Capitulo 12

55 4 0
                                    

La noche se hizo eterna. Juan y Elisa se marcharon tarde. En cuanto se fueron todos nos fuimos a la cama. Al entrar en mi habitación lloro sin consuelo, todo me recuerda a Flokes.

Cuando consigo parar miro mi móvil, me he olvidado completamente de él. Cuando abro mi correo un nuevo mensaje aparece. Es de Oliver.

Oliver121:

Hola María.

Ya me he enterado, lo siento mucho, no sé muy bien como consolarte, tú sí que lo supiste hacer cuando falleció mi abuela, perdóname. Esta misma tarde me ha llamado Alan me ha dicho que ayer habíais quedado para salir. No sé si he hecho lo correcto pero le he dicho lo que había pasado. Él lo ha entendido, quería pasarse por ahí pero le dije que sería mejor esperar a mañana, que eso era algo familiar. Por favor llámame en cuanto leas esto, quiero hablar contigo, no importa la hora.

Cuídate.

Oliver

Con todo esto no me había acordado de Alan. Oliver sigue siendo mi mejor amigo, está para todo y seguro que mi hermano está detrás de todo esto.

Me cambio y cojo el teléfono inalámbrico para llamar a Oliver, pienso en llamar antes a Alan pero ya es tarde e igual está dormido. Marco su número. Bip... Bip... Bip...

- ¿Diga?

- Hola Oliver, soy María.

- ¡María! ¿Qué tal estás?

- Bien supongo, lo echo de menos.

- Lo sé, pero ahora tienes que ser fuerte. Recuerda lo que tú me habías dicho, siempre tendrás el recuerdo de los buenos momentos, de los más divertidos y todos te ayudarán a pasar página. ¿Dónde ha sido?

- ¿Él qué?

- ¿Dónde lo habéis enterrado?

Al escuchar esa palabra no puedo contener las lágrimas. Entierro, su entierro. No me lo puedo creer mi compañero ya no está.

- María no pasa nada, no me lo digas. No llores más.

- No recuerdo que te dije que tenías que ser fuerte, yo también-digo intentando parar de llorar, aunque me resulte imposible. Entre un sollozo y otro consigo decir-. Bajo el manzano.

- Es el mejor sitio, él siempre estaba allí, a la sombra. Ha sido el mejor lugar.

- Le he puesto hierba y dos galletas, es una tontería pero ha sido como si así se pudiera llevar un trocito de lo que más le gustara.

- Has hecho bien.

- Me acordé de la flor que le habías puesto a tu abuela y de cómo a ella le habría gustado.

- Luego lo pensé mucho y llegué a la conclusión de que si viera como la arrancaba de su jardín me regañaría mucho.

Esto último hace que nos riamos un buen rato, luego un silencio y tras este se escucha toser a Oliver.

- Sé que igual no quieres hablar de esto, pero, Alan no está enfadado, no te preocupes, yo casi diría que esta noche no dormirá bien, está preocupado.

- ¿Crees que Alan está preocupado?

- Sí

- ¿Por qué? Apenas me conoce.

- Pero él... Él está muy a gusto contigo

- ¿Qué es lo que no me dices? No me conviene, ¿verdad?

- No, no es eso. Ya lo entenderás María, todo requiere un tiempo.

- Creo que me gusta.

- Lo sé. No te olvides de llamarlo mañana María- dice tras bostezar.

- ¿Y si está enfadado?

- ¿Cómo se va a enfadar? Flokes ha muerto- esto crea un silencio-, no es tan insensible.

- Espero que lo entienda.

- Lo entenderá. Por favor mañana no te quedes en casa, prométemelo.

- Está bien, te lo prometo. Te dejo descansar ya es muy tarde y yo también me voy a dormir.

- Descansa María.

- Hasta mañana.

Tras decir esto cuelgo. Llevo el teléfono al pasillo y vuelvo a mi habitación. Me tumbo en cama son las cuatro y media de la mañana pero no tengo sueño. Apago la luz de la mesilla, pongo la alarma en el móvil para las diez y media. No tengo nada que hacer, pero no me quiero levantar más tarde.

Besos para dormirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora