TPD|cinco

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—Genial, visitas—murmura con sorna, recargando su lado izquierdo sobre la puerta desgastada, se limita a recriminar a Byung con la mirada.

—Podrías mostrar un poco de alegría, cielito.

Arrastrando una sonrisa enorme, nos permite ver una muestra del sarcasmo en persona. Manteniéndola, habla entre diente:—¿Te parece suficiente para mostrar mi infelicidad?

—Pasable, pero te ganaste un premio por ser buen niño.

Negando con irritación, pone una mueca cuando mi amiga intenta besarle la mejilla. Sin embargo, uno de sus brazos envuelve la cintura de mi amiga para poder acercarla a su cuerpo. Poniendo su atención en mí, la mirada que se había suavizado con las bromas de Byung, se llena de hastío, al mismo tiempo que sus facciones se tensan y no se molesta en ocultar la irritación que se dibujaban como acuarela en lo que pensé que era un bonito rostro. Para ser sincera, evité lo más que pude este encuentro, incluso cuando me moría de ganas por conocerlo cuando vi una foto de él.

Dejándonos pasar con una mueca que seguramente estaba originalmente destinada a ser una sonrisa, se limita hablar con la acidez arrastrándose en cada sílaba.

—Ahora no me sorprende que tengas una amiga—comenta con burles, la despectiva forma de pronunciarlo deja en claro la obvia decepción de conocerme, si bien los contrastes era tan visibles como una calcomanía en la cara, el comentario resultaba terriblemente lacerante.

—Si, bueno. Podría decir lo mismo—hablo fastidiada, un gruñido suave fue soltado a la vez que el sonido de la puerta al ser azotada llenaba el departamento.

—Lo que falta, ser insultado en mi propio departamento.

Permitiéndome escanear cada parte del minúsculo cuarto, caigo en cuenta que, efectivamente, el perjuicio hacia mi persona no estaba del todo errónea. El desorden en cada rincón empezaba a ponerme un desagradable sabor en la boca y el desinterés por parte del castaño me ponía los pelos de punta. Latas y envolturas de dulces estaban desperdigados por todos los lugares en donde no deberían estar. Incluso el color de los sillones no parecían darme el confort necesario para sentarme con tranquilidad y ponerme a charlar sobre mi patética vida amorosa.

Tragandome mi inseguridad, dejo que mi bolsa toque primero una parte del sillón amarillento con manchas, de las cuales dudaba su procedencia; sentándome después, dejo que mi atención se enfoque en los dos pares de ojos que me miran con recelo, tal vez, a la espera que enloquezca ante la situación que se me ofrecía como burla.

Aclarandome la garganta, obligo a mis músculos a eliminar la tensión acumulada como un puñado de gomitas en un rincón. Fijándome en el pelinegro, podría decir que estar tan cerca de él parecía hilarante. Sin embargo, entendí el amor que le tiene Byun.

El silencio fue alarmante hasta un punto que llegó a ser incómodo de manera asfixiante y a su vez, fue el detonante ante la estupidez de mi aceptación al faltar a clase. Permitiendo que mi boca se reseque ante los nervios, espero que alguna de las dos personas que me observan con algo más que curiosidad, hable.

—Por más que me agrade su visita, no es uno de mis hobbies mirar a una desconocida en mi sillón —recargando su rostro en el hombro de Byung, cierra los ojos.

—Pues esa desconocida acaba de confirma que tienes razón.

—Siempre la tengo.

—Somos esa pareja cursi que tanto odias—arqueando una ceja, presta atención. Tal vez intuye que algo bueno se acerca. Colocándose de forma correcta en el sillón, su rostro ya no se encuentra inexpresivo.

Y sin esperar a que yo misma me atreva a decir todo, la blanquecina cuenta con efusividad desde mi rompimiento hasta mi acercamiento íntimo con Jungkook. El relato parece fascinante cuando sale de sus labios, incluso Yoongi queda atrapado con cada detalle.

Cuando termina, nuevamente nos sumergimos en un silencio. Nerviosa, me pongo a juguetear con mis dedos.

—¿Así que follaste con el mejor amigo de tu exnovio?—la incredulidad pintada en cada palabra, iba acompañada de un rostro sorprendido. El tonito en su voz dejaba en duda la verosimilitud de los hechos. Su pregunta sabia cómo aquel cuestionamiento que te dejaba como una mentirosa.

—No folle con nadie—mi declaración incluso pareció divertir más al novio de Byun, quien sólo se limitó a tomar un nuevo cigarrillo para después prenderlo y llevarlo a sus labios. Prestando la atención de un niño sobre su héroe favorito, me mira con el interés más fino y fascinante.

—No eres tan aburrida como pensé.

—No lo hice, estaba ebria—me excuso, que pensará algo contrario a lo que mostraba mi imagen era algo que no podía permitirme.

Negando con suavidad y rastros de diversión, habla con información que le resultaba obvia y fuera un fastidio tener que señalarlo:—¿Entonces cuál es el problema? Incluso si follar estuviera en la parte de la historia, no tendría porque joderte. Después de todo, el niño bonito no le importó demasiado hacerlo el mismo día que te término.

Que dejara que las palabras salieran de manera brusca y cruel hace que los sentimientos que tanto me esforce en proteger, salieran en un abrupto y apabullante dolor. La poca delicadeza pintada en el hecho solo me hizo darme de cuan patética debía parecerle.

Tragando con dificultad, me limito a mirarlo sin una pizca de amabilidad. Ganándome un suspiro cansado, Yoongi revuelve su cabello en un acto meramente nervioso, y dejando que sus facciones se suavizaran, vuelve hablar:—Escucha, puede sonar tan jodido como lo quieras pintar, pero sabes que tengo la razón. No puedes permanecer en este patético estado de negación y mucho menos lamentarte por algo que jodidamente ya sucedió.

Dejando que una sonrisa amarga me invada, escurro mi mirada hasta mi regazo, en un inútil intento de huir del escrutino.

—Lo acepto, Min—murmuro molesta—, pero no soy como él, y el solo pensarlo me enferma. No disfruto de utilizar a las personas para olvidarme de otras.

Un risotada es soltada con fuerza que no puedo evitar sentirme humillada en todos los ángulos en que lo vea. Enterrando mi cortas uñas en la palma de mis manos, espero el siguiente comentario hiriente que termine de hundirme.

—¿No lo entiendes?—la pregunta deja que la incredulidad sea una tontería ante lo que se expone, la frustración ocupando el lugar de la diversión—, eres tan malditamente correcta que no tienes una jodida idea. Esto no se trata incluso de tus decisiones, al parecer Jeon está más que a gusto con ese puesto de sacar al otro clavo.

Mis mejillas se incendian ante la información y mi corazón se acelera con una emoción explotante. Quería evitar aceptar y digerir tan siquiera esa posibilidad, pero darle una pequeña oportunidad a aquello me llenaba de una sensación abrumadora.

Tal vez y después de todo, necesitaba aquello como un salvavidas. Como ese algo que me dejara sin aliento y con una apabullante emoción de no ser el títere de mis padres, la niña correcta y con pensamientos antiguos.

—¿Tus padres te dieron elección?—Byun pregunta, y sé exactamente a qué. Negando con vergüenza, una sonrisa se extiende en sus rostros, con aquella sensación de complicidad—, y estoy más que segura que incluso antes de darte cuenta de la existencia de Jimin, Jeon acaparó toda tu atención.

Dejando que el silencio les de una respuesta ambos me sonríen con amabilidad y con la respuesta a mi encierro.

—Jodidamente intentalo, Shin. No puedes perder nada, deja que todo tome su transcurso.

Debería replicar, negar con efervescencia aquel pensamiento, que sin darme cuenta, estaba aceptando como un dulce. Pero todo parecía tan tentador, tan malditamente correcto que no podía incluso obligarme a rechazarlo.

Porque después de todo Jeon Jungkook era la tentación en persona.

•••
Cualquier error no duden en decirme.

TPD. Tocada por Dios | J.JungkookWhere stories live. Discover now