi cuerpo. Suelta mis piernas dejando que yo las ponga a sus lados. Entonces comienza nuestro baile, largo, lento, rápido, profundo y que termina con el canto de opera más esperado.

Besos para dormirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora