24. Rosalie Hale

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Tw: menciones a suicidio, depresión.

𝖆𝖓𝖞𝖔𝖓𝖊:

Cien millones de historias,
y cien millones de canciones.
Me siento estúpida cuando canto,
nadie me está escuchando,
nadie está escuchando

☁︎

¿Alguna vez no has sentido que estás al borde de la muerte?

No me refiero a un asesinato, o un accidente de coche, o a una enfermedad fatal que te robará hasta el último respiro que tengas.

Hablo de la muerte emocional. Donde ya no sabes qué sentir, qué hacer. No sabes qué demonios estás haciendo con tu vida, y, sobre todas las cosas, quieres conocer el porqué nadie parece notar lo fatal que estás.

Cuando las bromas sobre el suicidio dejan de ser chistes que sueles decir para que tus amigos se rían y sientes que las cosas serían más fáciles si no estuvieras ahí.

Después empiezas a aislarte lo más que puedes para que nadie trate de detener los malos hábitos que adquieres con el tiempo. Si no hay nadie, no te pueden parar, ¿cierto?

Tu familia y amigos cercanos comienzan a preocuparse, preguntándote "¿cómo estás?" cada vez que tienen oportunidad. Cuando dejas de responder, su interés desaparece. Se sienten indignados por tu falta de cooperación y dejan de insistir. No sabes cómo pedir perdón, odias ser tu misma.

¿Alguna vez has sentido que estás al borde de la muerte?

Porque yo sí.

Carajo, claro que sí.

Y duele como no imaginan.

Todo dio un giro en mi vida cuando mi mascota falleció después de vivir 12 años conmigo. Para muchos es algo tonto, pero que muriera el único ser que me acompañaba cuando mis padres discutían y me hacía reír sin querer, fue una razón que bastó para hacer pedacitos una parte de mi corazón.

Me costó recuperarme pero lo hice.

En gran parte, las lecciones de piano que mi padre pagó para mí me ayudaron a despejarme y a usar mi tiempo libre en algo que me haría ocuparme en otras cosas más que mi propia miseria.

Por un tiempo estuve bien hasta que la muerte tocó nuevamente las puertas de mi hogar y mi padre falleció. Enterrar al hombre que alguna vez me escuchó y trató de ayudarme a vivir mi sueño de ser artista ya no estaba conmigo.

Mi madre estaba destrozada y todo le recordaba a él. Dejó de pagar por mis clases de piano y me prohibió hablar de mi papá. Fue severa conmigo pero la entiendo. Aún no quería aceptar que el hombre al que más amó ya no estaba con nosotros. De una forma u otra esa era la forma de mantenerlo vivo en su mente.

Yo en ese punto, me empecé a amargar. Tenía 17 años, donde aprendí a evitar los problemas y desviarme de ellos con bromas sin sentido. ¿Era normal sentirme tan vacía a esa edad?

Quisiera decir que ahora a mis 21 todo era mejor, pero la verdad es que no. Nada había cambiado, incluso podría decir que todo seguía igual que antes o peor.

Un suspiro desganado sale de mis labios en cuanto me acerco a las teclas del piano que reposaba solo, casi sin uso, en la sala de instrumentos de mi universidad.

Una sala tan bonita pero tan sola. Cuánto amaría volver a mi infancia y revivir esos recuerdos que tan feliz me habían hecho.

No me toma mucho tiempo sentarme y empezar a tocar una melodía suave y melancólica en el piano, suspirando de vez en cuando para concentrarme.

Pasan unos minutos y, cuando finalmente termino de tocar la pieza, un par de aplausos inundan la sala.

Frunzo el ceño ante lo que escucho, para voltear atrás de mi y percatarme de la presencia de una mujer rubia, de tez muy pálida, unas ojeras pronunciadas debajo de sus ojos claros (¿eran dorados?) y, sobre todo, de una cara angelical y bellísima.

Mi corazón se detiene por unos segundos, hasta que carraspeo.

—Hola.

Ella me da una sonrisa tímida.

—Hola —. Nos quedamos en silencio, viéndonos la una a la otra, hasta que ella decide hablar—. Tocas muy bien el piano. Podría decir que mejor que mi hermano, incluso.

Yo río con nervios, pero niego.

—Me halagas, pero no es necesario que lo hagas.

—Debo hacerlo. Cuando hay talento, es imposible dejarlo pasar desapercibido.

Mis mejillas adquieren un color rosado en ellas, que trato de ignorar.

—Gracias, eres muy gentil.

—Soy Rosalie. ¿Quién eres tú? —. No me toma más que un par de segundos pronunciar mi nombre y ella me regala una encantadora sonrisa—. Es un nombre muy bonito, a decir verdad.

Tantos cumplidos harían que me doliera la cabeza de la timidez que me causaban.

—El tuyo es más precioso, confía en mí.

Con un peculiar brillo en sus ojos, ella toma sus propias manos y luego me observa.

—Ya me tengo que ir, pero... —. Se queda sin palabras por una fracción corta de tiempo—, pero quisiera que supieras que no estás sola, ¿sí? Si necesitas algo, siempre puedes buscarme y yo trataré de escucharte. No mereces pasar por situaciones así por tu cuenta.

Dicho eso, muerde su labio y sale del aula, no sin antes darme una última mirada.

¿Era tan obvio que estaba mal?

Aun así, esa oferta me había hecho sentir esperanza después de tanto tiempo.

Solo espero que mi futuro sea mejor que mi presente. ¿Tal vez hablar con Rosalie sería mi solución ideal?

• • •

No me gustó y es muy corto, pero quería escribir algo para finalizar el libro. Este os fue, en mayor parte, escrito el año pasado, así que la parte final no concuerda mucho con el plan original.

Penúltimo one shot.

bloody heart | twilight one shotsМесто, где живут истории. Откройте их для себя