TPD | quince

4.2K 386 134
                                    

—Para—golpeo con suavidad su hombro, quitándome con torpeza el casco que había comprado para mí. Aún cuando sabía que no estaba contento con lo mandado, soltando un siseo bajo, detuvo la moto.

—¿Cómo planeas llegar hasta a tu habitación?—pregunta con cierta inseguridad pintando su voz. Copiando mi acción, me deja ver su rostro con sus facciones preocupadas, a la vez que toma de mi antebrazo para ayudarme a bajar—. Häschen, tu plan es un completo y jodido asco. Ellos saben que te fuiste, no puedes cubrirlo, seguramente lo primero que hicieron al llegar fue revisar tu cuarto.

Lo sabía.

Lo sabía tan bien que mi cuerpo quería temblar por la anticipación de lo que podía ser una catástrofe para mi cuerpo. No podía cubrir las marcas de sus manos sobre mi cadera, ni los chupones dejados al rededor de mi senos, y aún menos, las marcas rojizas en ciertas partes de mi cuerpo. Lo peor de todo es que no quería hacerlo. Por primera vez me sentía cálida al tener esas imperfecciones marcando lo que tanto mi padre se encargaba de arruinar con sus estrictas disciplinas.

Niego con suavidad, y dejando que una sonrisa sincera se marque sobre mis arruinados labios, acaricio su mejilla derecha. Había descubierto que le encantaba que rascara con algo de docilidad sus mejillas y cabello, cuando lo hacía sus ojos se cerraban e inclinaba de forma adorable su cabeza, en busca de más contacto.

—Mi padre nunca se atrevería a poner una mano encima—mentí descaradamente.

Observo con algo de sorpresa y confusión, la manera en la que su cuerpo se tensa y separa de mí. No puedo evitar mirarlo con intriga. Él no podía saberlo. Nadie tenía conocimiento sobre aquella vergonzosa parte de mi vida, incluso Jimin, con el que mantuve una relación por años, sabía.

Asiente con lentitud, como si aquello le pesara demasiado:—Te ayudaré a subir, luego me iré.

—No, tienes que irte—dije apresurada, sin embargo, sus ojos se limitaron a mirarme con dureza, dejándome en claro que no podía ganar está discusión.

—Olvidalo, puedes romperte una pierna intentado subir—baja de la moto, llevándose las llaves con él—, no quiero tener en mi consciencia tus múltiples lesiones.

Ignorando mis protestas, y mis pequeños berrinches, caminamos el tramo largo que quedaba para llegar a mi casa. Rodeamos el patio hasta llegar a la parte trasera, lugar donde se ubicaba el balcón de mi habitación.

—Solo ayudame a subir este pequeño tramo para poder tomarme de la enredadera—cuchicheo, amarrando el largo de mi vestido en un desordenado nudo. Extrañada del silencio, giro a verlo. Nuevamente me miraba, pero la forma en la que lo hacía, no hizo más que apretar mi pecho en un doloroso sentimiento y hacerme replantear la entrada a la casa—, todo estará bien—en un intento de asegurarle mis palabras, dejo un casto beso sobre sus labios.

—Escúchame bien, Saebi—toma mi rostro entre sus dos manos, obligándome a verlo. La seriedad que emanaba y la tensión desagradable que empezaba a envolvernos provocó que el ambiente se sintiera repulsivo—, siempre podrás confiar en mí, pase lo que pase, estaré contigo—recarga su frente contra la mía, reduciendo el espacio—. Puedes apoyarte en mí, no estás sola, ya no.

Mis ojos arden con ligereza, sus palabras habían llenado el vacío que tenía por mucho tiempo, y es que, aún cuando ignoraba el peso que tenían cada una de las sílabas de su oración, tenía la sensación que sabía perfectamente lo que iba a suceder, y tuve pavor. Porque no quería que supiera, que me empezará a ver con lástima o como alguien con la que tenía que estar por miedo a romperla. Lo único que necesitaba es que fuera él, el mismo Jeon Jungkook que me besó el bar, el que me hizo ir a un lugar peligroso y quién me hizo sentir por primera vez lo que era romper las reglas. Necesitaba al chico que me miraba como si fuera una maravilla que se tiene que contemplar con cariño.

—Lo sé—deja dos besos sobre la comisura de mis labios, para después tocar mi boca, en un contacto más largo. Separándose, acomoda mi cabello que estaba hecho un desastre—, gracias, schätzchen.

Abre sus ojos sorprendido ante el apodo pronunciado, dándole paso una sonrisa algo boba, besa mi frente. Nunca había tenido la sensación de querer referirme a alguien de alguna forma amorosa, ni siquiera con Jimin lo hice. Había algo en el pelinegro que me hacía querer darle todas mis experiencias, aun si aquello significaba ser una vergüenza para mí. ¿Lo había pronunciado bien? No tenía la menor idea, pero Jungkook parecía más que encantado.

Dejándome libre, se acomoda de manera que pueda apoyar mis pies sobre sus manos cruzadas. Poniendo un poco de fuerza, me lleva lo suficientemente arriba para que pueda tomar con seguridad la enredadera. Una vez arriba, incliné un poco mi cuerpo, alzando ambos pulgares junto con una sonrisa.

—Te veo mañana, häschen—susurra, guiñando con rapidez uno de sus ojos, corre en la dirección en la que dejamos su moto.

Suspiro, aliviada. Lo había logrado. Con una sonrisa, giro dispuesta a cambiarme de ropa y fingir que nada había pasado. Pero apenas lo hago, la figura imponente de mi padre me hace ahogar un grito.

—¿Se puede saber de qué manera eduqué a mi hija que ahora tiene que entrar a su hogar como una jodida delincuente?—la brutalidad de la pregunta arremete contra mi poca estabilidad, y como si fuera una broma, la luz de la mañana da directamente hacia la fusta que tiene entre sus manos—. Siempre atraes los problemas, es cansado tener que enseñarte a respetar las normas, pero al parecer te encanta hacerme rabiar.

Negándome hablar, trago saliva con pesadez. Podía sentir mi corazón marchar a toda velocidad, y cada extremidad de mi cuerpo temblar como si fuera una hoja. El nudo en mi garganta me impidió inventar y soltar una excusa lamentable, solo pude saborear la amargura y rabia al saber lo que vendría. Después de todo, los ojos dilatados de mi padre y sus facciones endurecidas, me daban un indicio de lo lamentable que vería en los próximos días.

—Te ordené que lo dejaras—pasando la punta del palo por mis brazos, me rodea—, pensé que por primera vez serías una niña buena, y me harías caso.

Dando ligeros golpes contra mi piel, se queda unos momentos en silencio.

—Te voy a enseñar a respetar a tu padre, y espero que está sea la última vez que me desafías—escupe con enojo—, de rodillas con la mirada sobre la pared.

***
Tarde pero seguro.
Ya saben, cualquier error no duden en decirme para que pueda corregirlo.

Ig: yahshesuni

TPD. Tocada por Dios | J.JungkookWhere stories live. Discover now