Capitulo 29

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Cuando llegué a casa subí a mi habitación y me puse el pijama. Mañana es la boda, así que preparo el vestido y los tacones y los pongo en mi habitación. Mañana el baño será imposible de utilizar pero hoy no me voy a duchar. Estoy tan cansada que decido meterme en cama cuanto antes.

Suena el despertador, es hora de levantarse. Salgo de mi habitación pero aún no se escucha a nadie, es lógico ya que son las seis y media de la mañana y ayer nos acostamos tardísimo.

Entro en el baño y comienzo a ducharme. Ayer se debieron de duchar todas porque el agua está fría. No tardo mucho en salir de la ducha y apuro en secarme. Pese a que hace calor, no hace el suficiente para darse una ducha de agua fría y menos a estas horas. Me visto deprisa y me seco el pelo con la toalla.

Cuando salgo del baño bajo a la cocina. Me hago un expreso y lo vierto en una taza más grande para añadirle leche. Enciendo el televisor y miro las noticias, los deportes y el tiempo. En mi casa ya se empieza a escuchar a gente hablando en el piso de arriba. Miro el reloj, ya son la siete y veinticinco. A las ocho tenemos que salir para la peluquería, así que decido despertar a mi madre.

Subo las escaleras y algunas ya empiezan a bajar para usar el baño de abajo. Entro en la habitación de mi madre y ya esta vestida.

- Buenos días María. ¿Qué tal has dormido?

- Buenos días mamá, muy bien. Tenemos que apurar o no llegaremos a tiempo a la peluquería.

- ¿Ha qué hora te has levantado?

- A las seis y media, ¿por qué?

- Por nada, está bien. Venga bajemos que tengo que preparar el desayuno.

- Para mí no hagas que ya he desayunado y aprovecharé para pasarle un agua a los coches y ponerle ya los lazos.

- Está bien, pero deberías de haber hecho eso antes y desayunar con todos ahora- dice enfadada.

Mientras bajamos las escaleras no decimos nada más. Salgo a fuera y tres coches aparecen aparcados en frente de casa. Cojo la manguera y comienzo por el primero, al que parece hacerle falta algo más que un agua. En quince minutos ya tengo los coches limpios y solo me queda ponerle los lazos.

Entro en casa para coger el lazo blanco del cajón de la cocina. Se que todas estarán desayunando así que de camino pongo una sonrisa en mi cara, a nadie le interesa si estoy enfadada con mi madre o con quien sea. Al entrar en la cocina todas están reunidas en la barra con su café y su tostada. Todas se dan cuenta de mi presencia.

- Buenos días- digo viendo las con mi sonrisa falsa.

Todas me responden, algunas hasta me preguntan que tal he dormido haciendo que tenga que ser cortes y responder y terminar por preguntar lo mismo que ellas pese a que no me importe como hayan pasado la noche. Mientras me contestan cojo del cajón el lazo blanco y luego me disculpo interrumpiendo diciendo que sino no me dará tiempo de terminar de preparar los coches y que al llegar nos tendremos que vestir y todo serán complicaciones. Sí, se que todo suena a mucha escusa barata, pero no me apetece nada hablar con nadie últimamente.

Cuando todavía me falta un lazo que poner en un coche todas salen dispuestas a irse. No puedo creerme que nadie me haya avisado de que ya estaban listas, pero corro a recoger mi bolso y dejo la cinta en el mueble de la entrada.

Cuando entro en el coche mi madre me mira con cara de pocos amigos. Estos dos últimos días no parece ser la misma. Durante el recorrido mi madre solo habla con mis dos tías a las que solo ve tres veces al año, cuatro como mucho. A la peluquería llegamos rápido ya que no queda lejos de casa, se podría ir andando pero es una perdida de tiempo.

Entramos en la peluquería y mis tía y yo decidimos que atiendan primero a mi madre y a una de mis tías y luego mi otra tía y yo, así estaríamos listas mucho antes. Elisa irá después de nosotras, así luego le podremos ayudar a vestirse.

Ya estoy en casa, no estoy sola pero mis tías están en el piso de abajo. Estoy sentada en mi cama viendo la ropa que tengo que vestirme y que tan poco me apetece. Miro mi mesilla de noche, recuerdo haber puesto mi móvil ahí hace dos días pero me da igual que continúe ahí. Estoy deseando ver a Oliver, con el me siento muy bien siempre.

Mientras pienso en un billón de cosas a la vez comienzo a vestirme. Pienso en Alan y los ojos se me llenan de lágrimas, pero pronto miro hacia el techo, no quiero estropear el maquillaje. Me subo a mis tacones y voy hacia el espejo. Cuando me miro sonrío sin parar, sabía que me quedaría bien este peinado con el vestido. Me pongo los pendientes, la gargantilla y la pulsera y ya estoy lista. Sin duda he hecho una buena elección con mi ropa.

Escucho llegar un coche, imagino que será el de mi madre que traerá a Elisa y a su madre. Decido ir a preparar todo en la habitación de mis padres para que cuando suban estén cómodas. Mientras estiro el vestido en la cama escucho la puerta de casa. Miro el reloj, vamos bien de tiempo. Voy hacia las escaleras y ahí están.

- Estás preciosa María- dice Elisa.

- Gracias. Venga subir que pese a que estemos bien de tiempo sabéis que mas vale prevenir.

- Tranquila María solo falta que se vista y que lleguen las demás damas de honor- mi madre como siempre llevándome la contraria.

No digo nada más, ellas suben y comenzamos a ayudar a Elisa. Cuando conseguimos ponerle el vestido suena el timbre y mi madre me manda ir a abrir. Bajo las escaleras lo más rápido que puedo con tacones y abro la puerta, tres damas de honor, ya vestidas con un peinado distinto al mío, han llegado. Les pido que por favor se queden abajo que arriba ya estamos muchas y que si pueden abran la puerta a las demás, por suerte no ha sonado muy borde y no ponen ninguna pega. Subo de nuevo las escaleras, de nuevo corriendo, acelerada por los nervios. Al entrar en el cuarto Elisa me pide que le pase el móvil, consigue acceder a donde quiere pero con dificultad ya que está temblando.

- María, por favor ayúdame a escribir un mensaje- termina por decirme.

- Claro- digo mientras cojo el móvil de su mano-. ¿Qué pongo?

- Escribe esto: Espero que estés esperando allí y no te hallas echado atrás.

Me quedo boquiabierta viéndola. Se que mi hermano nunca haría eso jamás la dejaría plantada y menos el día de su boda.

- Sabes que va a estar allí, no hace falta que le escribas eso- le digo.

- María por favor escribe lo que te pido y luego dame el móvil que ya lo envío yo.

Me parece fatal que desconfíe de mi hermano, si desconfía de él, ¿dónde esta la confianza que tiene que tener una pareja? Escribo ese horrible texto amenazador al que sigo sin dar crédito y le paso el móvil para que lo envíe. Luego me disculpo y me voy a poner el lazo que faltaba al último coche.

En el piso de abajo ya están todas las damas de honor, las saludo una a una y luego salgo con la cinta. El coche ahora está de segundo, pero de segundo de siete. Ya no cogen más coches en la entrada de mi casa. Coloco el lazo y reviso que todos los demás coches tengan puestos los suyos y así es todos tienen puestos los lazos.

Besos para dormirteWhere stories live. Discover now